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Zapata

sábado, 11 de febrero de 2023

 EL JUICIO A GARCÍA LUNA

ESTADO Y CRIMEN ORGANIZADO

En un par de semanas más terminará en Nueva York el juicio al ex secretario de Seguridad Pública de México, Genaro García Luna (2006-2012) y lo más probable es que se le encuentre culpable de su asociación con el cártel de Sinaloa.

Para el gobierno de López Obrador (AMLO) este hecho es muy importante pues demostrará a la opinión pública mexicana (como si no lo supiera ya), que las altas esferas de los gobiernos neoliberales (1982-2018), y especialmente el de Felipe Calderón, estuvieron asociadas con el crimen organizado y ello ha sido una de las principales causas, junto con la corrupción, por las que el país padece sus principales problemas y atrasos (pobreza, desigualdad, violencia, inseguridad, etc.).

Nada nuevo bajo el sol. Como lo hemos analizado en este blog y decenas de estudiosos y periodistas de México y Estados Unidos lo han documentado por años, el negocio del narcotráfico y en general el crimen organizado no puede prosperar si no tiene la complicidad, la protección y la permanente ayuda de las élites políticas y económicas de los países en donde se asienta.

Pero para AMLO, una vez desatada la lucha por la presidencia para las elecciones del 2024, es imperativo que quede asentado en un juicio en Estados Unidos, que el gobierno de Calderón fue cómplice y protector del principal cártel del narcotráfico en el mundo.

Realmente no se entiende porqué esa obsesión de AMLO para establecer que el gobierno mexicano durante ese periodo presidencial protegió y se asoció al crimen organizado, más que su ya eterna animadversión a Calderón por haberle “robado” la presidencia en 2006.

El Estado Mexicano está dominado por un inestable conjunto de grupos que compiten y se asocian indistintamente, con el objetivo de acumular poder político y económico. Y en esa dinámica, la vertiente criminal es una parte relevante del acervo de poder de esos grupos.

De ninguna forma los grupos del crimen organizado son “externos” al Estado Mexicano; a la estructura de dominación que existe en el país. Esos grupos son parte integral de dicha estructura y como tales se asocian con x ó y grupos políticos y económicos, y compiten con otros.

En ocasiones, el gobierno federal (y lo estatales y municipales) apoya a algunos y combate a otros, pero nunca los combate a todos de una misma manera, ni al mismo tiempo, porqué dentro del gobierno sus distintas facciones se asocian o enfrentan a esos grupos criminales, según conviene a sus intereses.

Pero esto no sólo es característica del Estado Mexicano. Muchos otros estados utilizan a los grupos criminales para sus fines específicos.

El caso de Estados Unidos es paradigmático. Basta recordar como durante la Segunda Guerra Mundial el antecedente de la CIA, la Office of Strategic Services (OSS) contactó al “sindicato del crimen” dirigido por “Lucky” Luciano para que la mafia ayudara en la invasión aliada en la isla de Sicilia (1943). A cambio, varios procesos contra mafiosos importantes serían convenientemente arreglados.

De la misma manera, la CIA se encargó de coordinar entregas de drogas en Estados Unidos con las cuales la famosa “contra” nicaragûense,  financiaba sus operaciones contra el régimen sandinista.

Asimismo, los gobiernos israelíes han usado a su “diáspora” criminal (principalmente en Estados Unidos y Gran Bretaña), para chantajear con escándalos y perversiones sexuales a las clases dirigentes de otros países (los casos más significativos han sido recientemente los de Jeffrey Epstein y Ghislaine Maxwell)[1].

Así que, la asociación de gobiernos y organizaciones criminales por diversas razones, entre las cuales el enriquecimiento de los políticos y burócratas no es la menor, es común; y el caso mexicano no es ninguna anomalía.

El mismo gobierno de AMLO, por más que lo quiera negar, está inmiscuido con grupos criminales, pues si dichas actividades siguen ininterrumpidas en el país y los trasiegos de droga hacia Estados Unidos, así como el tráfico de personas (y el de armas de allá para acá), no sólo no se han detenido sino que han crecido[2], sólo se explica porque las autoridades de ambos países siguen beneficiándose económicamente de esas actividades ilegales.

Que a López Obrador no le llegue “su tajada”, eso no quiere decir que buena parte de su gobierno no siga haciendo lo que los gobiernos neoliberales y los del nacionalismo revolucionario hicieron; es decir, asociarse, proteger y beneficiarse de las actividades nominalmente ilegales de los grupos criminales. Por ello, el juicio a García Luna no sólo no descubre nada nuevo, sino que no va a cambiar nada. Sólo le sirve para propaganda política a AMLO, en tiempos de sucesión presidencial; y al gobierno de Estados Unidos para seguir con su cantaleta de que el problema de las drogas en ese país sólo es culpa de los corruptos gobiernos mexicanos y de su asociación con los cárteles mexicanos del narcotráfico.

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