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Zapata

sábado, 5 de noviembre de 2016

México, la subordinación y el vasallaje; Bolivia, el desarrollo con soberanía y justicia social

Ayer la secretaria de Relaciones Exteriores de México, Claudia Ruiz Massieu, una junior más, sin calificación ni experiencia alguna, que ocupa los altos niveles gubernamentales sólo por ser sobrina de un ex presidente, compareció ante el Senado, en donde afirmó sin rubor alguno que para México la “integración y el libre comercio” son una plataforma para vincularse con el mundo y “construir desarrollo incluyente”.
¿Desarrollo incluyente? Desde que está en vigor el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, según el propio Banco Mundial, el 52% de la población mexicana permanece en la pobreza. Es decir, su libre comercio no ha incluido a más de la mitad de la población en 24 años y medio (toda una generación).
Las dos terceras parte de la población económicamente activa gana menos de tres salarios mínimos (6600 pesos al mes); México ha seguido ocupando los dos o tres últimos lugares en todos los rubros que mide la OCDE como indicadores del desarrollo desde mediados de los años noventa; el 58% de la población no puede salir de la economía informal; el salario mínimo en México es uno de los más bajos de América Latina y seguirá estancado, perdiendo poder adquisitivo año tras año, etc.
Pero los juniors tecnócratas y corruptos que saquean (que no gobiernan) este país, ven la realidad que les conviene y les acomoda.
Ahí está ese oligarca explotador, Alberto Bailleres (que compró el año pasado la medalla Belisario Domínguez que otorga el Senado, y que por lo mismo ya no vale ni lo que una corcholata), señaló el Martes 1 de Noviembre en una “entrega de reconocimientos” en el ITAM (esa universidad que es la cuna de la depredación y saqueo del país, en donde se entrena a los juniors en el arte de corromperse, regalar la riqueza nacional al extranjero y mantener oprimida a la población), que había que ser optimista, no ver lo negativo (claro, no hay que ver ni escuchar a los pobres, a los familiares de los desaparecidos y masacrados por el crimen organizado y por las propias autoridades; a los marginados), pues México puede llegar a ser una de las “diez principales potencias del mundo (sic)”.
Estos criminales, si pudieran eliminar al 80% de la población que les “estorba” en su país de la fantasía, lo harían. Pero da la casualidad que ese 80% de la población, es la base en la cual están parados para mantener sus riquezas y privilegios.
En cambio, casi el único país de Sudamérica que queda en pie con políticas progresistas, impulsando un desarrollo incluyente, que es Bolivia, lo ha logrado a través de la “integración”, pero no con los poderes trasnacionales, sino entre pueblo y gobierno.
Este año Bolivia terminará con un crecimiento del 4.5%, en gran medida gracias a que desde que subió Evo Morales a la presidencia en 2006, se dio a la tarea de asegurar que la palanca del desarrollo del país no siguiera en manos foráneas, esto es los hidrocarburos; y los nacionalizó, con lo que ahora el gobierno obtiene entre el 85 y 93% del excedente generado en el sector, lo que se invierte en combatir la pobreza y en una política social incluyente que ha mejorado el ingreso del 40% de la población más pobre, lo que le ha valido que incluso el neoliberal Banco Mundial lo reconozca como el país “campeón” en ese rubro, en todo el mundo[1].
Pero además en materia macroeconómica Bolivia se distingue por su solidez, pues cuenta con reservas por 48 mil millones de dólares, mientras que su PIB es de 38 mil millones de dólares; la inversión pública pasó de 879 millones de dólares en 2006, a 6396 millones de dólares para 2016, con lo que se ha fortalecido el mercado interno, junto con el aumento de los ingresos de la mayoría de la población.
Y todo ello sin subordinar a Bolivia a las políticas depredadoras impulsadas por Washington, ni a su política exterior promotora de la guerra permanente y de la subyugación de la mayoría de los países del mundo.
Bolivia, en el papel, es mucho menos poderosa que México en lo económico y militar, como para llevar a cabo políticas que defienden la soberanía, un verdadero desarrollo incluyente y un destino común para los bolivianos; sin embargo, es México el país vasallo que hace lo que le dictan desde Washington y Nueva York (con títeres como Peña, Ruiz Massieu y próximamente la pareja criminal Zavala-Calderón); y en cambio Bolivia se levanta con dignidad para defender un proyecto nacional, que se relaciona positiva y soberanamente con el mundo, no como un país pelele y bananero como han dejado a México sus vergonzosos “gobernantes”.

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