Polarización, centralización, militarismo y clientelismo
Leo Zuckermann
La crisis humanitaria en
Acapulco pinta de cuerpo entero al gobierno de López Obrador. El
retrato perfecto de la polarización, centralización, militarismo y clientelismo
que lo ha caracterizado.
Para empezar, la división como
consigna.
Lejos de unir al país para
atender la emergencia, nuestro jefe de Estado aprovecha la oportunidad para,
una vez más, polarizar. Reconozco que del lado opositor no han faltado las
voces que también hacen lo mismo. Pero al Presidente, por la investidura que
tiene, le corresponde ponerse por arriba de la política partidista y liderar al
país uniendo a todos los mexicanos en torno a la crisis en Guerrero.
Pues no lo ha hecho. Ha salido
el mismo López Obrador de siempre.
Irascible, se lanza en contra
de los medios de comunicación por reportar lo que está ocurriendo en Acapulco.
¿Pues qué quería el Presidente?, ¿que los reporteros no dijeran lo que estaban
observando en una ciudad devastada por el huracán?, ¿que se callaran frente a
los reclamos ciudadanos de más ayuda?
Pues claro que no.
Y ante esto, viene la típica
fórmula de este sexenio: desacreditar al mensajero y culparlo de lo sucedido.
Añádase la retahíla
presidencial en contra de adversarios reales o ficticios: los conservadores,
reaccionarios, materialistas, etcétera. El discurso maniqueísta de Disney: la
lucha de nosotros los buenos contra ellos los malos.
Lamentable es que el
Presidente polarice hasta en los momentos más críticos de la República.
¿De qué les sirven a los
guerrerenses los arrebatos de AMLO?
¿Acaso los reconforta cuando
lo que requieren son soluciones a sus problemas apremiantes?
Triste, muy triste, observar
que los políticos, comenzando por el Presidente, no puedan dejar a un lado sus
diferencias y trabajar por el bien común después de una tragedia. Son momentos
de unidad, no de división. Pero este gobierno no parece entender el concepto.
De cuerpo entero se observa,
también, su obsesión por centralizar y controlar todo.
AMLO no
cree ni en los otros niveles de gobierno y, menos aún, en las organizaciones de
la sociedad civil. Éstas le sacan erisipela. Sólo el gobierno federal, es
decir, él es quien debe intervenir para resolver una crisis tan complicada como
la de Acapulco y otros poblados que quedaron devastados por Otis.
Dentro del Estado todo, fuera
del Estado nada. Y dentro del Estado, todo para el gobierno federal, nada para
los demás. Es parte de la doctrina del lopezobradorismo lo que estamos viendo
en esta crisis humanitaria.
Sí, centralización, pero
acompañada de militarismo. AMLO ordena que las Fuerzas Armadas
se encarguen de todo. No sólo de restablecer el orden social, sino también de
lo demás.
La ayuda que se envía debe
canalizarse a través del Ejército y la Marina. El Presidente prohíbe que
cualquier individuo, empresa u organización no gubernamental distribuya víveres
o enseres. Eso sólo le corresponde a soldados y marinos, los consentidos de López
Obrador.
Las Fuerzas Armadas,
efectivamente, tienen mucha experiencia en este tipo de situaciones de
emergencia, y generalmente lo hacen bien. Pero de ahí a darles el monopolio de
toda la ayuda, pues es una exageración típicamente militarista propia de este
sexenio.
Y no podemos dejar afuera al
clientelismo.
Inmediatamente trasladaron a
mil “servidores de la nación” para realizar los censos de ayuda en Acapulco y
alrededores. Se trata de los empleados de la Secretaría de Bienestar con los
que este gobierno reparte los programas sociales que luego Morena capitaliza
electoralmente a su favor. Una burocracia que va uniformada con camisetas y
chalecos con el color guinda del partido gobernante.
La maquinaria clientelista
puesta en acción.
Para los que tengan dudas,
vean las fotos de las despensas que está entregando el Ejército. Vienen
empacadas en cajas con los emblemas del actual gobierno incluyendo, por
supuesto, el color guinda de Morena. Perdón, pero no hay que ser un genio para
darse cuenta que esto tiene un claro interés electoral.
Sí: están medrando con el
sufrimiento de la gente, que está desesperada después del huracán.
Polarización, centralización,
militarismo y clientelismo: el gobierno de López Obrador pintado
de cuerpo entero en la tragedia de Acapulco y sus alrededores. Uno de los
mejores retratos de la 4T.
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