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Zapata

sábado, 19 de diciembre de 2015

SIRIA EN LA ENCRUCIJADA

El 2016 será fundamental para el futuro de este país devastado por la guerra del gobierno de Assad contra los grupos terroristas creados y financiados por Occidente, Israel y los países mayoritariamente sunnitas de la región.
Por un lado está la coalición anti-Assad, en donde se ubican Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Israel, Arabia Saudita, Turquía, Qatar, Bahrein, los Emiratos Arabes Unidos, Kuwait, Jordania y Egipto, más los grupos irregulares armados por estos países (Al Nusra, Ahrar al Sham, el Ejército de Conquista, el Ejército Libre de Siria, entre otros), más el Estado Islámico; y por el otro lado está la coalición pro-Assad con Rusia, Irán, Irak y el Hezbollah. Al mismo tiempo se supone que todos estos países y grupos (más los Kurdos) están en lucha contra el Estado Islámico.
Se presenta así una doble dinámica, pues la prioridad para algunos de estos países y grupos armados es derrocar a Assad (Arabia, Turquía, Qatar, Israel, Al Nusra, Aharar al Sham, el Ejército de Conquista, el Ejército Libre de Siria y el mismo Estado Islámico), mientras que para otros la prioridad debe ser destruir al Estado Islámico (coalición pro Assad y los Kurdos).
Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña se han quedado en medio de estas dos dinámicas, sin poder definir una prioridad, lo que ha afectado seriamente su efectividad en el terreno, y por lo mismo la posibilidad de lograr alguno de los dos objetivos.
De ahí que Rusia insista en que la prioridad debe ser destruir al Estado Islámico, conformando una coalición amplia, y al mismo tiempo ir desarrollando un proceso de negociación entre las coaliciones anti y pro Assad, para pacificar al país y permitir que se conforme un gobierno legítimo, en elecciones supervisadas por la comunidad internacional. Lo más probable es que las elecciones se realizaran sin la participación de Assad, quien en todo caso quedaría al frente del gobierno en tanto se destruye al Estado Islámico y se desarrolla un proceso de transición política ordenada en el país.
Por supuesto que esta propuesta rusa y de la coalición pro Assad no gusta a los "halcones" neoconservadores del establecimiento político-militar de Estados Unidos que insisten en formar un gran ejército, que incluya miles de tropas estadounidenses y de otros países de la coalición anti Assad, para derrotar al Estado Islàmico, pero al mismo tiempo ello les permitiría colocar en medio de Siria e Irak una cuña que partiría en dos la que denominan la "creciente chiíta" que va de Teherán hasta Damasco, con lo que podrían aprovechar esa circunstancia para iniciar el asalto final contra el gobierno de Assad y así lograr su objetivo de subyugar a Siria. Lo que seguiría sería la destrucción de Hezbollah en el sur de Líbano y la desaparición de la influencia iraní y rusa en esa parte del Medio Oriente.
Por ello es tan importante quien será el candidato republicano para las elecciones presidenciales del próximo año, pues de ser uno de los favoritos de los "halcones" quien ganara la nominación y la elección general, esto es Rubio, Carson, Fiorina, Chrstie o Bush, la posibilidad de que el conflicto escale con la participación de tropas estadounidenses y el establecimiento de medidas provocadoras hacia Rusia e Irán (zona de no vuelo, amenazas de derribo de aviones rusos que no acaten dicha medida, etc.), se incrementaría, y se debilitaría la posibilidad de lograr algún acuerdo para pacificar al país y lograr un gobierno sirio legítimo mediante elecciones.
En caso de que el ganador fuera Trump o Cruz, existirían algunas posibilidades de que la propuesta rusa pudiera materializarse, dado que estos dos precandidatos quieren priorizar la destrucción del Estado Islámico y están dispuestos a diferir la probable salida de Assad del poder, pues no lo consideran lo más importante.
En caso de que la candidata demócrata, Hillary Clinton triunfe en la elección general, es muy probable que su opción para Siria se acerque a la de los "halcones" neoconservadores republicanos.
Por lo pronto, el conflicto esencialmente militar entre el gobierno de Assad y los múltiples grupos armados que lo combaten, parece haber llegado a un punto muerto, en donde las pequeñas ganancias que obtienen unos, son rápidamente revertidas por sus enemigos, lo que no ha permitido capitalizar las victorias militares en ventajas políticas en la mesa de negociación.
Así también, a pesar de la gran cantidad de bombardeos que recibe continuamente el Estado Islámico por parte de sus enemigos, hasta ahora, no ha sido posible establecer que haya perdido terreno y sigue en pie de lucha en el territorio en el que está asentado.
De ahí que si militarmente en ninguno de los frentes se puede hablar de una tendencia clara en favor de alguno de los contendientes, no queda otro camino que comenzar a lograr avances diplomáticos en la mesa de negociación, a riesgo de que el conflicto se complique más con la llegada a la presidencia de Estados Unidos de un super "halcón" que pueda provocar un conflicto bélico mayor, de incalculables consecuencias.

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