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Zapata

martes, 23 de julio de 2019

¿PARA QUÉ QUIERE ESTAR MEXICO EN EL CONSEJO DE SEGURIDAD DE LA ONU?


México se ha postulado para formar parte del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), como uno de los miembros no permanentes (hay 10, más los 5 permanentes). Ocupará una de las dos plazas que le corresponden a América Latina y el Caribe[1], en caso de ser escogido.
De ser electo, México formaría parte del Consejo de Seguridad por quinta ocasión en la historia del organismo,[2]para el bienio 2020-2021.
Según el presidente López Obrador (AMLO), México ya ha recibido el apoyo de 33 países de la región latinoamericana, por lo que se espera que no tenga problemas en ser elegido para el Consejo de Seguridad. Y añadió que nuestro país se guiará por los principios establecidos en la Constitución, en su artículo 89, fracc X.
Pero eso está por verse. La política exterior de este gobierno ha sido como la del dios romano Jano, que mira hacia ambos lados de su perfil.
Por un lado, inició con una correcta interpretación del conflicto que vive Venezuela oponiéndose, hasta la fecha, a cualquier intervención extranjera en los asuntos de ese país; y menos aún, a una intervención militar, como lo ha planteado en diversas ocasiones el gobierno de Estados Unidos.
Nuestro país ha propuesto que se realice una mediación entre el gobierno y la oposición venezolana, algo que ya ha dado sus frutos, a través del gobierno de Noruega, que ha podido sentar en la mesa de negociaciones a ambas partes, a pesar del disgusto y la oposición de Estados Unidos y de sus vasallos latinoamericanos (que son muchos).
Pero, por otro lado, este gobierno ha demostrado en la relación bilateral con Estados Unidos, una sumisión no vista antes, ni siquiera en los gobiernos neoliberales.
Con una velocidad inusitada, aceptó prácticamente sin revisarlo, el acuerdo comercial con Estados Unidos y Canadá, negociado por la pasada administración; y que en general mantiene las ventajas para las grandes empresas trasnacionales, sin un beneficio tangible para la mayoría de la población mexicana. Simplemente, el gobierno de López Obrador aceptó lo que le pusieron en frente y lo avaló.
En materia de migración, ha quedado claro que el enfoque inicial del gobierno mexicano, de permitir sin restricciones la entrada de migrantes al país, para seguir su camino hacia Estados Unidos, enfureció a Washington, que dio un manotazo en la mesa con la amenaza de imponer aranceles a todas las importaciones procedentes de México, si no se rectificaba esa política.
El gobierno de AMLO, ni siquiera intentó replicar o negociar con el de Estados Unidos. Acató las órdenes de Washington y cambió diametralmente su política migratoria hacia una de detención y deportación de los migrantes; y más aún, aceptando en nuestro territorio a todos los deportados o solicitantes de asilo provenientes de Estados Unidos, sin recibir nada a cambio.
En materia de seguridad, el gobierno mexicano no ha cambiado una coma a la Iniciativa Mérida, por lo que Estados Unidos sigue dictando las políticas en ese tema también.
¿Así, es factible esperar que este gobierno contradiga al de Estados Unidos en el Consejo de Seguridad de la ONU, o más bien se está postulando al mismo para ser una comparsa más de Washington?
Habrá que ver qué posición asumirá nuestro gobierno ante las constantes agresiones de Estados Unidos a Irán, Venezuela, Rusia, China, Siria, etc. Países a los que considera enemigos y/o rivales, y a los que sanciona económicamente y/o amenaza militarmente de manera continua.
O cómo votará cuando se condene a Israel por sus continuos abusos en materia de derechos humanos contra el pueblo palestino y la ocupación de sus tierras, tomando en cuenta que el lobby pro-Israel en México ya logró en el gobierno pasado, que nuestro país cambiara un voto de condena a Israel en la UNESCO, por uno de abstención.
¿Será que los muchos judíos que colaboran con AMLO y que lo asesoran externamente, lograrán cambiar de manera definitiva la posición mexicana de apoyo a la causa palestina, la cual tiene la razón histórica y jurídica?[3]
Ya veremos cómo se pronuncia México en temas delicados de la agenda internacional, especialmente en los que interesan a Estados Unidos, a la Unión Europea y a Israel, cuando se tenga que tomar una posición clara al respecto.
Por cierto, el actual representante permanente de México en la ONU, el Dr. Juan Ramón de la Fuente, que fue rector de la UNAM y el secretario de Salud durante parte del gobierno neoliberal de Ernesto Zedillo, dirigió en nuestro país el capítulo del Aspen Institute, una organización no gubernamental, financiada por industriales de Chicago, Illinois.


[1] Otros 5 son de Africa y Asia, 2 de Europa Occidental y uno de Europa Oriental.
[2] Los miembros no permanentes participan por periodos de 2 años. Pero la primera vez que participó México fue en 1946, cuando se acababa de fundar la organización; después fue en los bienios 1980-81; 2002-2003 y 2009-2010.
[3] La jefa de gobierno de la CDMX Claudia Sheinbaum; el consultor jurídico del presidente, Julio Scherer; sus asesores externos Pedro Miguel y John Ackermann (este último esposo de la secretaria de la Función Pública, Irma Eréndira Sandoval); la presidente del partido en el poder Morena, Yeidckol Polevsnky; los contratistas José María Rioboó (principal impulsor del aeropuerto de Santa Lucía) y esposo de la recién nombrada ministra de la Suprema Corte de Justicia, Yasmín Esquivel; Abraham y Elías Cababié; David Serur (constructor de los segundos pisos en la CDMX), etc.

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