LA POLÍTICA EXTERIOR DE BIDEN
El 3 de
septiembre de 2019 escribimos en este blog un artículo sobre las posibilidades
de que los demócratas, de llegar a la presidencia, cambiaran la política
exterior de Donald Trump. Y concluimos que en varios temas esto sería muy
difícil.
A
continuación haremos el ejercicio de contrastar lo que preveíamos hace más de
un año, y lo que una futura administración Biden podría hacer, una vez que
supere la oposición de Trump a conceder la victoria del demócrata.
Trump se
retiró del Acuerdo Transpacífico de Comercio. Los demócratas probablemente
intentarían volver al mismo, pero ello dependería de la correlación de fuerzas
que quede en el Congreso después de las elecciones del próximo año.
Biden aún no
se refiere a este acuerdo, y la definición de qué partido controlara el Senado,
está en el aire, en espera de dos elecciones extraordinarias de los senadores
del estado de Georgia.
Trump se
retiró del Acuerdo de París sobre Cambio Climático. Es muy probable que los
demócratas intentaran regresar al mismo, aunque con la oposición de buena parte
de los legisladores republicanos.
Biden ya
afirmó que lo primero que hará, una vez que asuma la presidencia, será regresar
al Acuerdo de Paris.
Trump se
retiró del acuerdo nuclear con Irán. En este caso, si bien los demócratas
fueron los que negociaron ese tratado, las presiones de los neoconservadores,
el lobby pro Israel, el gobierno israelí, el de Arabia Saudita y el complejo
militar industrial, probablemente complicarían seriamente un regreso en los
términos originales del acuerdo, visto sobre todo el cúmulo de sanciones que
Estados Unidos ha aplicado a Irán y lo difícil que sería retirarlas, como lo
exige Teherán.
Efectivamente,
los principales asesores de Biden en política exterior, han manifestado que un
regreso al acuerdo implicaría que Irán desista de apoyar a sus aliados en el
Medio Oriente como Hezbollah, los Houthis y las milicias pro iraníes de Irak;
algo que se ve muy cuesta arriba para Teherán.
Trump se
retiró del Acuerdo de prohibición de Misiles Nucleares Intermedios. Los
demócratas difícilmente podrían renegociar ese acuerdo con Rusia, sin incluir a
China (que se opone a ello), pues esa fue la razón que argumentó Trump para
abandonar ese tratado; es decir, que China quedaba fuera del mismo (además de
acusar a Rusia de haberlo violado).
Esto también
se ve difícil que se revierta en el corto plazo, ya que la posición de Biden es
mantener la presión sobre China y Rusia, y por lo tanto los muchos “halcones” que
tendrá en su administración, insistirán en que China se integre a una
renegociación del tratado, algo que Beijing rechazará.
Lo que sí es
probable es que la administración Biden intente llegar a algún acuerdo para prolongar
el tratado New START, que vence en febrero del 2021.
Trump
retiró a Estados Unidos de la UNESCO y de la Comisión de Derechos Humanos de la
ONU, aduciendo que están “sesgados” contra Israel. Para los demócratas sería
muy difícil regresar a estas instancias, sin el consentimiento del poderoso
lobby pro Israel y del gobierno israelí, por lo que se vería muy complicado que
pudieran hacerlo, al menos en el corto plazo.
Seguramente
esto se mantendrá, ya que Israel y el lobby pro Israel dictan la política
exterior y militar de Estados Unidos en gran medida. Biden y Harris son abiertamente
sionistas, y su administración estará plagada de “Israel firsters” (ahí está el
nombramiento del que será el Chief of Staff de la Casa Blanca, Ron Klain), por
lo que el regreso de Estados Unidos a estas importantes instancias de la ONU
dependerá de que se plieguen a los deseos y demandas israelíes.
Trump ha
escalado una “guerra comercial y tecnológica” contra China, con objeto de
mantener el liderazgo estadounidense en ambos campos. Los demócratas no podrían
retirarse tan fácilmente de este curso, pues ellos mismos coinciden con Trump
en que hay que detener a China. Lo único que critican a Trump es que se ha
excedido en la imposición de tarifas (aranceles) a los chinos. Algo que podrían
moderar.
Esta lectura
se mantiene inalterada, pues Biden seguramente mantendrá las muchas sanciones y
medidas anti-chinas; y en todo caso, dependiendo de lo que la comunidad
empresarial en Estados Unidos le pida, podría llegar a moderar algo la
aplicación de aranceles a los productos chinos.
Trump ha
elevado la presión sobre China en el Mar del Sur de China y ha apoyado militar
y políticamente a Taiwán (y de manera encubierta a los manifestantes en Hong
Kong), así como criticado la política china en la provincia de Xinjiang hacia
la minoría musulmana. Todo esto lo apoyan los demócratas, por lo que no parece
que fueran a cambiar de fondo esta política.
Esto seguirá
con la administración Biden, pero tratando de sumar a aliados europeos y de la
región Asia-Pacífico a dicha estrategia.
Trump ha
intentado llegar a acuerdos con el líder de Corea del Norte, Kim Jong Un, para
que renuncie a sus armas nucleares, con reuniones directas, que hasta ahora no
han dado resultado. Los demócratas sí cambiarían esta política, condicionando
cualquier nueva reunión con el líder norcoreano al establecimiento de un
programa verificable de desnuclearización.
Aunque no ha
profundizado sobre el tema, Biden criticó duramente las reuniones de Trump con
el líder norcoreano, por lo que muy probablemente seguirá el curso de acción
que se comentó arriba.
Trump ha
presionado comercialmente y en materia de gasto militar a sus aliados en Asia
(Japón y Corea del Sur) y Europa (Unión Europea y OTAN), para obtener más
ventajas en el primer caso, y un mayor gasto por parte de sus aliados en el
ámbito militar. Los demócratas, si bien podrían mantener la exigencia en
materia del gasto militar, serían más prudentes en las presiones en materia
comercial, pues buscan restañar las relaciones con los aliados, que se han
visto lastimadas por la rudeza de Trump.
Biden ha
manifestado que reestablecerá la cooperación y el entendimiento con sus aliados
en materia de política exterior, militar y comercial, por lo que es factible
que siga el curso que se especifica arriba.
Trump
está por finalizar un acuerdo con los talibanes para retirar la mayoría de las
tropas norteamericanas de Afganistán. Esto no lo cambiarían los demócratas,
pues hay consenso en que la presencia de tropas en ese país no ha logrado la
derrota de los talibanes, ni consolidar al gobierno afgano.
Aquí sí hay
un cambio, pues las presiones del complejo militar-industrial ya obligaron a
Biden a manifestar que mantendrá una cantidad de soldados en ese país, sin
especificar durante cuánto tiempo.
Trump
mantiene tropas en Irak y Siria. Esto tampoco lo cambiarían los demócratas,
dado que el lobby pro Israel y los gobiernos israelí y saudí árabe, junto con
sus aliados neoconservadores prácticamente dictan la política en Medio Oriente,
y la permanencia de tropas y bases en esos países se considera indispensable
para mantener la presión sobre Irán y sobre el gobierno de Bashar el Assad en
Siria.
Efectivamente,
esto seguirá, pues Israel y los “halcones” del Pentágono no desean el retiro de
tropas de esos países, y Biden ha manifestado que es importante que siga la
presencia militar estadounidense en esos países.
Trump ha
establecido más sanciones económicas y políticas contra Rusia, a instancias del
complejo militar industrial, los neoconservadores y la mayor parte del
establecimiento político de Washington. Esta política no sólo se mantendría con
los demócratas, sino incluso se profundizaría, con lo que la carrera
armamentista entre ambas potencias y la posibilidad de crisis diplomáticas entre
ellas se agudizaría.
Efectivamente,
Biden y sus colaboradores son abiertamente anti rusos, por lo que esta política
se mantendrá.
Trump ha
restablecido un semi bloqueo a Cuba y ha aumentado exponencialmente la presión
sobre Venezuela. Es posible que en el caso cubano los demócratas aflojaran un
poco las nuevas sanciones impuestas por Trump, con objeto de reiniciar la
política de acercamiento de Obama; pero con Venezuela es muy difícil que
cambiaran algo, en vista de que el derrocamiento de Maduro es un objetivo
compartido por todo el establecimiento político de Washington.
Esta
previsión también seguirá su curso, pues si bien Biden no ha hablado sobre
Cuba, es factible que afloje un poco la presión sobre el gobierno de la isla; y
en el caso venezolano, seguirá el intento de cambio de régimen, que es
compartido por demócratas y republicanos.
Trump ha
logrado que México lleve a la práctica una política migratoria restrictiva y
que reciba a los aplicantes de asilo en su territorio. Los demócratas no darían
marcha atrás tampoco en esta política, ya que este tipo de concesiones, una vez
logradas, no son fácilmente reversibles; y si México ya aceptó esto, no se ve
la razón del porqué los demócratas le darían un respiro a nuestro país (en todo
caso, la forma de tratar a los migrantes indocumentados dentro de Estados
Unidos, podría ser más humanitaria, pero hasta ahí).
Efectivamente,
será muy difícil que México pueda cambiar su política migratoria, una vez que
hizo tantas concesiones a Trump. En el mejor de los casos, en el mediano plazo,
podría ser que Estados Unidos no envíe a tantos aplicantes de solicitudes de
refugio a nuestro país; y en el corto plazo, que dé un trato más humanitario a
los migrantes indocumentados.
Trump
reconoció a Jerusalén como la capital de Israel y movió la embajada
estadounidense ahí; reconoció a los Altos del Golán como territorio israelí; ha
quitado recursos para los refugiados palestinos y expulsado de Washington a los
representantes palestinos; en suma, ha dado todo lo que ha exigido el gobierno
de Netanyahu y casi ha destruido por completo la opción de crear un Estado
palestino independiente. Los demócratas, tan dependientes como los republicanos
de los fondos que provee el poderoso lobby pro Israel para las campañas y del
dominio casi completo que tiene sobre los grandes medios de comunicación (y
Hollywood), no se atreverán a dar marcha atrás a ninguna de estas políticas de
Trump.
Esta es una
de las políticas que no dependen de los políticos estadounidenses, sino de
Israel. Y por supuesto, Israel ha decidido que eso no va a cambiar. En el mejor
de los casos, Biden intentará no ahogar económicamente a la dirigencia
palestina de Cisjordania, para mantener la ficción de que se pueden
reestablecer las “conversaciones de paz”. Pero la realidad es que los
palestinos han quedado completamente abandonados a su suerte e Israel mantendrá
el ilegal despojo de sus tierras, la violación constante de los derechos humanos
de los palestinos y de ser posible, su expulsión definitiva de sus territorios,
sin que la comunidad internacional haga algo para evitarlo.
Como
podemos observar, si bien en algunos casos los demócratas podrían echar para
atrás las políticas de Trump (Acuerdo Transpacífico y el Climático, Corea del
Norte), la gran mayoría de las políticas trumpianas se quedarán, y sólo
cambiará el énfasis en algunos instrumentos de política (quizás un poco más de
diplomacia y un poco menos de amenazas); y en el discurso, menos bronco y
amenazante, por uno más diplomático y negociador (en la superficie).
Pero, en
términos generales, la política exterior de la potencia hegemónica se mantendrá
en sus líneas esenciales, pues responde al mismo interés de demócratas y
republicanos de mantener esa hegemonía en lo político, económico, tecnológico y
militar, ante cualquier reto o potencia que la pueda poner en riesgo.
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