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Zapata

jueves, 28 de marzo de 2019

TRUMP LE APRETÓ LAS TUERCAS AL GOBIERNO MEXICANO

El 23 de octubre del año pasado afirmamos en este blog que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) estaba en una encrucijada en materia migratoria pues por un lado, quería diferenciarse del de Peña y proponía (aún antes de tomar posesión), dejar pasar a los migrantes centroamericanos e incluso regularizar su situación para que pudieran trabajar en México y recibir educación y salud. Pero por el otro lado, tenía que convencer al gobierno de Trump de que esa política de fronteras abiertas no perjudicaría la seguridad del vecino del Norte, por lo que México se tendría que hacer cargo económicamente de las decenas de miles de migrantes que entrarían a su territorio buscando pasar de una u otra forma a los Estados Unidos.
Esta contradicción estallaría tarde o temprano, ya sea con la exasperación estadounidense al ver que la constante llegada de migrantes hasta su propia frontera crearía un caos y una situación inmanejable para la patrulla fronteriza (lo que ya está sucediendo) y/o, las exigencias económicas, sociales y de seguridad para las localidades fronterizas mexicanas sería de tal magnitud, que la población mexicana comenzaría a exigir al gobierno que detuviera el flujo migratorio (algo que también ya está sucediendo tanto en la frontera sur de Chiapas, como en la norte de Baja California, Sonora, Coahuila, Chihuahua y Tamaulipas).
En esencia, el gobierno de López Obrador (AMLO), tratando de quedar bien con todo el mundo (con los migrantes, dejándolos pasar libremente; y con el gobierno de Estados Unidos, aceptando hacerse cargo de ellos y de los deportados que envían las autoridades de ese país), acabó quedando mal con todos.
Por ello, Trump envió a Kushner a hablar con AMLO para advertirle que o detiene a los migrantes centroamericanos en su frontera sur, o el gobierno estadounidense ejercerá represalias sobre el mexicano, especialmente negándose a ratificar el T-MEC (el nuevo tratado de libre comercio), y dando por terminado el tratado actual (NAFTA por sus siglas en inglés).
La realidad es que el gobierno de AMLO no debería engancharse con ese nuevo tratado comercial, que es aún peor que el anterior, pues da más ventajas a Estados Unidos y se mantiene el bajo contenido nacional de las exportaciones a nuestro principal socio comercial, que llega tan sólo al 28%.[1] Pero como AMLO no puede zafarse de la política económica neoliberal (autonomía del Banco de México, acuerdos con los banqueros para que ellos sigan definiendo como y cuanto cobran en las comisiones; creación del Consejo Asesor Empresarial; política presupuestaria apegada a los principios del FMI, etc.), y una buena parte de su gabinete es pro estadounidense (Romo, Ebrard, Moctezuma, etc.), prefiere quedar bien con el gobierno de Trump y evitar, hasta donde sea posible, que lo etiqueten como un “chavista” o un “castrista”.
De ahí que AMLO aceptó las exigencias de Trump, y por ello la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero se reunió en Miami con la de Seguridad Interior de Estados Unidos, Krijsten Nielsen[2], con quien acordó detener a los migrantes centroamericanos en el Istmo de Tehuantepec, mediante un plan de contención que afirmó, no implicará la militarización, sino un mecanismo de selección más riguroso para dar permisos de ingreso al país. Al mismo tiempo, Estados Unidos proporcionará información de inteligencia para evitar la llegada de criminales y para “apresar” a los traficantes.
Es un cambio de 180 grados a la política con la que llegó AMLO en esta materia al poder; asimismo, la secretaria de Gobernación llamó a los gobiernos de Honduras, Guatemala y El Salvador a que también pongan de su parte para detener estas caravanas migrantes, pues informó que ya se prepara una llamada la “caravana madre”, hasta con 20 mil personas.
Lo que refleja estas declaraciones de la secretaria de Gobernación es que primero, fue a recibir órdenes de la secretaria de Seguridad Interior, que le dijo lo que le toca hacer a México, mientras ella le diría a los gobiernos de Centroamérica lo que tienen que realizar en la nueva estrategia.
Segundo, eso de que no se va a militarizar la frontera sur es una fantasía, pues no se ve la manera de detener caravanas de miles de personas, que están dispuestos a entrar como sea al país y llegar a la frontera norte, si no se usa la fuerza.
Los organizadores de estas caravanas van a a poner por delante a niños, mujeres y ancianos, para que cuando el gobierno mexicano no tenga otra opción que detenerlos por la fuerza, quede evidenciado ante el mundo como un violador de los derechos humanos y un gobierno hipócrita, que no ha dejado de ser el encargado de hacerle el trabajo sucio a los estadounidenses.
Y tercero, está claro que las agencias de inteligencia estadounidenses tienen infiltrados y con sus comunicaciones intervenidas, a los organizadores de estas caravanas (si no es que las alientan, con objeto de generar a propósito esta crisis, para así darle sustancia a la declaración de emergencia que emitió Donald Trump sobre la situación en la frontera con México), pues ofrecer con tanta seguridad esa información al gobierno mexicano, sólo revela que tienen muy bien diagnosticado desde dentro a este movimiento que continuamente organiza a las caravanas migrantes.
De ahí que pareciera que AMLO decidió lanzar un distractor de toda esta situación, y del hecho de que Estados Unidos ha doblado una vez más a un gobierno mexicano en el tema migratorio (en el de seguridad todo ha seguido igual con la Iniciativa Mérida, los centros de fusión de información de Estados Unidos en territorio mexicano y con la ley que permite a los agentes de seguridad estadounidense estar armados en el país), con el asunto del perdón por parte de España y el Vaticano a los pueblos originarios, que ha generado mucho ruido y la atención de los medios de comunicación, mientras que el verdadero cambio sustancial de una política importantísima, como la migratoria, se realizaba después de una reunión “privada”, con el enviado personal del presidente estadounidense.
Y si esto sucedió ya con la política migratoria, no sería difícil que se esté cocinando el que México comience a cambiar su posición respecto a Venezuela, para así seguir en “buenos términos” con la potencia hegemónica del hemisferio.

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