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Zapata

miércoles, 22 de febrero de 2023

 ESTADOS UNIDOS SE LAVA LA CARA CON LA CONDENA A GARCÍA LUNA

Como lo anticipamos en este blog, el ex secretario de seguridad pública en el gobierno de Felipe Calderón (2006-2012), Genaro García Luna fue encontrado culpable de los 5 cargos de los que fue acusado en Estados Unidos, y ahora espera su sentencia para el mes de junio.

Igualmente, como lo hemos dicho hasta el cansancio en este blog, no se reveló durante el juicio nada que no se supiera ya, desde hace décadas. Esto es, que el crimen organizado es parte integral de los grupos de poder que controlan al Estado Mexicano; y por lo mismo, ninguna “estrategia” o “super policía”, del pasado o de la actualidad, va a terminar con el tráfico de drogas, de personas, de armas, contrabando de mercancías, de autos robados, etc.

El crimen organizado forma parte del entramado de poder del Estado Mexicano, y por lo tanto, creer que éste o aquél gobierno, o ésta o aquélla estrategia van a terminar con la violencia e inseguridad que plagan al país desde hace por lo menos medio siglo, es ser demasiado ingenuo o “pentonto”.

Ahora bien, el país hegemónico, es decir Estados Unidos, es la otra parte de la ecuación en este problema.

Hay reconocidos 33 millones de adictos a las drogas en ese país, y por lo menos dos veces más de personas que usan “regularmente” las drogas, aunque formalmente no sean adictos.

Estamos hablando que prácticamente un tercio de la población de Estados Unidos (alrededor de 100 millones de los 340 millones de habitantes), son compradores de los distintos tipos de drogas que se venden legal e ilegalmente en ese país.

Si se considera que en promedio cada uno de ellos gasta al menos 1000 dólares al mes en dichas compras (es una cifra conservadora), tendremos un mercado de 100 mil millones de dólares al mes; o lo que es lo mismo, un millón de millones 200 mil millones de dólares al año.

Esa cantidad de dinero compra muchas voluntades en el gobierno, las policías, las procuradurías, las fuerzas armadas, los bancos, las empresas, los medios de comunicación, los partidos políticos, etc. En México y en Estados Unidos.

Y ese es el punto fundamental. Para Estados Unidos está claro que el consumo de drogas de su población es un hecho irrefutable y que no pueden cambiarlo ni desaparecerlo.

Por más que criminalicen el consumo de drogas (17 estados ya legalizaron el consumo lúdico de la marihuana), la realidad es que su población es adicta a las mismas, y no va a dejar de comprarlas y de consumirlas.

De ahí que muchos actores políticos, económicos y sociales de Estados Unidos se enriquecen con ese negocio directamente (a través de la producción, distribución y venta) o indirectamente (como las agencias de seguridad y procuración de justicia, así como las penitenciarías que requieren cada vez más recursos para el “combate al narcotráfico”).

Por ello, para las élites de Estados Unidos es muy conveniente que el negocio siga y siga, pero que se le culpe a los proveedores de drogas de los altos costos en salud, económicos y en materia de inseguridad y violencia que conlleva este negocio.

Y quién más adecuado que el corrupto, débil y acomodaticio vecino del sur, que siempre está dispuesto a ser la “cabeza de turco”, el “chivo expiatorio” a modo para asumir toda la responsabilidad de las desgracias que conlleva el narcotráfico y sus negocios anexos; claro, a cambio de su respectiva “tajada”, que no será mayor a un 10 % (120 mil millones de dólares al año; el equivalente a 2 billones 204 mil millones de pesos al año).

Por supuesto que el papel que Estados Unidos juega en el comercio, consumo y mantenimiento de tan lucrativo negocio nunca se discutió o analizó en el juicio a García Luna.

El objetivo era doble. Por un lado, cumplir la parte del trato que se tiene con el gobierno de López Obrador de inculpar a los gobiernos anteriores de la situación de inseguridad y violencia en el país. Así, el gobierno actual puede quitarse responsabilidad del desastre que día tras día sufre la población mexicana con la violencia de los cárteles del narcotráfico y con el crecimiento en el consumo de drogas.

A cambio López Obrador sigue haciendo el trabajo sucio en materia migratoria y sigue cediendo lenta pero sistemáticamente a todas las exigencias de Estados Unidos en materia energética (“acuerdos” con las empresas que han demandado al gobierno mexicano por su preferencia por las empresas estatales) y de maíz transgénico (serán las propias “empresas” las que se autorregulen en esta materia).

De esta forma López Obrador sigue entregando los intereses del país a cambio de que Estados Unidos se convierta en uno de sus apoyos internos para aplastar a sus opositores.

El segundo objetivo de Estados Unidos fue demostrar ante la opinión pública de ambos países que el problema del narcotráfico y del consumo de sustancias letales como el fentanilo, es enteramente culpa del gobierno mexicano y de los cárteles del narcotráfico mexicanos.

Estados Unidos son “los buenos” que juzgan y castigan a los ”malos”, todos ellos mexicanos, y por lo tanto sólo los estadounidenses pueden dictar las políticas que se deben aplicar para combatir al narcotráfico.

Y el colmo es que los arrastrados y serviles medios de comunicación mexicanos (todos ellos, sin excepción, incluido el oficialista La Jornada) compraron enterita la narrativa gringa, y la repitieron como loros en nuestro país; sin haber hecho una mínima mención de que los Estados Unidos son tan parte del problema (de hecho son la parte principal del problema) del narcotráfico y la drogadicción, como lo es México.

Pero bueno, que se puede esperar de un país lacayo y bananero como México, cuya población en general es feliz siendo vituperada, explotada y ridiculizada todos los días por potencias extranjeras, por los vividores foráneos que llegan al país y lo siguen “conquistando” con espejitos y abalorios; y por sus propias élites depredadoras y socias del crimen organizado, a quienes nunca les ha importado el bienestar de la gente, ni el desarrollo del país.

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