Para el
poderoso lobby pro-Israel, que tiene en la bolsa al chantajeable y manipulable
Trump, es muy importante que quien vaya a enfrentársele en las elecciones del
2020, también sea un o una demócrata totalmente bajo el dominio del lobby.
Está
iniciando el proceso para elegir al candidato demócrata, que llevará un largo
año. Y ya está en primer lugar de varias encuestas, incluso superando al
también amigo de Israel, Joe Biden, la senadora por California y ex procuradora
general de ese estado, Kamala Harris.
De la nada,
ha surgido como una “estrella ascendente” en el firmamento del Partido
Demócrata; y si sigue así, puede enfilarse a ser la segunda mujer en llegar a
la candidatura presidencial de uno de los dos grandes partidos políticos de
Estados Unidos (la primera fue Hillary Clinton en 2016).
Harris es
hija de una doctora especialista en cáncer de mama, Shyamala Gopalan, hija de
un diplomático de la India, quien se casó con un profesor de economía
jamaiquino (Donald Harris); se conocieron mientras hacían sendos posgrados en
la Universidad de Stanford.
Pero en 1971
la doctora Gopalan se divorció del profesor Harris y se fue a vivir y a trabajar
a Montreal, Canadá en donde fue contratada en el Hospital General Judío. Así,
desde temprana edad (8 años), Kamala tuvo gran cercanía con dicha comunidad, lo
que fortaleció sus lazos con la misma.
Posteriormente,
la hoy senadora, se casó con el abogado judío Douglas Emhoff.
La senadora
Harris es una apasionada defensora el Estado de Israel, siendo invitada a
hablar ante el American Israel Public Affairs Committee (AIPAC), en donde se ha
manifestado en contra de las resoluciones de la ONU que condenan la ocupación
de los territorios palestinos por Israel y en donde también reconoció sus fuertes
lazos con Israel, desde su niñez; ha condenado el boycott contra Israel
conocido como Boycott, Divestment and Sanctions (BDS), catalogándolo como “anti
semita”; ha copatrocinado resoluciones del Senado en las que se condena a la
ONU por ser “anti Israel”; ha viajado a Israel para entrevistarse con el Primer
Ministro Benjamín Netanyahu y ha manifestado que Israel “cumple con los estándares
internacionales en materia de derechos humanos”; condenó al presidente Obama
por no apoyar a Israel en la ONU, poco antes de dejar la presidencia, siendo la
primera resolución que copatrocinó Harris como senadora (antes que cualquier
otro tema); está en contra de que el tema de Israel se “partidice”, y por el
contrario desea que el apoyo a Israel sea de republicanos y demócratas por
igual; fue apoyada en su campaña por el Senado, por las dos senadoras judías de
California, Barbara Boxer, a quien sustituyó, y Dianne Feinstein; etc.[1]
El único
tema en el que difiere con el gobierno de Israel es que apoya el acuerdo
nuclear con Irán, algo que se le ha criticado duramente en el seno del lobby,
incluso calificándola como “hipócrita” en su apoyo a Israel, al no distanciarse
de dicho acuerdo.
Como se ve,
el lobby exige sumisión absoluta, si es que los vasallos políticos
estadounidenses desean su apoyo económico, en los medios de comunicación y a
través de su inmensa red de organizaciones no gubernamentales, think tanks
y grupos de apoyo político.
Así, lo más
probable es que el lobby apoyará con todo a Harris para que quede como candidata,
ya sea a presidente o al menos a vicepresidente, si es que Biden finalmente
puede superar la muy competida campaña para lograr la nominación.
El caso de
Harris no es inusual. El lobby normalmente va buscando posibles futuros
candidatos, entre los hijos de los propios políticos estadounidenses, a quienes
“casa” y también “caza” en favor de su causa, para que en el momento en que lleguen a
las grandes ligas de la política, su posición hacia Israel sea de completo
apoyo.
Tal el caso
de Harris, pero también de la hija de Trump, Ivanka, casada con el empresario
inmobiliario judío, y asesor del presidente estadounidense, Jared Kushner (encargado
del “plan de paz” para Medio Oriente, que dará todo a Israel y obligará a los
palestinos a aceptarlo o a enfrentar su extinción); la hija del expresidente,
Bill Clinton y de Hillary, Chelsea, casada con el empresario judío Marc
Mezvinsky; la hija del ex presidente John. F. Kennedy, Caroline, casada con el
promotor cultural judío, Edwin Shlossberg; etc.[2] Y todos estos matrimonios
han engendrado muchos hijos, que serán criados en las altas esferas del poder
político y económico de los Estados Unidos, con uno de ambos padres judío y
devoto amante de Israel, con lo que el lobby asegura para futuras generaciones
a muchos políticos que defenderán a muerte no sólo la existencia, que ya está
más que garantizada de Israel, sino su dominio en el Medio Oriente, y
especialmente el vasallaje económico, político y militar de Estados Unidos a ese
país.
[1][1] https://www.jpost.com/American-Politics/Washington-Affairs-Opposes-BDS-supports-rejoining-the-nuclear-deal-595386
[2]
En otros casos, cuando no se puede emparejar a un judío o judía con el hijo de
un expresidente o político destacado, entonces se escoge a una promesa dentro
de las clases desfavorecidas, y se le ayuda a subir, a cambio de su sumisión a
Israel. Tal el caso de Obama, en cuya carrera la multimillonaria familia Pritzker
de Chicago jugó un papel fundamental (pero aún así, Obama demostró algo de
independencia cuando se negó a bombardear Siria; cuando negoció el acuerdo
nuclear con Irán y cuando permitió que en el Consejo de Seguridad de la ONU se
aprobara una resolución condenando los asentamientos ilegales israelíes en los
territorios palestinos).
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