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Zapata

martes, 14 de mayo de 2019

ISRAEL INSTIGA GUERRA CONTRA IRÁN


Benjamín Netanyahu tiene el control de los hilos de la seguridad nacional, el Pentágono y el Departamento de Estado en Estados Unidos (Bolton, Haspel, Shanahan y Pompeo).
El gran objetivo de los gobiernos israelíes desde su fundación como Estado hace 71 años, ha sido desbaratar la alianza árabe-persa que se formó en su contra, a raíz del robo que se les hizo a los palestinos de su tierra, para regalársela a los sionistas (realizado a través de la limpieza étnica, que sigue ininterrumpida hasta nuestros días).
Durante 26 años (1953-1979) Irán se mantuvo como un país vasallo de Occidente, a través del despótico gobierno del Sha Reza Pahlevi, y con ello como un aliado de Israel. Pero a partir del triunfo de la revolución islámica encabezada por el ayatollah Kohmeini, Irán se manifestó como enemigo del Estado de Israel, y con ello el balance del poder en el Medio Oriente, que a partir de 1977 se había vuelto más favorable para los israelíes (con el establecimiento de la paz y las relaciones diplomáticas con Egipto), volvió a serle desfavorable al gobierno de Tel Aviv.
Fue entonces que el todavía vasallo de Estados Unidos, Saddam Hussein inició una guerra contra Irán (1980-88), que permitió mantener en un permanente desgaste a Irak e Irán, y con ello Israel logró bajar la presión en su contra en esa región del mundo.
Desde ese momento surgió en el establecimiento de seguridad e inteligencia israelí la estrategia de provocar el caos y la destrucción en el mundo árabe y persa, con objeto de debilitar a los que consideraba sus enemigos mortales, y de esa forma, no sólo disminuir los riesgos a la “existencia” del estado de Israel, sino aprovechar esa inducida división y dislocación de esas sociedades y países, para que Israel surgiera como potencia indiscutida de dicha región del mundo (y de hecho conformar así el Gran Israel, acabando de desplazar por completo a los palestinos de sus tierras, conquistando además otras zonas adyacentes, como ya lo habían hecho en su momento con las Alturas del Golán, arrebatadas a Siria y el Sinaí, que se le tuvo que regresar a Egipto como parte de los acuerdos de paz firmados con el presidente Anwar el Sadat).
El Plan Yinon de 1982[1], del Ministerio de Relaciones Exteriores israelí, era una “…estrategia perseverante de dislocación del mundo árabe”, para el desmembramiento generalizado de ese conjunto geográfico. El objetivo era la balcanización del Medio Oriente, con objeto de que los países árabes se convirtieran en estados pequeños y débiles.
Se buscaba profundizar los enfrentamientos entre musulmanes y cristianos en Egipto (algo que ha venido sucediendo en la última década, sobre todo) con la intención de “descomponer” en diferentes “regiones geográficas” a ese país.
Se buscaba la “desintegración completa” de Líbano (guerra civil desde los años 70 hasta los 90) dividiéndolo en 5 provincias; el colapso total de Siria (guerra civil desde 2011 hasta la fecha) e Irak (guerra contra Irak en 1991 e invasión en 2003; guerra civil desde esa fecha hasta 2017), para dividirlos en regiones étnicas. Incluso el actual aliado de Israel, el régimen de Arabia Saudita era visto como un candidato para la disolución total.
Pues bien, ese plan, especialmente desde los atentados terroristas del 2001, que sirvieron como el pretexto perfecto para desarrollar dicha estrategia, ha venido aplicándose desde los años ochenta del siglo pasado, planeado y dirigido por Israel, pero implementado por su vasallo, Estados Unidos, a través de continuas guerras e intervenciones militares a lo largo de 4 décadas.
Pero en esas 4 décadas un país se les ha escapado de la destrucción y el caos deliberado, y ese ha sido Irán, que con un gobierno teocrático centralizado, ha podido evitar que los muchos intentos de “cambio de régimen” “revoluciones”, “rebeliones”, sabotajes, asesinatos contra las élites política, de seguridad y científica de ese país, así como innumerables sanciones económicas y la permanente satanización del país y de su dirigencia en los medios de comunicación occidentales, logren el objetivo israelí (y ahora también de Arabia Saudita) de la destrucción completa, no sólo del gobierno de Teherán, sino del país.
Por ello, ahora el gobierno de Israel, que como nunca antes controla completamente la política exterior, militar y de inteligencia de Estados Unidos, no puede dejar pasar la oportunidad de iniciar una guerra, o al menos, ataques limitados, contra Irán, pues sabe que la situación política en Estados Unidos, que es su instrumento para ello, no es del todo favorable a iniciar una nueva aventura bélica, a pesar de que normalmente no se toma en cuenta el sentir de la población para la toma de este tipo de decisiones.
Así, después del retiro de Estados Unidos de acuerdo nuclear con Irán, y del aumento exponencial de las sanciones económicas contra ese país; Netanyahu y sus estrategas decidieron acelerar el inicio de la guerra contra Irán, debido a que su vasallo estadounidense se enfrenta a un dilema estratégico que podría retrasar la agresión a Irán por meses o años.
Ese dilema tiene que ver con Venezuela, pues para el gobierno de Trump es fundamental demostrar que en el Hemisferio Occidental la potencia indiscutida es Estados Unidos y por lo mismo, si desde Washington se decide que un gobierno no es aceptable, dicho gobierno debe caer a como dé lugar.
Pero da la casualidad de que el gobierno de Maduro no ha caído con los distintos intentos de golpe de Estado que ha venido intentando Washington desde hace meses, y ello está dejando como última opción la abierta intervención militar estadounidense para derrocar a Nicolás Maduro.
De ser así, los recursos humanos, materiales y económicos que se tendrían que usar para invadir un país del tamaño y población de Venezuela, cancelarían por un tiempo cualquier tipo de aventura militar en otra región. Menos aún, una intervención militar igual de complicada y grande, como sería una guerra con Irán.
Si a ello se suma la presencia de miles de tropas estadounidenses en el Pacífico por la situación de tensión con Corea del Norte y la disputa marítima con él gobierno chino en el Mar del Sur de China, se podrá comprender que el Pentágono iba a tener que decirle al presidente Trump que decidiera en donde se intervendría militarmente, en Venezuela o en Irán; pero en los dos al mismo tiempo no sería posible.
De ahí que los neoconservadores pro israelíes del gobierno de Trump y el gobierno de Netanyahu se movieron rápidamente, proporcionándole a Bolton “inteligencia” proveniente del Mossad[2], en la que supuestamente se establecen posibles ataques iraníes a tropas o intereses estadounidenses y de sus aliados, con lo que el asesor de seguridad nacional estadounidense pudo tener el pretexto para que Trump ordenara un aumento considerable de la presencia militar  (marítima y aérea) en el Golfo Pérsico, con la intención de generar algún incidente que le dé la justificación a Estados Unidos para iniciar una guerra con Irán.
Y ese incidente se los proporcionó ya el Mossad o alguna otra agencia de seguridad e inteligencia israelí, que saboteó 4 buques tanque saudíes en el estrecho de Ormuz.
Y afirmamos que fue el Mossad[3], porque los iraníes no son estúpidos, y saben que ese tipo de pretextos son los que están buscando los “halcones” de Washington para cumplir el mandato de sus amos israelíes de iniciar cuanto antes la guerra contra Irán, y de esa manera dejar en segundo plano la intervención militar en Venezuela (o al menos realizarla de una manera significativamente más limitada).
Y tampoco pudieron ser los sauditas mismos, ya que lo que menos quieren en Riad es ser los primeros en salir a confrontar a Irán en una guerra, pues saben lo incompetentes que son (lo han demostrado con creces en Yemen), y también saben que Israel y Estados Unidos gustosamente los utilizarán como “carne de cañón” en el inicio del conflicto armado con Irán.
Así que el sabotaje a los tanqueros saudíes muy probablemente fue realizado por los israelíes, con objeto de sustanciar sus informes de “inteligencia”, entregados a Bolton, en los que señalaban la posibilidad de estos ataques (o sea la profecía autocumplida).
Lo único bueno de todo esto, si es que hay algo, es que el gobierno de Maduro podría estar ganando tiempo, pues la guerra contra Irán está tomando precedencia en Washington, instigada por Israel, a la intervención militar en Venezuela.
En todo caso, Netanyahu y sus “minions” en Washington, no van a quitar el dedo del renglón hasta que Trump ordene un ataque masivo contra Irán, y ello lleve al Medio Oriente y al mundo entero, a una espiral más de violencia y de crisis económica y política; todo ello con objeto de satisfacer las ambiciones israelíes.

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