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Zapata

viernes, 16 de octubre de 2020

 

APREHENSIÓN DEL GENERAL CIENFUEGOS

La aprehensión del ex secretario de la Defensa Nacional, durante el gobierno de Enrique Peña Nieto (2012-2018), General Salvador Cienfuegos, en Los Angeles, California, acusado de varios cargos relacionados al narcotráfico, revela varios ángulos sobre las relaciones México-Estados Unidos; sobre la simbiosis del crimen organizado y las más altas autoridades en México; y sobre el supuesto combate a dichas actividades criminales, tanto en México, como en Estados Unidos.

Primero, llama la atención que por primera vez en la historia de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), uno de sus extitulares, fuera aprehendido por cargos relacionados al narcotráfico, por solicitud de la Drug Enforcement Administration (DEA), que depende del Departamento de Justicia del gobierno de Estados Unidos; el cual está encabezado por William Barr.

Recordemos que William Barr fue el enviado del presidente Trump para presionar al gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) con objeto de que cumpliera las órdenes de Washington de detener a los migrantes centroamericanos y de otras nacionalidades que pretendieran llegar a los Estados Unidos; así como hacer los cambios necesarios en las aduanas mexicanas, para detener los envíos de fentanilo desde China, que han inundado el mercado estadounidense de drogas, causando miles de muertes entre los adictos de ese país.

Obviamente la detención de Cienfuegos, si bien fue solicitada por la DEA, tuvo el visto bueno del procurador Barr, y por lo tanto de Donald Trump.

Lo primero que habría que preguntarse es si el momento de esta detención, el personaje detenido y los funcionarios del gobierno estadounidense que autorizaron la misma (y que por supuesto no fue consultada de ninguna forma con el gobierno de AMLO, pues fue hasta que se realizó la detención, que el embajador Christopher Landau le avisó al secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard del suceso), no implican un mensaje al gobierno mexicano sobre algún tipo de insatisfacción de Washington con los compromisos que ha venido asumiendo el gobierno mexicano en diversos rubros (combate al narcotráfico, migración, comercio, incluso temas de política exterior); o una forma de apretar al gobierno de AMLO, para que ceda todavía más de lo que ya lo ha hecho, en diversos tópicos de la relación bilateral.

Lo que queda claro es que hay una descalificación tácita de las autoridades estadounidenses hacia las fuerzas armadas mexicanas en materia de combate al narcotráfico, pues abiertamente se está diciendo que quien fue la cabeza de la principal institución de seguridad del gobierno mexicano, con la mayor responsabilidad del combate a los cárteles del narcotráfico durante los últimos 20 años, y con quien supuestamente se colaboró y hasta fue reconocido oficialmente por el gobierno estadounidense con una presea, no era más que una pieza más del crimen organizado, y por lo tanto toda la institución que dirigía estaría comprometida de alguna manera[1].

Si bien el presidente López Obrador ha afirmado que este hecho refleja la descomposición de los gobiernos anteriores, la realidad es que como lo dijimos en este blog desde el principio de esta administración, se requería una investigación y una limpia a fondo en las instituciones de seguridad del gobierno mexicano, si se quería que cualquier tipo de estrategia para combatir la delincuencia y la violencia, pudiera dar resultados.

Ya durante el juicio al “Chapo” Guzmán, por cierto en el mismo tribunal de Nueva York, en donde están radicadas las acusaciones contra Cienfuegos, se había denunciado por parte del hijo del “Mayo” Zambada, Vicente Zambada, que quien fuera el jefe de escoltas del presidente Vicente Fox (2000-2006), el Coronel Marco Antonio de León Adams, brindaba información al cártel de Sinaloa, para advertirles sobre los operativos en su contra.

Así también, quien fuera el Oficial Mayor de la Sedena entre 2007 y 2008 (gobierno de Felipe Calderón Hinojosa 2006-2012), el general Humberto Eduardo Antimo Miranda, supuestamente recibía hasta 50 mil dólares al mes del mismo cártel, para informarles sobre los generales que colaboraban con cárteles rivales al de Sinaloa y sobre los operativos en su contra.

En ningún momento el gobierno de López Obrador se interesó por iniciar algún tipo de investigación sobre estos casos, ni tampoco indagó más sobre las acusaciones que se han estado ventilando en el juicio contra Genaro García Luna[2], también en Nueva York, de donde al parecer se desprende la información que ha llevado a la detención del General Cienfuegos.

La verdad es que López Obrador ha tratado de evitar confrontaciones con las fuerzas armadas, dado el papel tan relevante que tienen en su gobierno, no sólo en el ámbito de la seguridad nacional y la ayuda en desastres naturales, sino en el de la seguridad pública, mediante la Guardia Nacional; como encargadas de construir el nuevo aeropuerto civil de Santa Lucía; como administradores de diversos hospitales dedicados a tratar el coronavirus; ahora haciéndose cargo también de puertos y de aduanas, en fin.

López Obrador literalmente está “sentado sobre las bayonetas”[3], ya que cada vez menos confía en la mayoría de sus subordinados (a excepción de Marcelo Ebrard, a quien está a punto de entregarle en bandeja de plata su propio partido, Morena, en caso de que Mario Delgado quede al frente del mismo), y cada vez menos tolera debates o dudas sobre sus órdenes e instrucciones, por lo que la obediencia y disciplina de las fuerzas armadas, son para él, una garantía de que sus directivas serán cumplidas.

Sin embargo, las fuerzas armadas, como buena parte de las instituciones de este país, han sido permeadas y contaminadas con la corrupción y el narcotráfico; y esto no es nada nuevo.

Basta recordar que una gloria del deporte mexicano, el entonces Teniente Coronel Humberto Mariles, quien ganó dos medallas de oro en equitación en los Juegos Olímpicos de Londres en 1948, sería arrestado en Paris, Francia (ya siendo General) en 1972, por acusaciones relativas al narcotráfico y moriría ahí, supuestamente envenenado.

Y por supuesto está el caso del general José de Jesús Gutiérrez Rebollo, quien siendo Director de Instituto Nacional de Combate a las Drogas, fue detenido por el propio gobierno mexicano, a instancias de la DEA, por estar coludido con el dirigente del Cártel de Juárez, Amado Carrillo.

En este punto, vale la pena subrayar el papel que la DEA juega en el combate al narcotráfico, ya que como se ha visto en numerosas ocasiones, esta agencia estadounidense establece relaciones peligrosas con los propios cárteles del narcotráfico, supuestamente para infiltrarlos, aunque la verdad termina negociando con ellos para lograr detenciones de capos y sicarios de cárteles contrarios, y para lograr confiscaciones de drogas, que justifiquen sus inflados presupuestos y su poder político dentro del entramado de instituciones encargadas de la seguridad en Estados Unidos.

Así, tanto Gutiérrez Rebollo, como antes que él, el General Jorge Carrillo Olea (que también fue señalado, aunque nunca arrestado, por su supuesto involucramiento en el narcotráfico); García Luna y ahora Salvador Cienfuegos, fueron estrechos colaboradores de la DEA; fueron reconocidos y premiados por dicha colaboración, y posteriormente, cuando así convino políticamente (para chantajear o presionar en x ó z cuestiones al gobierno mexicano), o para lograr mayor presupuesto y presencia de la agencia dentro del gobierno estadounidense, la DEA “descubrió” mágicamente esos vínculos con el narcotráfico, de los que antes eran sus cercanos colaboradores; prácticamente sus subordinados mexicanos.

Si Cienfuegos tenía relaciones con el narco desde antes de que fuera secretario de la Defensa… ¿Cómo es que no se le advirtió a Peña sobre ello? ¿Cómo es que no presionó el gobierno, en ese entonces de Obama, para que Cienfuegos no asumiera una posición tan relevante? ¿Cómo es posible que no se le arrestara, aún siendo alto funcionario mexicano, en sus múltiples viajes a Estados Unidos?

¿O ahora resulta que apenas hasta que el “Chapo” Guzmán o Vicente Zambada les confesaron que dicho funcionario, y García Luna, estaban en su nómina, es que se inició la investigación en contra de ambos?

Simplemente no es creíble. Lo más probable es que el gobierno de Estados Unidos utilice a su favor a los cárteles del narcotráfico, tanto como utiliza a las muy maleables y corruptibles autoridades mexicanas.

La DEA y las otras agencias de seguridad estadounidenses permiten el flujo de drogas hacia Estados Unidos; internamente lo regulan y por supuesto se benefician de él; y al mismo tiempo utilizan como “chivo expiatorio” al gobierno mexicano, que por su parte, está más que dispuesto a jugar ese papel, a cambio de una tajada del pastel. Y los cárteles del narcotráfico son los que hacen el trabajo sucio y a quienes se les culpa de todo el mal que ocasionan a la sociedad.

Y por si fuera poco, la DEA, con la justificación de lo incontrolable que es el narcotráfico, pide cada vez más presupuesto y facultades, logrando con ello no sólo su supervivencia, sino su crecimiento continuo y una gran influencia política dentro y fuera de Estados Unidos.

Así que eso de que “ahora” los estadounidenses se vienen a enterar de los nexos de García Luna y Cienfuegos con el narco, es una patraña. No sólo siempre lo supieron, sino incluso hasta los alentaron, puesto que los verdaderos jefes del negocio y quienes se llevan la parte del león de las ganancias, son los estadounidenses; a través de sus bancos “lava dinero”, de sus agencias “antidrogas”, que controlan y regulan el mercado; y de sus hipócritas políticos, que seguramente también reciben financiamiento del crimen organizado para sus carreras políticas.

Y los gobiernos mexicanos juegan el papel de “patiños”, a cambio de que la potencia hegemónica les permita seguir en México con sus negocios y no amenace el monopolio del poder por parte de los grupos políticos y económicos.

Por ello, López Obrador asume sin chistar lo que digan los gringos sobre el narcotráfico, o la migración, o lo que sea; porque está dispuesto a pagar ese precio, a cambio de que Washington no se meta en la disputa interna por el poder, dentro de México (que de todas formas acaba haciéndolo).



[1] ¿Sólo Cienfuegos estaba involucrado? ¿Y si estaba ayudado por otros funcionarios? ¿Dónde estaba y qué papel habría jugado en todo esto, si es que tuvo alguno, el actual titular de la Sedena? ¿Cómo se puede asegurar que militares en toda la cadena de mando, durante el tiempo que Cienfuegos tuvo altas responsabilidades en la Sedena, no tuvieron que ver con el narco?

[2] Secretario de Seguridad Pública en el gobierno de Felipe Calderón.

[3] El Ministro de Asuntos Exteriores de Napoleón, Charles Maurice de Talleyrand se sintió decepcionado ante la utilización excesiva por parte de Napoleón de sus ejércitos, por lo que llegó a comentar “con las bayonetas se puede hacer cualquier cosa, menos sentarse sobre ellas”.

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