¿Qué sostiene la aprobación
de AMLO?
30/08/2019
Alejandro Moreno
Las encuestas que se dieron a conocer
esta semana sobre los niveles de popularidad presidencial coinciden en que
López Obrador cuenta con un nivel de apoyo entre 60 y 70 por ciento. Podríamos
decir que desde que inició el gobierno, la popularidad del mandatario pasó de
ser muy alta a alta, y que en ese nivel se ha estabilizado desde hace ya varios
meses. El Presidente rendirá su Primer Informe a la nación así, con una
aprobación alta y estable.
¿Qué sostiene la aprobación del
Presidente? Antes de formular una respuesta, es importante recordar que la
popularidad presidencial no necesariamente es un indicador de buen o mal
gobierno; lo que indica es cuánto apoyo popular tiene un presidente en un
momento dado. Ese apoyo puede tener diversas explicaciones, y el desempeño de
gobierno es tan sólo uno de ellos.
En el libro The Macro Polity,
publicado hace una década y media, Robert Erikson y sus coautores listan una
serie de aspectos por los cuales consideran que la gente en Estados Unidos
aprueba o no a un presidente. Una razón es que, efectivamente, evalúan su
trabajo, pero la evaluación no se limita a resultados tangibles. También se
incluyen las percepciones de si el Presidente luce competente y en control de
las cosas.
Si este aspecto tiene aplicación a
México, podríamos decir que la mayoría de la gente aún no ve resultados
concretos en diversas problemáticas que les interesa resolver: el manejo de la
economía, la seguridad y la corrupción sacan notas negativas. Sin embargo, la
mayoría percibe al Presidente como capaz, competente y en control de la
situación. La mayoría de los encuestados valoran positivamente su liderazgo y
su capacidad.
Un segundo aspecto de la popularidad
es el grado de acuerdo o coincidencia con lo que propone el Presidente, qué
rumbo y qué políticas debe seguir el país. Ante la inseguridad, la mayoría de
la gente cree que la Guardia Nacional es la apuesta correcta. Ante la
corrupción, la honestidad del Presidente va por delante. Ante la economía, la
idea de que hay que favorecer a todos y no a unos cuantos difícilmente
encuentra oposición. Las cancelaciones a estancias infantiles y programas
sociales han generado una mayoría de opiniones negativas, pero, curiosamente,
éstas no se han traducido en desaprobación. Aun entre quienes se muestran
inconformes con esas medidas, la aprobación al Presidente es mayoritaria.
Un tercer y último aspecto es un tema
de identidad. No todos, pero sí la mayoría de los mexicanos se identifica con
él. López Obrador ha sido muy efectivo en cultivar una imagen de sencillez, de
integridad, de trabajo y, quizá lo más importante, que le importa la gente, el
pueblo. Esa reputación es uno de sus activos más potentes como líder político y
seguramente la defenderá al máximo. El sentido de identificación de la gente
con él es invaluable, y esa es una de las mayores carencias que tiene hoy la
oposición.
Si acaso se mueve en los siguientes
meses, la aprobación podría ir recalibrando el peso de esos y otros posibles
factores. Hoy por hoy, creo que el acuerdo y la identidad pesan más que la
evaluación. En otras palabras, la empatía está pesando más que los resultados.
Veremos si eso cambia.
Por lo pronto, la reciente encuesta
de El Financiero muestra que el apoyo al Presidente es alto en general, pero es
más alto entre las mujeres, entre los segmentos de mayor edad y con menor
escolaridad. Por denominación religiosa, al Presidente lo aprueba el 66 por
ciento de los católicos, el 85 por ciento de los cristianos evangélicos y el 54
por ciento de quienes no profesan ninguna religión. Además, la aprobación
supera el 70 por ciento entre quienes asisten a servicios religiosos con
frecuencia, y cae a 60 por ciento entre quienes no van nunca a las iglesias o
templos. Así los públicos más afines al Presidente.