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Zapata

jueves, 17 de noviembre de 2016

¿CÓMO DEBERÍA RENEGOCIAR EL TRATADO DE LIBRE COMERCIO DE AMÉRICA DEL NORTE… DONALD TRUMP?

¿Por qué se ubican las grandes empresas manufactureras estadounidenses en México?
Básicamente porque en Estados Unidos se tienen que pagar salarios mucho más altos, así como mayores impuestos; cumplir con diversas regulaciones medioambientales, de protección al trabajador y también al consumidor, que si bien en algunos casos también existen en México, rara vez se aplican.
En México, las dos terceras partes de la población económicamente activa gana 3 salarios mínimos o menos, o el equivalente a 300 dólares al mes, al tipo de cambio actual. En Estados Unidos el salario mínimo establecido por el gobierno federal es de 7.25 dólares por hora (es decir, 58 dólares diarios), contra un promedio diario en México de 1.25 dólares por hora; es decir, en Estados Unidos tienen que pagar al trabajador un 580% más, si sólo tomáramos en cuenta los salarios mínimos federales vigentes. Obviamente en la industria manufacturera se pagan salarios más elevados.
Por otro lado, en Estados Unidos las grandes empresas están obligadas a pagar un impuesto corporativo del 35%, que Trump quiere reducir ahora a sólo el 15%; pero la realidad es que estas corporaciones realmente terminan pagando alrededor de un 20% de impuesto[1], por las prácticas contables que realizan, las “lagunas” fiscales existentes en el Código Fiscal de Estados Unidos y la localización de las matrices de dichas corporaciones en paraísos fiscales, con objeto de pagar menos impuestos al fisco estadounidense.
Aun así, en el caso de México la situación es mucho más favorable para las grandes empresas, pues las 400 más grandes corporaciones (trasnacionales y mexicanas), que son las que aprovechan principalmente el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA, por su siglas en inglés) sólo pagan el 1,7% del impuesto sobre la renta, cuando tienen ingresos cercanos a los 5 millones de millones de pesos al año[2].
Así que para las corporaciones estadounidenses, ubicarse en México les reporta una disminución en su pago de impuestos del orden de 1,176%.
Incluso, algunas corporaciones asiáticas como la coreana KIA, que también aprovechan el NAFTA, logran acuerdos con el gobierno, como no pagar por 15 años impuestos, por la planta que acaba de construir en el Bajío[3].
Así también, las filiales de las empresas trasnacionales remiten a sus matrices cada año, entre 3 mil y 4 mil millones de dólares al año[4].
La realidad es que el NAFTA es aprovechado por un puñado de grandes empresas trasnacionales y mexicanas (el 17% del total), que acaparan el 82% del valor de las exportaciones manufactureras, mientras que el 62% de las pequeñas y medianas empresas, sólo participan con el 9%[5].
De ahí que Trump podría exigir al gobierno mexicano lo siguiente:
1.   Para mantener los aranceles bajos o inexistentes entre México y Estados Unidos, nuestro país tendría que comprometerse a elevar el salario mínimo a por lo menos la mitad de lo que se paga en Estados Unidos; con la meta de ir aumentándolo año con año, hasta emparejarlo en unos 5 años.
2.   El gobierno mexicano tendría que aplicar en la realidad un impuesto sobre la renta de 15% (no de 1.7% en promedio, como ahora lo hace) a las grandes corporaciones; igual al impuesto corporativo que se establecerá en Estados Unidos.
3.  Ahora sí funcionarán paneles bilaterales que revisarán minuciosamente que todas las reglas en materia ambiental, de protección al trabajador y al consumidor sean similares en Estados Unidos y en México, y que se apliquen en la realidad en ambos países, para evitar ventajas indebidas.
4.   Finalmente, se debería establecer un Comité Binacional de combate a la Corrupción y al Crimen Organizado para revisar que las empresas que participan en el NAFTA no obtengan ventajas indebidas gracias a la corrupción, o que se dediquen a “lavar dinero” del crimen organizado.
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De esta forma Trump obligaría al corrupto, servil, vasallo e incompetente gobierno mexicano a emparejar las condiciones en que se realiza el comercio entre ambos países, y con ello, indirectamente, beneficiaría al trabajador y al consumidor mexicanos, pues las condiciones laborales y del mercado interno tendrían que equipararse a las de Estados Unidos, con objeto de que México no saque ventaja de los salarios miserables que se pagan en el país, del no pago de impuestos de las grandes corporaciones, y de la no aplicación de las leyes de protección ambiental, al trabajador y al consumidor.



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