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Zapata

jueves, 12 de noviembre de 2020

 

LA POLÍTICA EXTERIOR DE BIDEN

El 3 de septiembre de 2019 escribimos en este blog un artículo sobre las posibilidades de que los demócratas, de llegar a la presidencia, cambiaran la política exterior de Donald Trump. Y concluimos que en varios temas esto sería muy difícil.

A continuación haremos el ejercicio de contrastar lo que preveíamos hace más de un año, y lo que una futura administración Biden podría hacer, una vez que supere la oposición de Trump a conceder la victoria del demócrata.

Trump se retiró del Acuerdo Transpacífico de Comercio. Los demócratas probablemente intentarían volver al mismo, pero ello dependería de la correlación de fuerzas que quede en el Congreso después de las elecciones del próximo año.

Biden aún no se refiere a este acuerdo, y la definición de qué partido controlara el Senado, está en el aire, en espera de dos elecciones extraordinarias de los senadores del estado de Georgia.

Trump se retiró del Acuerdo de París sobre Cambio Climático. Es muy probable que los demócratas intentaran regresar al mismo, aunque con la oposición de buena parte de los legisladores republicanos.

Biden ya afirmó que lo primero que hará, una vez que asuma la presidencia, será regresar al Acuerdo de Paris.

Trump se retiró del acuerdo nuclear con Irán. En este caso, si bien los demócratas fueron los que negociaron ese tratado, las presiones de los neoconservadores, el lobby pro Israel, el gobierno israelí, el de Arabia Saudita y el complejo militar industrial, probablemente complicarían seriamente un regreso en los términos originales del acuerdo, visto sobre todo el cúmulo de sanciones que Estados Unidos ha aplicado a Irán y lo difícil que sería retirarlas, como lo exige Teherán.

Efectivamente, los principales asesores de Biden en política exterior, han manifestado que un regreso al acuerdo implicaría que Irán desista de apoyar a sus aliados en el Medio Oriente como Hezbollah, los Houthis y las milicias pro iraníes de Irak; algo que se ve muy cuesta arriba para Teherán.

Trump se retiró del Acuerdo de prohibición de Misiles Nucleares Intermedios. Los demócratas difícilmente podrían renegociar ese acuerdo con Rusia, sin incluir a China (que se opone a ello), pues esa fue la razón que argumentó Trump para abandonar ese tratado; es decir, que China quedaba fuera del mismo (además de acusar a Rusia de haberlo violado).

Esto también se ve difícil que se revierta en el corto plazo, ya que la posición de Biden es mantener la presión sobre China y Rusia, y por lo tanto los muchos “halcones” que tendrá en su administración, insistirán en que China se integre a una renegociación del tratado, algo que Beijing rechazará.

Lo que sí es probable es que la administración Biden intente llegar a algún acuerdo para prolongar el tratado New START, que vence en febrero del 2021.

Trump retiró a Estados Unidos de la UNESCO y de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, aduciendo que están “sesgados” contra Israel. Para los demócratas sería muy difícil regresar a estas instancias, sin el consentimiento del poderoso lobby pro Israel y del gobierno israelí, por lo que se vería muy complicado que pudieran hacerlo, al menos en el corto plazo.

Seguramente esto se mantendrá, ya que Israel y el lobby pro Israel dictan la política exterior y militar de Estados Unidos en gran medida. Biden y Harris son abiertamente sionistas, y su administración estará plagada de “Israel firsters” (ahí está el nombramiento del que será el Chief of Staff de la Casa Blanca, Ron Klain), por lo que el regreso de Estados Unidos a estas importantes instancias de la ONU dependerá de que se plieguen a los deseos y demandas israelíes.

Trump ha escalado una “guerra comercial y tecnológica” contra China, con objeto de mantener el liderazgo estadounidense en ambos campos. Los demócratas no podrían retirarse tan fácilmente de este curso, pues ellos mismos coinciden con Trump en que hay que detener a China. Lo único que critican a Trump es que se ha excedido en la imposición de tarifas (aranceles) a los chinos. Algo que podrían moderar.

Esta lectura se mantiene inalterada, pues Biden seguramente mantendrá las muchas sanciones y medidas anti-chinas; y en todo caso, dependiendo de lo que la comunidad empresarial en Estados Unidos le pida, podría llegar a moderar algo la aplicación de aranceles a los productos chinos.

Trump ha elevado la presión sobre China en el Mar del Sur de China y ha apoyado militar y políticamente a Taiwán (y de manera encubierta a los manifestantes en Hong Kong), así como criticado la política china en la provincia de Xinjiang hacia la minoría musulmana. Todo esto lo apoyan los demócratas, por lo que no parece que fueran a cambiar de fondo esta política.

Esto seguirá con la administración Biden, pero tratando de sumar a aliados europeos y de la región Asia-Pacífico a dicha estrategia.

Trump ha intentado llegar a acuerdos con el líder de Corea del Norte, Kim Jong Un, para que renuncie a sus armas nucleares, con reuniones directas, que hasta ahora no han dado resultado. Los demócratas sí cambiarían esta política, condicionando cualquier nueva reunión con el líder norcoreano al establecimiento de un programa verificable de desnuclearización.

Aunque no ha profundizado sobre el tema, Biden criticó duramente las reuniones de Trump con el líder norcoreano, por lo que muy probablemente seguirá el curso de acción que se comentó arriba.

Trump ha presionado comercialmente y en materia de gasto militar a sus aliados en Asia (Japón y Corea del Sur) y Europa (Unión Europea y OTAN), para obtener más ventajas en el primer caso, y un mayor gasto por parte de sus aliados en el ámbito militar. Los demócratas, si bien podrían mantener la exigencia en materia del gasto militar, serían más prudentes en las presiones en materia comercial, pues buscan restañar las relaciones con los aliados, que se han visto lastimadas por la rudeza de Trump.

Biden ha manifestado que reestablecerá la cooperación y el entendimiento con sus aliados en materia de política exterior, militar y comercial, por lo que es factible que siga el curso que se especifica arriba.

Trump está por finalizar un acuerdo con los talibanes para retirar la mayoría de las tropas norteamericanas de Afganistán. Esto no lo cambiarían los demócratas, pues hay consenso en que la presencia de tropas en ese país no ha logrado la derrota de los talibanes, ni consolidar al gobierno afgano.

Aquí sí hay un cambio, pues las presiones del complejo militar-industrial ya obligaron a Biden a manifestar que mantendrá una cantidad de soldados en ese país, sin especificar durante cuánto tiempo.

Trump mantiene tropas en Irak y Siria. Esto tampoco lo cambiarían los demócratas, dado que el lobby pro Israel y los gobiernos israelí y saudí árabe, junto con sus aliados neoconservadores prácticamente dictan la política en Medio Oriente, y la permanencia de tropas y bases en esos países se considera indispensable para mantener la presión sobre Irán y sobre el gobierno de Bashar el Assad en Siria.

Efectivamente, esto seguirá, pues Israel y los “halcones” del Pentágono no desean el retiro de tropas de esos países, y Biden ha manifestado que es importante que siga la presencia militar estadounidense en esos países.

Trump ha establecido más sanciones económicas y políticas contra Rusia, a instancias del complejo militar industrial, los neoconservadores y la mayor parte del establecimiento político de Washington. Esta política no sólo se mantendría con los demócratas, sino incluso se profundizaría, con lo que la carrera armamentista entre ambas potencias y la posibilidad de crisis diplomáticas entre ellas se agudizaría.

Efectivamente, Biden y sus colaboradores son abiertamente anti rusos, por lo que esta política se mantendrá.

Trump ha restablecido un semi bloqueo a Cuba y ha aumentado exponencialmente la presión sobre Venezuela. Es posible que en el caso cubano los demócratas aflojaran un poco las nuevas sanciones impuestas por Trump, con objeto de reiniciar la política de acercamiento de Obama; pero con Venezuela es muy difícil que cambiaran algo, en vista de que el derrocamiento de Maduro es un objetivo compartido por todo el establecimiento político de Washington.

Esta previsión también seguirá su curso, pues si bien Biden no ha hablado sobre Cuba, es factible que afloje un poco la presión sobre el gobierno de la isla; y en el caso venezolano, seguirá el intento de cambio de régimen, que es compartido por demócratas y republicanos.

Trump ha logrado que México lleve a la práctica una política migratoria restrictiva y que reciba a los aplicantes de asilo en su territorio. Los demócratas no darían marcha atrás tampoco en esta política, ya que este tipo de concesiones, una vez logradas, no son fácilmente reversibles; y si México ya aceptó esto, no se ve la razón del porqué los demócratas le darían un respiro a nuestro país (en todo caso, la forma de tratar a los migrantes indocumentados dentro de Estados Unidos, podría ser más humanitaria, pero hasta ahí).

Efectivamente, será muy difícil que México pueda cambiar su política migratoria, una vez que hizo tantas concesiones a Trump. En el mejor de los casos, en el mediano plazo, podría ser que Estados Unidos no envíe a tantos aplicantes de solicitudes de refugio a nuestro país; y en el corto plazo, que dé un trato más humanitario a los migrantes indocumentados.

Trump reconoció a Jerusalén como la capital de Israel y movió la embajada estadounidense ahí; reconoció a los Altos del Golán como territorio israelí; ha quitado recursos para los refugiados palestinos y expulsado de Washington a los representantes palestinos; en suma, ha dado todo lo que ha exigido el gobierno de Netanyahu y casi ha destruido por completo la opción de crear un Estado palestino independiente. Los demócratas, tan dependientes como los republicanos de los fondos que provee el poderoso lobby pro Israel para las campañas y del dominio casi completo que tiene sobre los grandes medios de comunicación (y Hollywood), no se atreverán a dar marcha atrás a ninguna de estas políticas de Trump.

Esta es una de las políticas que no dependen de los políticos estadounidenses, sino de Israel. Y por supuesto, Israel ha decidido que eso no va a cambiar. En el mejor de los casos, Biden intentará no ahogar económicamente a la dirigencia palestina de Cisjordania, para mantener la ficción de que se pueden reestablecer las “conversaciones de paz”. Pero la realidad es que los palestinos han quedado completamente abandonados a su suerte e Israel mantendrá el ilegal despojo de sus tierras, la violación constante de los derechos humanos de los palestinos y de ser posible, su expulsión definitiva de sus territorios, sin que la comunidad internacional haga algo para evitarlo.

Como podemos observar, si bien en algunos casos los demócratas podrían echar para atrás las políticas de Trump (Acuerdo Transpacífico y el Climático, Corea del Norte), la gran mayoría de las políticas trumpianas se quedarán, y sólo cambiará el énfasis en algunos instrumentos de política (quizás un poco más de diplomacia y un poco menos de amenazas); y en el discurso, menos bronco y amenazante, por uno más diplomático y negociador (en la superficie).

Pero, en términos generales, la política exterior de la potencia hegemónica se mantendrá en sus líneas esenciales, pues responde al mismo interés de demócratas y republicanos de mantener esa hegemonía en lo político, económico, tecnológico y militar, ante cualquier reto o potencia que la pueda poner en riesgo.

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