Presumió el
gasto militar, la economía y la supuesta fortaleza de Estados Unidos, lo que
según él beneficia a la paz mundial. Insistió en que cada país debe defender su
soberanía, su cultura y sus intereses, lo que resulta absolutamente
contradictorio con sus intentos de cambio de régimen para Venezuela, Siria,
Irán y Nicaragua.
Las negociaciones
con Corea del Norte las presentó como un gran logro, al haber detenido las pruebas
nucleares y de misiles de Pyongyang.
En el Medio Oriente,
presumió las acciones de las petro-monarquías del Golfo para “combatir el
terrorismo”; e increíblemente aplaudió la “ayuda” que Arabia Saudita, Emiratos
Arabes Unidos y Qatar han dado para “terminar” la guerra civil en Yemen. Una
realidad alterna, pues Estados Unidos ha apoyado los bombardeos de Arabia
Saudita en Yemen, generando una de las crisis humanitarias más graves de la
actualidad.
Sobre Siria,
señaló que lo que se requiere es des escalar el conflicto, pero volvió a
amenazar a Assad si utiliza “nuevamente” armas químicas. Atacó a Irán como el
principal causante de la guerra civil de Siria y lo calificó como régimen
corrupto, maligno, que esparce destrucción y el terrorismo en el Medio Oriente
y el mundo.
Trump demuestra
con esto que sigue siendo el “shabbos goy” de Netanyahu y de los
neoconservadores y pro-israelíes que manejan la política exterior y militar de
Estados Unidos. Fue como escuchar a Netanyahu mismo; es casi seguro que toda la
parte relativa a Irán, fue escrita en Tel Aviv.
Y por
supuesto, exaltó el cambio de la embajada de Estados Unidos de Tel Aviv a Jerusalén,
subrayando que sólo se reconoció una realidad.
Increíble el
nivel de servidumbre de Washington hacia el gobierno israelí.
Se quejó del
comercio “desleal” de otros países hacia Estados Unidos, así como la supuesta manipulación
de los tipos de cambio que los afectan. Presumió los acuerdos comerciales
logrados con México y Corea del Sur y se quejó del funcionamiento de la
Organización Mundial de Comercio, especialmente por el “robo” de propiedad
intelectual. Y, por supuesto señaló que su país ya no será “víctima de esos
abusos” y puso como ejemplo las tarifas que se han aplicado a China.
Denostó
nuevamente a la Comisión de Derechos Humanos de la ONU por “atacar” a Estados
Unidos y a otros aliados (llámese Israel), por lo que se retiraron de este
cuerpo.
Igual se
lanzó contra la Corte Internacional de Justicia, la que según él viola el
debido proceso, por lo que Estados Unidos no acatará ninguna de sus resoluciones.
Su coartada
para no asumir ninguno de los compromisos internacionales establecidos, es que
el patriotismo y la defensa de la soberanía de Estados Unidos está primero que
todo.
Atacó a la
OPEP por el aumento de los precios del barril de petróleo, y a Alemania por la
construcción de un oleoducto desde Rusia, que los hará dependientes energéticamente de ese país.
Estableció
que en el hemisferio occidental no aceptan interferencias extracontinentales,
haciendo referencia a la Doctrina Monroe (qué dirán los vasallos países
latinoamericanos al respecto); demostrando así que no tiene respeto alguno por
América Latina, a la que sigue considerando su “patio trasero”.
Señaló que
los países latinoamericanos trabajan con Estados Unidos para detener la migración
ilegal y el tráfico de seres humanos, presentando su posición anti inmigratoria
como si fuera una política humanitaria.
Y por supuesto,
señaló que Estados Unidos no se unirá al nuevo pacto sobre migración
recientemente finalizado, pues no se subordinarán a acuerdos internacionales
que limiten su capacidad soberana.
También se
lanzó contra el gobierno venezolano y sus “patrocinadores cubanos” y pidió que
todos los países se unan a Estados Unidos para “restaurar la democracia en
Venezuela”; además, anunció nuevas sanciones contra el gobierno de Maduro.
Así también,
señaló que la ayuda que dan internacionalmente se revisará, de acuerdo a los
compromisos que los países tengan con los valores e intereses de Estados
Unidos.
Además,
Estados Unidos ya no pagará más del 25% de los Cuerpos de Mantenimiento de la
Paz de la ONU.
En resumidas
cuentas, va a usar el poder financiero para obligar a la ONU a velar por los
intereses estadounidenses, y ninguno otro.
Alabó los
logros de India, Arabia Saudita, Israel, Polonia, países que se han alineado
(en el caso de Israel, Estados Unidos se ha alineado a los intereses israelíes)
a las prioridades de Washington, poniéndolos como ejemplo de lo que deben hacer
el resto de los países, para que el imperio los considere buenos vasallos.
Es uno de
los discursos más desastrosos y destructivos que se han escuchado en las
Naciones Unidas, en el que el país aún hegemónico, llegó a amenazar a los
países del resto del mundo, advirtiéndoles que si no se someten a las órdenes
de Estados Unidos, sufrirán las consecuencias. Reflejó su completo desprecio al
derecho Internacional, al multilateralismo, a los organismos internacionales, a
la cooperación internacional y a la paz mundial.
Ominosos
tiempos los que le esperan al mundo con un gobierno de Estados Unidos decidido
a mantener su decadente y peligrosa hegemonía a como dé lugar; y a defender con
todos los medios a su alcance a su amo, el gobierno israelí, otro violador consuetudinario
del Derecho Internacional y de la paz internacional.
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