Ayer la secretaria de Relaciones Exteriores de México,
Claudia Ruiz Massieu, una junior más,
sin calificación ni experiencia alguna, que ocupa los altos niveles gubernamentales
sólo por ser sobrina de un ex presidente, compareció ante el Senado, en donde
afirmó sin rubor alguno que para México la “integración y el libre comercio”
son una plataforma para vincularse con el mundo y “construir desarrollo
incluyente”.
¿Desarrollo incluyente? Desde que está en vigor el Tratado de
Libre Comercio de América del Norte, según el propio Banco Mundial, el 52% de
la población mexicana permanece en la pobreza. Es decir, su libre comercio no
ha incluido a más de la mitad de la población en 24 años y medio (toda una
generación).
Las dos terceras parte de la población económicamente activa
gana menos de tres salarios mínimos (6600 pesos al mes); México ha seguido
ocupando los dos o tres últimos lugares en todos los rubros que mide la OCDE
como indicadores del desarrollo desde mediados de los años noventa; el 58% de
la población no puede salir de la economía informal; el salario mínimo en
México es uno de los más bajos de América Latina y seguirá estancado, perdiendo
poder adquisitivo año tras año, etc.
Pero los juniors tecnócratas
y corruptos que saquean (que no gobiernan) este país, ven la realidad que les
conviene y les acomoda.
Ahí está ese oligarca explotador, Alberto Bailleres (que
compró el año pasado la medalla Belisario Domínguez que otorga el Senado, y que
por lo mismo ya no vale ni lo que una corcholata), señaló el Martes 1 de
Noviembre en una “entrega de reconocimientos” en el ITAM (esa universidad que
es la cuna de la depredación y saqueo del país, en donde se entrena a los juniors en el arte de corromperse,
regalar la riqueza nacional al extranjero y mantener oprimida a la población),
que había que ser optimista, no ver lo negativo (claro, no hay que ver ni
escuchar a los pobres, a los familiares de los desaparecidos y masacrados por
el crimen organizado y por las propias autoridades; a los marginados), pues
México puede llegar a ser una de las “diez principales potencias del mundo
(sic)”.
Estos criminales, si pudieran eliminar al 80% de la población
que les “estorba” en su país de la fantasía, lo harían. Pero da la casualidad
que ese 80% de la población, es la base en la cual están parados para mantener
sus riquezas y privilegios.
En cambio, casi el único país de Sudamérica que queda en pie
con políticas progresistas, impulsando un desarrollo incluyente, que es Bolivia,
lo ha logrado a través de la “integración”, pero no con los poderes
trasnacionales, sino entre pueblo y gobierno.
Este año Bolivia terminará con un crecimiento del 4.5%, en gran
medida gracias a que desde que subió Evo Morales a la presidencia en 2006, se
dio a la tarea de asegurar que la palanca del desarrollo del país no siguiera
en manos foráneas, esto es los hidrocarburos; y los nacionalizó, con lo que
ahora el gobierno obtiene entre el 85 y 93% del excedente generado en el
sector, lo que se invierte en combatir la pobreza y en una política social
incluyente que ha mejorado el ingreso del 40% de la población más pobre, lo que
le ha valido que incluso el neoliberal Banco Mundial lo reconozca como el país “campeón”
en ese rubro, en todo el mundo[1].
Pero además en materia macroeconómica Bolivia se distingue
por su solidez, pues cuenta con reservas por 48 mil millones de dólares,
mientras que su PIB es de 38 mil millones de dólares; la inversión pública pasó
de 879 millones de dólares en 2006, a 6396 millones de dólares para 2016, con
lo que se ha fortalecido el mercado interno, junto con el aumento de los
ingresos de la mayoría de la población.
Y todo ello sin subordinar a Bolivia a las políticas
depredadoras impulsadas por Washington, ni a su política exterior promotora de
la guerra permanente y de la subyugación de la mayoría de los países del mundo.
Bolivia, en el papel, es mucho menos poderosa que México en
lo económico y militar, como para llevar a cabo políticas que defienden la
soberanía, un verdadero desarrollo incluyente y un destino común para los
bolivianos; sin embargo, es México el país vasallo que hace lo que le dictan
desde Washington y Nueva York (con títeres como Peña, Ruiz Massieu y
próximamente la pareja criminal Zavala-Calderón); y en cambio Bolivia se
levanta con dignidad para defender un proyecto nacional, que se relaciona
positiva y soberanamente con el mundo, no como un país pelele y bananero como
han dejado a México sus vergonzosos “gobernantes”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario