El anuncio
del presidente López Obrador (AMLO) de que los documentos de la DFS (Dirección Federal de Seguridad) y la DIPS (Dirección de Investigaciones Políticas y Sociales) resguardados en el Archivo General de la Nación (AGN) se abrirán al público, ha
generado expectación, pues señaló que “toda” la información sobre
persecución política, violaciones a los derechos humanos, fraudes electorales y
corrupción estará a disposición del público.
Los
documentos a los que se refiere el presidente que se encuentran en el AGN y que
van de 1920 a 1985, ya estaban a disposición de investigadores y periodistas
desde el gobierno de Vicente Fox (2000-2006), pero no para el público en general.
La otra
parte del decreto firmado por el presidente se refiere a que información sobre
los temas referidos que esté bajo resguardo de dependencias federales, será recabado
por especialistas del AGN, que lo digitalizarán por alrededor de dos años, para
después ponerlo a disposición del público.
Este último
tema es el que no está claro, ya que eso implicaría incluso la información que
pueda estar recabándose ahora mismo, y que puede estar siendo utilizada en
investigaciones ministeriales y/o administrativas, o incluso en juicios, por lo
que bien podría no estar sujeta a escrutinio público todavía.
Otro punto a
considerar es que si efectivamente se va a abrir “toda” la información sobre
los temas mencionados (sin una definición clara, puede ser de tal discrecionalidad
la medida, que al final nada quede fuera de la mencionada apertura), varios
miembros del actual gobierno pueden quedar seriamente expuestos a denuncias o
por lo menos, a la descalificación por parte de la opinión pública y de la oposición
política.
Sólo por
mencionar a tres prominentes miembros del gobierno de AMLO, como Esteban
Moctezuma Barragán, quien ocupa la titularidad de la Secretaría de Educación
Pública (SEP), y quien durante el sexenio de Ernesto Zedillo (1994-2000), ocupó
la Secretaría de Gobernación, justo cuando el gobierno zedillista intentó
capturar, mediante una celada, al subcomandante “Marcos” del EZLN; sin abundar
sobre el trabajo de espionaje que se realizó durante ese periodo a los
simpatizantes y/o integrantes de los grupos armados contrarios al gobierno
(EZLN, EPR, ERPI, etc.), así como de las organizaciones sociales afines a
ellos.
Así también,
Moctezuma ocupó la titularidad de la Secretaría de Desarrollo Social, desde
donde gran cantidad de recursos se canalizaron para apoyar al PRI y a sus
candidatos durante esos años.
Otro
personaje que podría enfrentar serias acusaciones es Manuel Bartlett Díaz,
actual director de la Comisión Federal de Electricidad, que fue secretario de
Gobernación durante el sexenio de Miguel de la Madrid (1988-1994), en el que
entre otros temas delicados se cometió el asesinato del periodista Manuel
Buendía (1984), el cual fue ordenado por el entonces titular de la Dirección
Federal de Seguridad, José Antonio Zorrilla Pérez (DFS), cuyo jefe era Manuel
Bartlett (aunque él ha negado que tuviera “control político” sobre Zorrilla).
Así también,
en esa época se realizaron conocidos fraudes electorales contra el PAN en
estados del Norte del país, y Bartlett llegó a decir que los mismos eran “patrióticos”,
ya que el PAN representaba a la “reacción” (además de la famosa “caída del
sistema” en la elección presidencial de 1988).
Y su actual
director del IMSS, Germán Martínez Cázares formó parte del grupo cercano a
Felipe Calderón Hinojosa, que junto con la entonces lideresa magisterial Elba
Esther Gordillo (otra aliada de López Obrador), se confabularon para realizar
el fraude electoral del 2006, mediante el cual se le arrebató la elección
presidencial, precisamente a AMLO.
A lo mejor
el presidente, con el pretexto de que quiere transparentar todo lo relacionado
al pasado de los regímenes autoritarios y neoliberales, lo que realmente está
buscando es deshacerse de algunos funcionarios de su propio gobierno, con los
que ha tenido que establecer incómodas alianzas políticas, pero en el momento
en que salgan a la luz pública sus “trapitos al sol”, no le quede otro remedio
que pedirles su renuncia. Claro que esto es pura especulación, pero abrir sin
ton ni son archivos que en muchas ocasiones fueron manufacturados para
desprestigiar a opositores al régimen autoritario, parece poco prudente en
momentos en que la polarización entre el gobierno y sus opositores (y los “mercados”
internacionales) se ahonda cada vez más. En vez de construir puentes, parece
que la estrategia es dinamitarlos.
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