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Zapata

jueves, 15 de agosto de 2019

¿COMBATE A LA CORRUPCIÓN O IMPUNIDAD?


Esa es la disyuntiva en la que se encuentra López Obrador (AMLO) en estos momentos.
La ex secretaria de Desarrollo Social y de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano, Rosario Robles, fue a dar a la cárcel, no porque AMLO lo deseara, sino porque el juez, acertadamente, consideró que su actuación omisa permitió el desvío continuado de miles millones de pesos del presupuesto público, sin que hiciera algo para evitarlo.
De haber sido por AMLO, él le hubiera dado una palmadita en la muñeca y le hubiera dicho “no lo vuelva a hacer”.
Y es que, a pesar de que la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda cuenta con pruebas suficientes para presentar nuevas denuncias en contra de Robles, ayer AMLO detuvo al titular de esa dependencia, Santiago Nieto, afirmando que no hay nuevas investigaciones contra la exsecretaria y que no hay nada en contra del expresidente Peña.
Todo eso huele muy mal. Se habló desde la campaña presidencial y después del triunfo de AMLO que se había acordado un pacto de impunidad con Peña Nieto, a cambio de que este no interviniera en la elección presidencial a favor de Meade, candidato del PRI, ni de Anaya, candidato del PAN. Y, de hecho, Peña atacó, a través de la Procuraduría General de la República a Anaya, de actos de corrupción, que pegaron fuerte en la imagen del candidato panista.
Llama la atención que en sus “conferencias mañaneras” AMLO afirmara que la detención de Rosario Robles y su posible enjuiciamiento no tenía que ver con su gobierno, sino que era algo decidido por la autónoma Fiscalía General.
Pero cuando uno de sus principales funcionarios encargados del combate a la corrupción, Santiago Nieto, afirma con contundencia que hay pruebas de que Robles está implicada en el desvío de otros 800 millones de pesos, y que se presentará denuncia al respecto, sale a defenderla, no el abogado de la imputada, sino el mismo presidente de la República. Hay algo podrido en Palacio.
Esta es una oportunidad inmejorable para jalar de este hilo y descubrir una madeja de corrupción enorme del anterior gobierno, que implica a decenas de funcionarios públicos de alto nivel, y especialmente al propio expresidente Peña.
Pero AMLO no quiere entrarle porque teme que ello destape, de a de veras, toda la cloaca que ha sido el sistema económico y político de este país y eso le descomponga su nueva alianza con el PRI, que ahora dirigirá el gobernador con licencia de Campeche, Alejandro Moreno, alias “alito” (o “amlito”), de quien espera apoyo en el Congreso de la Unión por parte de los legisladores de su partido, para aprobar diversas leyes y hasta cambios constitucionales.
Así que, los cálculos políticos están pesando más que el combate verdadero contra la corrupción, por lo que no es difícil que Rosario Robles sólo pase un par de meses en la cárcel (en lo que se negocia su salida), y sus principales colaboradores como Zebadúa y Sosamontes, se resguardan en amparos, mientras las negociaciones políticas les permiten quedar libres, con los cientos de millones de pesos en la bolsa, que les habrá tocado de esta “Estafa Maestra” (así como Robles, Peña, etc.).
No por nada, ayer se apersonaron en Palacio Nacional dos exsecretarios de Hacienda, el propio Meade y José Antonio González Anaya, con el titular actual, Arturo Herrera, supuestamente para hablar de asuntos hacendarios, pero la realidad es que fueron a dar su testimonio “off the record” sobre el dinero desviado, quién se lo quedó y para qué fue utilizado. Todo con el objetivo de que ellos no sean involucrados (aunque lo están) en las investigaciones sobre uno de los muchos casos de escandalosa corrupción del sexenio pasado.
Así que eso de que se combate a la corrupción en este sexenio, está a prueba con el caso Robles. Pero todo parece indicar que los enjuagues políticos tienen más peso que el combate a la corrupción y a la impunidad.


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