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Zapata

jueves, 14 de marzo de 2019

ESTADOS UNIDOS EN MODO DE COMBATE V.S RUSIA, CHINA, IRÁN, VENEZUELA, CUBA, NICARAGUA…ETC.

La erosión de la unipolaridad estadounidense desde hace una década, -al menos- coincidiendo con la mega crisis financiera ideada e instrumentada por los especuladores-usureros de Wall Street y con el surgimiento formal del grupo BRICS[1] (hoy prácticamente compuesto sólo por China y Rusia), está llevando al establecimiento político-militar de Washington a lanzar una guerra “irregular” y/o “híbrida”[2] contra los que considera sus principales competidores, adversarios y enemigos en el contexto mundial.
A Rusia la está intentando desgastar económicamente, no sólo con una amplia batería de sanciones que han sido replicadas por la Unión Europea y otros aliados estadounidenses[3], sino también elevando el costo de una renovada carrera armamentista, con la salida de Estados Unidos del Tratado de Fuerzas Nucleares Intermedias (INF por sus siglas en inglés) y la creación de un sector militar, enfocado al espacio exterior, que obligará a Moscú a responder de manera similar.[4]
De igual, forma, el gobierno de Trump mantiene las provocaciones a Rusia en el Mar Negro, con constantes maniobras de sus buques y aviones de guerra, e incitando a países vasallos, como Ucrania y ahora Alemania y Francia, a que desafíen el control ruso sobre las aguas territoriales de la península de Crimea[5].
Por lo demás, otros aliados y vasallos de Washington como Gran Bretaña, Polonia, los países bálticos, Suecia, Noruega, Rumania, etc. mantienen la narrativa de que los rusos realizan acciones de provocación e incluso de “amenaza” a sus países, por lo que el despliegue de tropas de la OTAN y de ejercicios militares en dichos países se ha incrementado; así como acusaciones sin evidencias creíbles, de intentos de “atentados” contra ciudadanos rusos que viven en países occidentales (el caso Skripal).
Por si fuera poco, la creciente incredulidad que la propaganda occidental ha ido generando en diversos sectores de la población de los estados vasallos de Washington e incluso de los Estados Unidos mismos, ha llevado a que las noticias y los análisis rusos, chinos, iraníes, etc. sean tomados con más seriedad, lo que ha prendido las alarmas en los centros de decisión de Occidente, y por ello desde 2016 se inventó la narrativa de que esa información, que no es controlada por las élites occidentales, son “fake news” y llevan la intención de interferir en los procesos electorales y afectar la democracia de los países occidentales. Destaca sobre todo la inventada “colusión” de miembros de la campaña de Trump con agentes rusos; y la nunca comprobada “interferencia” rusa en las elecciones presidenciales de 2016 y las intermedias de 2018 en ese país.
Las presiones de Washington contra sus vasallos se han incrementado para que no se vinculen económicamente con los rusos, destacando el caso del gasoducto Nord Stream 2 que llevará gas de Rusia a Alemania, y al que el gobierno de Trump se opone firmemente, sin que hasta el momento se tenga claro la decisión que tomará el gobierno alemán sobre un proyecto avanzado, en el que numerosas empresas alemanas han invertido mucho dinero.
Por lo que respecta a China, el gobierno de Trump lanzó una “guerra comercial” contra el gigante asiático, que ha provocado incertidumbre y menores previsiones de crecimiento económico para la economía mundial, lo que ha llevado a ambos países a entrar en un proceso de negociación, que podría detener (por un corto período al menos) este enfrentamiento entre las dos más grandes economías del mundo.
Pero el gobierno de Trump ha lanzado una ofensiva contra las dos estrategias principales de desarrollo económico y político-diplomático de Beijing, como es la Belt and Road Initiative (BRI), a la que el gobierno estadounidense ha catalogado como una “trampa” mediante la cual los chinos pretenden comprometer con deuda a los países que se adhieran a este proyecto de desarrollo manufacturero, comercial, de comunicaciones, transportes, minero y de infraestructura básica; incluso llegando a advertir a algunos países que pretenden unirse a la misma, como Italia, que ello afectará directamente su seguridad.
La otra estrategia es el proyecto de desarrollo sustentable China 2030[6], que pretende “lograr un desarrollo centrado en la gente, de manera innovativa, coordinada, verde, abierta y compartida”.
En este contexto, el desarrollo de las capacidades científicas y tecnológicas es fundamental, especialmente en las áreas de inteligencia artificial, robótica, exploración espacial, desarrollo de la tecnología 5G y subsecuentes, etc.
Para Estados Unidos este proyecto es un desafío mayúsculo a su hegemonía en sectores de vanguardia tecnológica, por lo que está intentando detener ese desarrollo chino, mediante exigencias y amenazas con respecto a la propiedad intelectual, con objeto de que las empresas y el gobierno chinos no puedan acceder a los avances en tecnologías diversas de Estados Unidos; e incluso, han lanzado toda una campaña mundial contra la empresa líder en tecnología 5G, la china Huawei, acusándola de “espiar” en favor del gobierno chino, y por lo tanto exigiendo a sus aliados y vasallos que no contraten a esta empresa. Llegando incluso al extremo de amenazar a Alemania con cortar la colaboración en materia de inteligencia, en caso de que el gobierno alemán adquiera tecnología china. Los alemanes han sucumbido a la presión y al parecer no se vincularán con Huawei para crear su red 5G.
Por supuesto, a ello hay que agregarle que por presiones estadounidenses, Canadá detuvo en Vancouver a la directora financiera de la empresa Huawei e hija del dueño de la misma Meng Wangzhou, acusada de violar las restricciones de comerciar con Irán.
Así también, el gobierno de Trump mantiene su disputa con Beijing por el control del Mar de Sur de China, en donde ya se han registrado connatos de enfrentamiento entre buques de guerra de ambos países; y sigue armando hasta los dientes a Taiwán, con objeto de mantener las disputas entre la isla y el gobierno chino.
Contra Irán se han aprobado las sanciones económicas más duras y amplias desde la revolución iraní de 1979, y ahora se pretende cortar definitivamente todas las exportaciones de petróleo iraní para mediados de 2019, lo que implicaría que salieran del mercado mundial 1.25 millones de barriles de petróleo diario, lo que impactaría en un aumento severo de los precios del petróleo en todo el mundo.
Así también, Trump decretó la salida de Estados Unidos del acuerdo nuclear con Irán, y ha estado presionando a sus aliados Francia, Gran Bretaña y Alemania para que hagan lo mismo, cosa que hasta ahora no han hecho.
Así también, Estados Unidos ha entrado en confrontación con los gobiernos de Paris, Londres y Berlín por la creación de un mecanismo alternativo para evitar las sanciones estadounidenses por comerciar con Irán, algo que Washington ha considerado una afrenta mayúscula a su hegemonía.
Y por supuesto, los “halcones” de la administración estadounidense (Bolton, Pompeo, Pence), siguen buscando la forma de justificar alguna acción militar contra el régimen de Teherán, al que culpan del “terrorismo” y la “inestabilidad” en el Medio Oriente, así como de querer la “destrucción de Israel”, por lo que demandan continuamente su desarme; que deje de apoyar a Hezbollah en Líbano y que sus milicias salgan de Siria e Irak.
Por su parte Israel, principal instigador del odio anti iraní, mantiene sus bombardeos contra posiciones iraníes dentro de Siria, y contra las propias fuerzas armadas sirias, sin ningún tipo de consecuencia militar o político-diplomática en su contra.
El caso más claro de intervencionismo descarado de Estados Unidos se está verificando en Venezuela, con un bloqueo económico y político-diplomático casi completo contra ese país; con la utilización de grupos de choque financiados desde el exterior para generar caos y violencia dentro de Venezuela; con la creación de un “gobierno” títere para enfrentar al gobierno legítimo del país; y ahora, con la abierta utilización de las capacidades tecnológicas estadounidenses para ocasionar un sabotaje a todo el sistema eléctrico del país, que duró por una semana, afectando gravemente la vida y la seguridad de toda la población venezolana.
Además, la amenaza de intervención militar directa (quizás con el apoyo de los vasallos Colombia y Brasil) sigue incrementándose, con objeto de derrocar al gobierno de Nicolás Maduro y poner al títere de Guaidó, quien ya ha asegurado que la industria petrolera venezolana, así como sus recursos minerales, quedarán a disposición de las empresas estadounidenses[7].
En el contexto del conflicto venezolano, Washington también ha enfocado su ira contra Cuba, a la que acusa de tener bajo su dominio a Venezuela y ha aprobado más sanciones contra la isla, y ahora pretende cortar el suministro de petróleo venezolano a La Habana.
Así también, los “halcones” intervencionistas de Washington ya anunciaron que sus siguientes objetivos para cambio de régimen, después de Venezuela, son Cuba y Nicaragua (a la que también tienen con sanciones económicas; y aportando financiamiento y apoyo logístico para los grupos violentos que pretenden derrocar al gobierno de Daniel Ortega).
Vemos así que Washington está decidido a utilizar todos los medios con que cuenta (incluida la fuerza militar), para detener el avance económico, político, social y militar de todos aquellos países que se niegan a seguir sus directrices (ahora también Turquía es parte de la ira estadounidense, por comprar los sistemas rusos anti misiles S-400), ante la creciente evidencia de que su hegemonía y unipolaridad se socavan año tras año; y ello los está llevando a tomar decisiones cada vez más peligrosas para la paz mundial, pues parece que están dispuestos a iniciar una Tercera Guerra Mundial, con tal de no perder su posición de privilegio (primus inter pares); o de no conseguir el triunfo, destruir a la mayor parte del mundo con tal de evitar que su dominio mundial se derrumbe.



[1] Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica.
[2] “La guerra irregular favorece las aproximaciones indirectas y asimétricas, aunque puede emplear toda la gama de capacidades militares y otras capacidades a fin de erosionar el poder, la potencia y la voluntad de un adversario.”
“Las guerras híbridas son una combinación de guerra simétrica y asimétrica en las que las fuerzas que intervienen conducen operaciones militares tradicionales contra fuerzas militares y objetivos enemigos y simultáneamente -y más decisivamente- intentan lograr el control de poblaciones locales en la zona de combate dándoles seguridad y estabilidad…”.

[4] Así como con un presupuesto militar descomunal, que para el próximo año será de 750 mil millones de dólares.

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