El gobierno
de México informó que el yerno del presidente Trump, Jared Kushner, estuvo en
México y se reunió con el presidente López Obrador (AMLO), quien en su
conferencia de prensa diaria (20/03/19) confirmó la reunión.
Hay varios aspectos
que conviene analizar sobre este evento.
En primer
lugar, no se supo con anticipación de la llegada del que además de ser yerno
del presidente estadounidense, es asesor de él y ha sido cuestionado por contar
con autorización para ver información de seguridad nacional, a la que muchos
críticos del presidente estadounidense consideran no debería poder acceder, ya
que se le ha acusado de aprovechar su cercanía con el primer mandatario de ese
país, para impulsar sus propios negocios privados y los de su suegro.[1]
En segundo tèrmino,
el lugar de la reunión, que en principio debería ser considerada como oficial,
ya que Kushner es asesor del presidente estadounidense, se realizó de manera
informal, en la casa de un empresario, el vicepresidente de Televisa (Bernardo
Gómez), a quien AMLO llamó “amigo mutuo” de Kushner y de él; y quien además
forma parte del Consejo Asesor Empresarial del presidente de México.
Esto
constituye una pésima señal, en vista de que una reunión tan relevante, en
donde se tratan temas de la relación bilateral (y quizás también de política
internacional en general), se lleva a cabo en la casa de un particular, que se
sabe ahora es cercano a AMLO, con lo que se puede especular que este tipo de
favores (servir como “intermediario” con Kushner y prestar la casa para la
reunión), pueda ser correspondido de otras formas por el presidente.
Si bien AMLO
señaló que en el encuentro estuvieron presentes el secretario de Relaciones
Exteriores de México (Marcelo Ebrard) y el encargado de Negocios de la embajada
de Estados Unidos (John Creamer), ello no quita el que la reunión tuviera que
realizarse en una casa de un particular (el que seguramente intervino en varios
momentos de la conversación, ya que se señaló que estuvieron cenando hasta
cerca de las 11 de la noche), y por lo tanto enterándose de asuntos de Estado,
a los que en principio no debería tener acceso.
El encuentro
debió realizarse en Palacio Nacional o en Relaciones Exteriores y la vinculación
con Kushner se debió hacer por los medios oficiales, no a través de un
empresario, que es alto ejecutivo de una empresa de telecomunicaciones que por
décadas ha recibido concesiones y protección de gobiernos del PRI y del PAN, y
por lo que se ve, ahora también los recibirá del gobierno de Morena.
En tercer
lugar, AMLO afirma que se habló sobre los 10 mil millones de dólares que
supuestamente invertirán los Estados Unidos en el Sur-sureste mexicano y en
Centroamérica, con objeto de generar empleos y desarrollo que ayuden a
desalentar la migración hacia Estados Unidos.
Pero da la
casualidad de que desde que se planteó este proyecto, se dijo que Estados
Unidos sólo garantizaría préstamos para realizar esas inversiones, a través de
empresas privadas; no lo haría con presupuesto público. Así que eso de que van
a llegar 10 mil millones de dólares de Washington no parece muy realista. En
todo caso, dependerá de qué tipo de proyectos se van a financiar, cuales serán
las garantías que dé el gobierno estadounidense y qué empresas estarán dispuestas
a entrarle al asunto.
Así también,
se habló sobre la necesidad de ratificar el T-MEC sin cambio alguno. Esto no corresponde
a los ejecutivos de cada país, sino a los poderes legislativos, y si bien en
México AMLO puede torcer el brazo a la mayoría de los legisladores de Morena y sus
aliados; en Estados Unidos, Trump no podrá hacer lo mismo con la mayoría
demócrata en la Cámara de Diputados, ni con varios senadores republicanos que
ya demostraron que no necesariamente lo apoyarán en todo, ahora que 12 de ellos
votaron en contra de su declaración de emergencia nacional en la frontera sur. Así
que en este tema, hubo más voluntarismo que realismo.
Kushner le
doró la píldora a AMLO al señalar que se revisarán los aranceles que sigue
aplicando Estados Unidos al acero y al aluminio que le vende México. Algo que
no se ve que vaya a resolverse pronto, en vista de que esos aranceles ayudan a la
industria estadounidense que se ubica en los estados del “Rust Belt” (Michigan,
Ohio, Pennsylvania, Wisconsin, Indiana), que son fundamentales para la
reelección de Trump, por lo que no hay razón para quitar los aranceles, al
menos hasta 2021; después del proceso electoral.
Y en
general, Kushner solicitó a AMLO mantener una colaboración estrecha de México
con Estados Unidos, seguramente relacionada con la aceptación sin chistar, por
parte de México, de todos los migrantes que desean cruzar a Estados Unidos (lo
que ya está generando una crisis tanto en la frontera sur, en donde llegan
miles de ellos de todo el mundo; y en la frontera norte, en donde esperan
cruzar de manera ilegal), y que ahora tienen el paso libre por territorio mexicano,
buscando ingresar al vecino del Norte, ya sea para pedir asilo y mientras
tanto, esperar la respuesta a esa solicitud en nuestro país; o para entrar de
manera ilegal.
Y es muy posible
que también Kushner haya presionado de forma “diplomática” a AMLO, para que poco
a poco vaya abandonando la posición de no intervención en el caso venezolano.
Seguramente Washington comenzará a utilizar la vieja táctica de la “zanahoria y
el garrote”. Esto es, te apoyo en lo de tus proyectos en el Sur de México y a
cambio le vas bajando a tu protagonismo en el caso venezolano (quizás con
algunas críticas al gobierno de Maduro por la situación de los derechos humanos
en ese país); y/o vamos ayudándote a que las calificadoras no te castiguen
tanto en el caso de la deuda y la situación financiera de Pemex, a cambio de
que sean empresas estadounidenses las que ganen licitaciones como las de la refinería
de Dos Bocas o las que se tengan que hacer para el proyecto del Istmo de
Tehuantepec o el Tren Maya.
Con este
tipo de reuniones, en las que el gobierno de México sigue atándose a las
condiciones y presiones estadounidenses, menos posibilidades hay de que nuestro
país logre un mayor margen de maniobra en el ámbito internacional y menos aún
que pueda integrarse a otros esquemas de desarrollo como la Belt and Road
Initiative que impulsa China, y a la que ya se han adherido 78 países en el
mundo (hoy lo hará Italia).
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