Élite de Davos a la deriva frente a policrisis del capitalismo global
William
I. Robinson*
https://www.jornada.com.mx/2023/02/05/opinion/011a2pol
La élite
política y corporativa trasnacional estuvo de regreso en Davos del 16 al
20 de enero para su cónclave anual en medio de la crisis más severa del
capitalismo global desde la fundación del Foro Económico Mundial (FEM) hace
medio siglo. En años previos los participantes en la reunión exclusiva bajaron
a la estación de esquí en sus jets privados rebosando confianza en la hegemonía
del capitalismo. Pero esta vez, la incertidumbre sobre su capacidad para
manejar la crisis, mantener el control, restabilizar el sistema y reconstruir
el consenso fracturado en sus filas estaba a la plena vista.
El FEM
fungió como centro de intercambio y órgano de planificación de la clase
capitalista trasnacional (CCT) y sus aliados políticos en el apogeo de la
globalización, pero ahora los grupos dominantes parecen estar en permanente
gestión de crisis. El informe del Foro para 2023, Riesgos globales,
denominó la crisis global como policrisis, con dimensiones
económicas, políticas, militares y ecológicas.
El FEM reúne
al círculo íntimo de la CCT y sus representantes políticos en los Estados y las
organizaciones internacionales. Cada año la crema y nata de la élite
corporativa y política se reúne en Davos para dimensionar el estado del
capitalismo global, debatir los problemas y desafíos que enfrentan como clase
dominante y considerar programas y políticas para abordar estos desafíos a su
dominación clasista. En pocas palabras, Davos es donde los señores del capital
elaboran su estrategia sobre cómo gobernarán el orbe.
El núcleo de
la membresía del FEM lo constituyen los directores ejecutivos de las mil
corporaciones trasnacionales más grandes del mundo, junto con representantes de
los grupos mediáticos más poderosos, los formuladores de políticas claves de
los gobiernos alrededor del mundo y de los organismos internacionales, y una
selección de expertos de los campos científico, social y tecnológico. Entre los
2 mil 700 participantes en la junta de 2023, figuraron directores ejecutivos de
más de 600 corporaciones, 51 jefes de Estado, 56 ministros de finanzas, 19
gobernadores de bancos centrales, 30 ministros de Comercio, 35 ministros de
Exteriores y los directores de las principales organizaciones internacionales,
como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, El Banco Central de la
Unión Europea, Naciones Unidas y el secretario general de la OTAN.
La
globalización impulsada por el FEM ha resultado en una concentración y
centralización sin precedente del capital a escala mundial en manos de la CCT.
Esta globalización ha desatado desigualdades inéditas y desencadenado
conflictos sociales y políticos en todo el mundo. La Fundación Carnegie para la
Paz Internacional informó pocos días antes de arrancar la reunión de Davos que
más de 400 protestas antigubernamentales de gran envergadura han estallado en
el mundo desde 2017, una cuarta parte de ellas sostenidas durante tres meses o
más, muchas involucrando a cientos de miles y hasta millones de manifestantes,
y no menos de 32 estaban en curso mientras el cónclave se puso en marcha.
Además de la
crisis estructural de la sobreacumulación, los grupos dominantes enfrentan una
crisis política de la legitimidad estatal, hegemonía capitalista, y
desintegración social generalizada; una crisis internacional de la
confrontación geopolítica, y otra ecológica de proporciones históricas. Como
contexto de fondo, un informe de inteligencia del gobierno estadunidense de
2021 advirtió que el mundo enfrentará desafíos globales más
intensos en los próximos años, que “producirán tensiones generalizadas en los
Estados y las sociedades, así como shocks que podían ser
catastróficos”.
Los
asistentes a Davos este año discutieron las variadas dimensiones de
la policrisis, pero parecieron estar a la deriva sobre cómo restabilizar
el capitalismo global y rechazar la amenaza de la revuelta de masas desde
abajo, como la de la derecha populista, el nacionalismo y el neofascismo a la
globalización capitalista. La directora general del FMI se vio obligada a
admitir que la economía mundial enfrenta quizá su mayor prueba desde la
Segunda Guerra Mundial. En tanto, la invasión rusa a Ucrania en 2022 y la
respuesta política, militar y económica radical de Occidente, junto con la
nueva guerra fría entre Washington y Pekín, están acelerando
un violento colapso del sistema internacional posguerra.
Cada año, la
agencia de desarrollo Oxfam programa la publicación de su informe sobre las
desigualdades globales para que coincida con Davos; según el informe para este
año Supervivencia de los más ricos, las fortunas de los
multimillonarios están aumentando en 2.7 mil millones de dólares al día,
incluso cuando al menos 1.7 mil millones de trabajadores ahora viven en países
donde la inflación supera los salarios. En medio de la crisis mundial
energética y alimentaria, las 95 corporaciones alimentarias y energéticas
principales más que duplicaron sus ganancias en 2022, lograron 306 mil millones
de dólares en ganancias extraordinarias y pagaron 257 mil millones a
accionistas ricos, al mismo tiempo que casi mil millones de personas pasaron
hambre en el mundo. El informe advirtió que tres cuartas partes de los
gobiernos del orbe están planeando recortes al gasto público durante los
próximos cinco años, incluida la educación y la atención médica, por la
friolera de 7.8 billones de dólares.
La
fragmentación y la confrontación geopolítica están llegando a un punto de
ruptura. La crisis de hegemonía en el sistema internacional tiene lugar dentro
de esta economía global única e integrada. El fin de la dominación occidental
del capitalismo mundial está sobre nosotros a medida que el centro de gravedad
de la economía global se desplaza hacia China. Pero ésta no se convertirá en la
nueva potencia hegemónica; más bien, el mundo gira hacia la multipolaridad
política en un momento de crisis aguda en el capitalismo global –turbulencia
económica prolongada y la decadencia política.
Nos
enfrentamos a la descomposición de la civilización capitalista. El compromiso
del FEM de defender y expandir a toda costa la acumulación interminable de
capital a escala mundial hace imposible que la clase dominante global ofrezca
soluciones viables a la crisis de época. Abordar ésta implica una
redistribución de gran alcance de la riqueza y el poder hacia abajo, la
regulación de los mercados globales, controlar el capital trasnacional, la desmilitarización
global, y medidas ambientales radicales. Tales soluciones sólo vendrán de la
lucha de masas desde abajo en contra de la clase dominante de Davos.
* Profesor
de sociología de la Universidad de California, en Santa Bárbara
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