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Zapata

domingo, 31 de mayo de 2020


ESTADOS UNIDOS EN DECADENCIA, AMENAZA AL MUNDO
El golpe que la pandemia de Covid-19 ha dado a la decadente superpotencia, al demostrar que su sistema de salud estratificado sólo protege a una parte de la sociedad, dejando a las minorías étnicas y a los pobres, desamparados (es el país con más contagiados, 1,810,000; y con más muertes en el mundo con 105,000); más el golpe a su economía por el obligado cierre de actividades para tratar de detener los contagios (14.7% tasa de desempleo en el año; más de 40 millones de solicitudes de ayuda por desempleo) ha llevado a la desesperación a millones de personas, que sólo necesitaron un evento climático, como el asesinato de un miembro de la comunidad negra en Minneapolis, Minnesota, George Floyd, por parte de un policía blanco de la ciudad, para que los desposeídos e inconformes de todo el país se lanzaran a protestas violentas (y algunas pacíficas) en más de 50 ciudades de la Unión Americana.
Trump y varios gobernadores han dado luz verde para la intervención de la Guardia Nacional con objeto de detener los saqueos y la destrucción que se van extendiendo por el territorio de Estados Unidos, que junto con los efectos de la pandemia y la crisis económica, hacen ver a Estados Unidos como una sociedad en decadencia, muy al estilo de las películas post-apocalípticas de Hollywood, en las que Nueva York o Los Angeles quedan totalmente destruidas y a merced de “zombies” o de bandas criminales.
Ante esto, Trump está tratando de desviar la responsabilidad en este desastre económico y social, hacia sus competidores estratégicos en el ámbito internacional, como China, a la que acusa de haber escondido el tamaño de la crisis de la pandemia y no haber actuado a tiempo para evitar su propagación; a la Organización Mundial de la Salud, a la que ya retiró su financiamiento y ahora ha decidido retirar la membresía estadounidense a dicha organización, acusándola de ser “pro-china”; a los gobernadores demócratas por no querer reabrir la economía y las actividades sociales al ritmo que él desea; a medios de comunicación y plataformas de internet, por criticarlo y/o intentar “censurar” sus aventuradas y desinformadas peroratas contra medio mundo, etc.
En el mismo sentido, y ante el desastre económico que enfrenta su país y la muy lenta recuperación que puede esperar en los próximos meses cuando se reabran diversas actividades productivas (siempre y cuando un nuevo rebrote incontrolado de la enfermedad no obligue a cerrarlas otra vez), Trump intenta desviar la atención de su atribulado pueblo y del Occidente en general, hacia una confrontación cada vez más aguda con China[1], Rusia[2], Irán[3], Venezuela[4], Cuba[5] y en general aquellos países que han decidido reafirmar su soberanía y no seguir los dictados y las amenazas de la decadente superpotencia, a pesar de las reiteradas sanciones y amagos de guerra contra todas ellas.
Trump y la mayor parte del establecimiento político de Washington, están conscientes de que la hegemonía económica, militar y tecnológica de Estados Unidos se ha visto seriamente desgastada con el surgimiento del poderío chino y la recuperación estratégica de Rusia en los últimos 20 años, por lo que han tratado de detener a ambas potencias mediante amenazas, sanciones e incluso ya no tan veladas provocaciones bélicas[6].
Sin embargo, una parte de ese establecimiento busca también mantener la presencia internacional de Estados Unidos como un país líder en diversos campos (medio ambiente, salud, desarme, etc.), con objeto de cimentar alianzas en distintas regiones del mundo, y así evitar que Estados Unidos se quede como una fortaleza aislada, con unos cuantos países aliados (la anglósfera, Israel, algunos países árabes y europeos, Japón y Corea del Sur) y subordinados (la mayor parte de América Latina).
Esas dos distintas formas de abordar la decadencia del imperio estadounidense se enfrentarán en las elecciones presidenciales de noviembre, y si bien los demócratas decidieron imponer la candidatura de un miembro ortodoxo del establecimiento político de Washington, como Joe Biden, eso no quiere decir que estén dispuestos a seguir los pasos de Trump de retirar de la escena internacional a Estados Unidos.
De lo que no queda duda es que la creciente belicosidad de Estados Unidos con buena parte del mundo; su retiro de organismos y tratados internacionales que han ayudado a mantener al mundo sin una nueva guerra mundial y a abordar problemas globales de una manera concertada; están poniendo al planeta al borde de una crisis todavía mayor a la que ya enfrenta por la pandemia y la crisis económica; esto es la posibilidad de una guerra de incalculables consecuencias, ya sea contra países a los que supone que puede derrotar como Irán y Venezuela, o incluso contra potencias nucleares como China y Rusia.




[1] Acusaciones e “investigaciones” contra China por el inicio y propagación de la pandemia; sanciones por las nuevas leyes de seguridad para Hong Kong; sanciones y estrategia de Occidente contra empresas tecnológicas (inteligencia artificial e informática) chinas, acusándolas de “espionaje”; venta de armas a Taiwán y constante paso de buques estadounidenses por aguas del mar patrimonial chino; acusaciones y amenazas de más sanciones en el tema comercial; eliminación de visas para estudiantes e investigadores chinos; cierre de viajes de China hacia Estados Unidos por la pandemia, etc.
[2] Retiro de diversos tratados firmados durante la Guerra Fría (de misiles intermedios, de cielos abiertos, de armas estratégicas que está a punto de vencer; etc.); sanciones económicas y a funcionarios rusos por anexión de Crimea y conflicto con Ucrania; acusaciones de “interferencia” en las elecciones de Estados Unidos, etc.
[3] Sanciones económicas y retiro del acuerdo nuclear, hasta que Irán no ceda a todas las exigencias políticas y militares de Estados Unidos; provocaciones constantes a Irán en el Golfo Pérsico; bloqueo a todas las transacciones financieras y a la venta de petróleo iraní en el mercado internacional, etc.
[4] Bloqueo económico y sanciones a Venezuela, así como amagos de invasión militar, para provocar la salida del poder del presidente Maduro; sabotajes a instalaciones eléctricas y petroleras; apoyo a grupos golpistas y de mercenarios; acusaciones de proteger el narcotráfico hacia Estados Unidos, etc.
[5] Reinstalación del bloqueo económico a la isla, degradación de relaciones diplomáticas; constantes acusaciones de “terrorismo” y de apoyo al narcotráfico, etc.
[6] Aviones de combate rusos acaban de interceptar a bombarderos estadounidenses muy cerca del espacio aéreo ruso en el Mar Báltico.

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