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Zapata

miércoles, 9 de noviembre de 2016

LOS DEPLORABLES E IRREDIMIBLES DERROTARON A LAS ELITES DEPREDADORAS

El triunfo de Donald Trump sobre Hillary Clinton en las elecciones presidenciales de ayer 8 de noviembre, contra todos los pronósticos de las encuestadoras, “expertos” y medios de comunicación[1], refleja el hartazgo de la población, del hombre y la mujer de a pie, respecto al desprecio que las élites depredadoras han mostrado hacia ellos en los últimos 35 años en que han desarrollado su proyecto de globalización-dominación-depredación económica, y subyugación político-militar sobre la mayor parte de los países del mundo, incluidos los de los mismos países desarrollados.
No deja de ser significativo que la cuna en donde nació este proyecto de hegemonía mundial, esto es Estados Unidos y Gran Bretaña, hayan sido en el último año, los principales representantes del rechazo a ese modelo destructor, a través del voto de la mayoría de los británicos para dejar la Unión Europea, y la de la mitad de los estadounidenses (puesto que al parecer el voto popular lo ganará por escaso margen Clinton, no así el del Colegio Electoral), en favor del “populista” Donald Trump.
Casi todo el establecimiento político-económico de Estados Unidos se volcó en favor de Clinton, pues era quien representaba sus intereses, esto es el modelo globalizador y la guerra permanente; mientras que Trump representaba, al menos, la crítica a ambas políticas.
No cabe duda que en el mundo crece el rechazo a la globalización económica que sólo beneficia a las élites depredadoras y en alguna medida a una pequeña franja de la clase media, pero deja fuera de sus “beneficios” a las masas, incluyendo buena parte de la clase media, lo que finalmente se está reflejando en triunfos electorales de partidos críticos de ese modelo, aunque principalmente de derecha (crecimiento de partidos populistas de derecha en Francia, Hungría, Polonia, Gran Bretaña, etc.).
Pero hay que recordar que esta oposición a la globalización destructora y a la política de caos deliberado y guerra permanente impulsada por Washington, Londres, Paris y Tel Aviv, ya había surgido con fuerza en América Latina desde principios del siglo XXI, en países como Venezuela, Argentina, Brasil, Bolivia, Paraguay y Ecuador. Pero en los últimos tres años la alianza entre los sectores empresariales, los grandes medios de comunicación, Washington y sectores de clase media de dichos países (con la excepción de Bolivia) han revertido casi por completo la ola progresista opositora al modelo depredador, que había venido creciendo en los últimos 15 años.
Ahora habrá que ver si Trump es apoyado por el Partido Republicano, que mantuvo sus mayorías en las Cámaras de Senadores y de Representantes, en las principales propuestas que hizo durante su campaña, como construir el muro fronterizo; deportar al menos a 2 millones de indocumentados acusados de crímenes; bajar el impuesto corporativo de 35% a 15%; eliminar una buena parte de las regulaciones en materia ambiental, de protección al consumidor y laboral; cancelar la reforma de salud y proponer una “mejor”; llevar a cabo un programa de reconstrucción de la infraestructura y de apoyo a las ciudades que han perdido empleos y han sufrido deterioro urbano; castigar a las empresas que busquen relocalizarse en otros países, imponiendo tarifas a sus productos, en caso de que quieran venderlos en Estados Unidos;  revisar, renegociar y en su caso retirarse de tratados comerciales que considere lesivos para el interés de Estados Unidos, así como no adherirse a nuevos (el Transpacífico y el de Comercio e Inversión con Europa); hacer pagar a los aliados de Estados Unidos en Europa, Medio Oriente y Asia una parte proporcional mayor en lo que respecta a su defensa militar; destruir al “Estado Islámico” en Siria e Irak; desarrollar una mejor relación con Rusia; apoyo irrestricto a Israel[2]; repudio al tratado en materia nuclear con Irán; nombramiento de al menos un juez conservador en la Suprema Corte (más las vacantes que se vayan abriendo); apoyo a las fuerzas del orden en el país y a la Segunda Enmienda (posesión de armas por los particulares), entre otras.
El mandato que le ha dado una mayoría blanca insatisfecha de estadounidenses, apoyada por una parte no despreciable de “hispanos”, para que lleve a cabo estas políticas, será una presión importante sobre los republicanos en ambas cámaras, que tendrán que cumplir, si no con todas las promesas, sí con la mayoría.
Ya los mercados internacionales, que reflejan los intereses y prioridades de las élites depredadoras mundiales, están cayendo en todos lados, demostrando con ello a Trump que lo van a presionar para que modere sus propuestas económicas, o de lo contrario puede enfrentar, apenas tome posesión como presidente, una recesión, o incluso, una crisis económica internacional.
Así también, recordemos que Trump está rodeado de miembros de la clase política tradicional de Washington, como Chris Christie, gobernador de Nueva Jersey, que coordinará la transición; Mike Pence (que será el vicepresidente), gobernador de Indiana, Rudy Giuliani, ex alcalde de Nueva York; Newt Gingrich, ex líder de la mayoría en la Cámara de Representantes; así como representantes de Wall Street, como Steve Mnuchin (es socio de Goldman Sachs y ex empleado de George Soros), como su principal encargado de recaudar fondos, y muy posiblemente próximo secretario del Tesoro; o su propio yerno, Jared Kushner, miembro de la influyente y poderosa comunidad judía neoyorkina (igual que Mnuchin), que jugó un papel central en la campaña de Trump.
Además, los siempre camaleónicos neoconservadores, a pesar de su vehemente rechazo a Trump, van a tener dos meses y medio para reinsertarse en los pasillos del poder, y no sería difícil que lo hagan, con lo que nuevamente podrían influir para que el presidente mantenga la guerra permanente y el caos deliberado en Medio Oriente, básicamente en favor de los intereses israelíes y árabes.
Ya veremos si Trump efectivamente desea mejorar las relaciones con Putin, o esto sólo se quedará en el tintero, sabiendo que todo el establecimiento político-económico-militar y propagandístico de las élites depredadoras, va a mantener la presión para evitar que eso suceda.
Así también, hay que recordar que Trump ya está convencido de que hay que revertir el acuerdo nuclear con Irán, lo que bien podría llevar a una nueva guerra en Medio Oriente, empujada por los neoconservadores, el gobierno de Netanyahu, el de Riyad, el de Ankara y las petromonarquías del Golfo Pérsico.
¿Cómo responderá Putin al incremento de la presión sobre Irán, tomando en cuenta que este país es aliado ruso, y de Bashar el Assad en Siria? ¿La dejará pasar? ¿Qué hará Trump respecto a Ucrania y la presencia de las fuerzas de la OTAN en las fronteras de Rusia? ¿Mantendrá esa política o la revertirá?
Donde sin lugar a dudas Trump se sentirá más cómodo para llevar a cabo una política agresiva será en América Latina, pues en su “traspatio” ninguna otra potencia se atreverá a desafiarlo, por lo que el gobierno de Maduro en Venezuela bien podría sufrir en los próximos meses intentos para derrocarlo y no hay que descartar el despliegue de barcos de guerra estadounidenses cerca de las costas venezolanas.
Pero sin duda alguna, el gran perdedor a nivel mundial es México, aún más que China, los dos países a los que Trump demonizó a lo largo de toda su campaña; ya que China es una superpotencia y tiene muchos más medios para defenderse de las políticas comerciales y de la presión militar que intentará ejercer la nueva administración estadounidense sobre Beijing.
Trump y México
El odio visceral de Trump a México, por razones de venganza personal, así como las reiteradas promesas de campaña sobre la construcción del muro y la renegociación y/o el repudio del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (así como la deportación de indocumentados “criminales y violadores”, y el combate a los cárteles de la droga), no se pueden quedar sin cumplir, o al menos de intentar llevarlas a cabo, so pena de perder a la mayoría de la base electoral blanca xenófoba que lo apoyó.[3]
Así que sería muy ingenuo de parte del subordinado, servil, vasallo y corrupto gobierno mexicano, la subclase política (más sus socios del crimen organizado) y  los oligarcas pensar que Trump no va a intentar llevar a cabo estas políticas (así como obstaculizar o gravar el envío de remesas).
La vasalla élite política y económica mexicana enganchó al país como un apéndice de la economía y la política estadounidenses a lo largo de 35 años, dejando en manos de Washington y Nueva York las decisiones fundamentales en materia de política económica, militar-de seguridad, y ahora ya también de política exterior; a cambio de eso, esa élite servil se ha  podido enriquecer mediante la corrupción, los oligopolios, los abusos, el saqueo, la explotación inmisericorde de la mano de obra y su asociación con el crimen organizado, sin la oposición de Washington. Además de que los gobiernos republicanos y demócratas se hicieron de la vista gorda (y también se aprovecharon de ello) en el envío de drogas al lucrativo mercado de adictos estadounidenses (25 millones); así como respecto a la inmigración de indocumentados, permitiéndole así a la disfuncional economía mexicana deshacerse de millones de subempleados y desempleados, que además mandan miles de millones de dólares de remesas, con lo que ayudan a evitar el colapso de la balanza de pagos del país.
Así que estos títeres y peleles del gran capital internacional y de los aparatos militar y de seguridad de Washington, pensaron que ya no había vuelta atrás en este esquema de subyugación de México a Estados Unidos, mediante el cual ellos se seguirían enriqueciendo impunemente, a costillas del pueblo y los recursos financieros y naturales de México.
Pero con la llegada de Trump su esquema depredador se puede venir abajo, por lo que ya hicieron un primer intento de convencer a Trump de que no deshaga el modelo de subordinación de México a Estados Unidos, con la visita de Trump el pasado 31 de Agosto, que sólo sirvió para que el bravucón candidato republicano confirmara que la subclase política de este país está conformada por cobardes comprables, que no opondrán resistencia a las medidas que va a implementar contra nuestro país.
Seguramente en los próximos días el ridículo gobierno peñista querrá lavar su estupidez de la invitación, señalando que se tuvo “la visión” anticipada de que Trump ganaría, por lo que se le invitó para iniciar una relación constructiva con el próximo presidente de Estados Unidos.
Y también Peña y sus subordinados tratarán de lanzarse a los pies a Trump para intentar evitar alguna de las muchas políticas que afectarán al proyecto neoliberal mexicano; pero el presidente electo de Estados Unidos no se va a echar para atrás, sino al contrario, midiendo la debilidad de los “gobernantes” mexicanos, llevará a cabo tales políticas aún con más confianza y profundidad. Y si no, al tiempo.




[1] Como botón de muestra ayer incluimos en este blog la de Huffington Post que daba 332 votos electorales a Clinton. La distancia respecto a los que ha conseguido hasta ahora, 218, es abismal.
[2] Cambiar la embajada de Tel Aviv a Jerusalén, con lo que se terminaría de facto la posición favorable de Estados Unidos a “los dos estados”; veto a cualquier resolución contraria a Israel en las Naciones Unidas; más recursos económicos y militares para Israel; en fin, la destrucción de la nación palestina y el vasallaje completo de Washington a Netanyahu.
[3] Aquí también hay que incluir a un 30% de los “hispanos” que ven en la migración indocumentada un peligro para su propio estatus, pues consideran que ya han logrado ser “aceptados” por la sociedad blanca estadounidense, por lo que seguir aceptando la llegada de indocumentados les dificulta ese proceso de asimilación; por lo que el repudio a México, Centroamérica y en general a los indocumentados, es muy fuerte en este sector de la población.

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