OCCIDENTE A LOS PIES DE ISRAEL Y EN MODO DE CONFRONTACIÓN TOTAL
Después del ataque de Hamas a Israel
el 7 de octubre pasado[1], la previsible respuesta
del gobierno de Benjamín Netanyahu ha sido devastadora, principalmente contra
la población civil palestina (9500 muertos, más del 40% de ellos niños); aunque
la “justificación” ha sido que el contra ataque va dirigido a destruir a Hamas.
Lo que ha resultado claro es
que la “anglósfera”, es decir Estados Unidos, Canadá, Reino Unido y Australia, así
como la mayor parte de Europa Occidental, han dado un “cheque en blanco” a Netanyahu
para bombardear inmisericordemente la Franja de Gaza, en donde se concentran
2.3 millones de palestinos, lo que ya está constituyendo un genocidio.[2]
Occidente, lidereado por
Estados Unidos, está dando todo su apoyo a Israel (diplomático, económico y
militar), a pesar de hacer ineficaces y podríamos decir, hasta falaces llamados
a que el Estado de Israel respete las leyes de la guerra y el Derecho
Internacional, para evitar masacres de civiles, como las que está cometiendo.
Se ha dicho que Israel es un “aliado”
de Occidente en Medio Oriente y que ahí cumple la función de apoyar las
directivas de Washington en esa región.
La realidad es la contraria,
Estados Unidos y Occidente, cumplen las órdenes de Tel Aviv, de apoyar sus
políticas de “apartheid” en los territorios ocupados palestinos (nunca ha
cumplido las resoluciones 233-38 y 242 de la ONU sobre dicho tema)[3]; jamás Occidente ha castigado
a Israel por sus constantes violaciones a los derechos humanos, tanto de los
palestinos en Cisjordania y Gaza, como de los palestinos-israelíes en el propio
Estado de Israel; Estados Unidos ha vetado continuamente las resoluciones del
Consejo de Seguridad de la ONU que condenan las violaciones al Derecho
Internacional por parte de Israel; Estados Unidos, Reino Unido, Francia y
Alemania tienen una colaboración militar permanente y amplia con Israel (Estados
Unidos ha proveído al Estado de Israel con cerca de 200 mil millones de dólares
de ayuda militar en los últimos 55 años).
Es Israel el que determina
cómo, cuándo y en qué cantidades Estados Unidos y Occidente deben ayudar a los
gobiernos israelíes (sin importar si son de izquierda o derecha).
Después del 9/11 toda la
llamada “Guerra contra el Terror”[4] fue una cooperación multinacional
dirigida a exterminar a los regímenes de Medio Oriente y Africa que Israel
considera sus enemigos, y que tuvo un “éxito” parcial con la destrucción de
Irak y Libia (y el asesinato de sus respectivos líderes Saddam Hussein y
Muammar Qadaffi); la ocupación por 20
años, finalmente fallida, de Afganistán; el intento de destrucción de Siria y el
fallido intento de derrocar a Bashar el Assad; y los continuos ataques
(diplomáticos, económicos y a través de atentados) a Irán, para debilitarlo,
pero buscando un pretexto para iniciar una confrontación directa de Occidente
contra la teocracia iraní.
Así que es Israel el que ha
determinado la relación con Occidente, y no al revés, como normalmente se
caracteriza en los medios periodísticos y académicos.
Y esto es así porque los
lobbys pro-Israel de Occidente[5], así como las influyentes
y poderosas minorías judías de estos países, tienen un peso enorme en la
política, las finanzas, los medios de comunicación y la diplomacia de dichos
países; y en su gran mayoría, apoyan
incondicionalmente todo lo que haga el Estado de Israel, por lo que ese factor
es el principal dato que explica el vasallaje de Occidente a los gobiernos
israelíes.
Ahora Occidente ha entrado en “modo
de confrontación total”, pues considera que los países que retan su hegemonía y
que se han negado a aceptar sus directrices (a los que ha denominado el “eje
del mal”; mientras ellos se denominan el “eje de la resistencia”) es decir
Rusia, China e Irán, puedan aprovechar esta coyuntura para debilitar el poder
de Occidente: Guerra estancada en Ucrania; distracción de Occidente en el
frente medio oriental; disputas políticas en los Estados Unidos; creciente
oposición en el mundo árabe-musulmán al genocidio contra los palestinos;
protestas en los propios países occidentales contra el apoyo incondicional a
Israel; rechazo en el Sur global a los crímenes de guerra que está cometiendo
el gobierno de Netanyahu; y profundización en la asociación estratégica y
económica entre Rusia, China e Irán.
Pero justo este tipo de coyunturas
son las que aprovecha Israel para hacer avanzar su proyecto principal, que es
la expulsión definitiva de todos los palestinos y el establecimiento del “Gran
Israel”.
El ataque de Hamas ha abierto
la posibilidad de que Israel, con ese pretexto, lance una ofensiva “final”, no
sólo para destruir a Hamas, sino para expulsar a los 2.3 millones de palestinos
de Gaza, mientras al mismo tiempo lleva a cabo una ofensiva contra los
palestinos de Cisjordania (encabezada por los sionistas ocupantes de los
territorios palestinos, que han sido armados por el propio gobierno
ultraderechista de Israel); y de esa forma “terminar el trabajo” que se inició
en 1948 con la “Nakba”, la catástrofe que significó la expulsión forzada de 750
mil palestinos por parte de las fuerzas armadas israelíes, para así poder
apropiarse de sus territorios.[6]
Ahora el objetivo parece ser
el mismo, llevar la respuesta contra Hamas hasta sus últimas consecuencias,
expulsar a los palestinos hacia Egipto; lograr que Occidente convenza u obligue
al gobierno egipcio a aceptar este “fait accompli” y así finalmente quedarse
con la totalidad de los territorios ocupados, una vez que en Cisjordania una
ofensiva final obligue también a los palestinos de esa zona a huir a Jordania.
Ni los palestinos aceptarán
esta “solución final israelí”, por más que los masacren; ni Egipto o Jordania
estarán en posición de subordinarse a lo que quieran Israel y Occidente; pero
aún así, los sionistas y el gobierno israelí, lo van a intentar con todo lo que
tienen en su arsenal, pues están convencidos de que una oportunidad como esta,
para acabar de expulsar a los palestinos de sus territorios, no la van a tener
en décadas.
[1]
Con 1400 muertos entre civiles, soldados, policías y extranjeros en Israel y
230 o 240 rehenes llevados a Gaza por Hamas.
[2]
Aniquilación o exterminio sistemático y deliberado de un grupo social por
motivos raciales, políticos o religiosos.
[4] https://thealtworld.com/paul_craig_roberts/the-israeli-hamas-conflict-is-a-continuation-of-the-9-11-plot
[5]
Así también, las generosísimas contribuciones que los multimillonarios judíos y
organizaciones pro-sionistas hacen a las campañas electorales de los políticos
occidentales, los condicionan en su actuar; además de operaciones de “chantaje”
como las que realizó Jeffrey Epstein (trabajando para el Mossad israelí) a
prominentes políticos y figuras públicas de Estados Unidos y Reino Unido.
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