EL VERDADERO OBJETIVO: QUITARLE EL
MUNDIAL 2018 A RUSIA
¿Corrupción en la FIFA? ¡Qué novedad! Es como descubrir el
agua tibia. ¿Por qué ahora la impoluta justicia estadounidense está
preocupadísima por la corrupción en la FIFA, que por cierto reconocen viene
desde hace –por lo menos- 24 años?
Realmente hay que ser muy ingenuos para creerse el cuento de
que ahora el Departamento de Justicia de Estados Unidos se enteró de que había
corrupción en el máximo organismo del futbol mundial, y que ¡oh sorpresa! Una parte
de los sobornos se pactaron en territorio estadounidense y se realizaron pagos
a través de bancos de Estados Unidos (da la casualidad que el sistema de pagos
SWIFT pasa forzosamente por bancos estadounidenses, y es el principal sistema
de transferencias a nivel mundial, así que buena parte de todos los pagos
ilegales del mundo pasan por el sistema bancario de Estados Unidos, incluidos
los de grupos criminales y terroristas).
¿Quiénes están implicados? Los principales aliados y “minions”
de Joseph Blatter, es decir los manipulables y comprables presidentes y
vicepresidentes de las confederaciones y federaciones de América, que son el
principal apoyo de Blatter para mantenerse en el poder, junto con las
federaciones africanas y asiáticas.
Acusan al caimanés presidente de la CONCACAF, Jeffrey Webb;
al ex presidente de esa misma confederación, el trinitario Jack Warner; al
costarricense Eduardo Li (de la federación de futbol de dicho país); al nicaragûense Julio Rocha; al caimanés Costa Takkas; al presidente de la Federación
Venezolana, Rafael Esquivel; al dirigente de la CONMEBOL, el paraguayo Nicolás
Leos; al vicepresidente del Comité Ejecutivo de la FIFA, el uruguayo Eugenio
Figueredo; a José María Marín ex presidente de la Federación Brasileña de
Futbol y a varios promotores argentinos.
De acuerdo al portal infobae.com:
Las detenciones fueron
ordenadas por un tribunal federal de Brooklyn, Nueva York. Apunta a 14
dirigentes a los que acusa de participar en diversos delitos vinculados con la
corrupción, como lavado de dinero, pago de sobornos y fraude electrónico.
La acusación asegura
que la "corrupción es rampante, sistémica y arraigada tanto en los Estados
Unidos como en otros países". El caso se extiende por al menos dos
generaciones de dirigentes de fútbol que abusaron de sus cargos de confianza
para recaudar millones de dólares en sobornos y comisiones ilegales.
Los investigadores
tienen elementos para sostener que entre 1991 y 2015 los acusados y sus
cómplices participaron en diversas actividades ilícitas a través de una alianza
con ejecutivos de marketing deportivo, entre ellos los argentinos: Alejandro
Burzaco, Hugo Jinkis y Mariano Jinkis.
Los dirigentes del
fútbol están acusados de conspirar para solicitar y recibir en total más de 150
millones de dólares en sobornos y comisiones ilegales a cambio de su apoyo oficial
de los ejecutivos de marketing deportivo que accedieron a hacer los pagos
ilegales.
La mayoría de los casos
de corrupción están vinculados con la solicitud y recepción de sobornos y
comisiones ilegales para la adjudicación de los derechos de comercialización y
transmisión de los torneos más importantes, entre ellos: las Eliminatorias para
la Copa Mundial en la región de la CONCACAF, la Copa Oro (CONCACAF), la Liga de
Campeones (CONCACAF), la Copa América Centenario organizada en conjunto por
CONMEBOL y CONCACAF, la Copa América (CONMEBOL), la Copa Libertadores
(CONMEBOL) y la Copa do Brasil, que organiza la federación nacional de fútbol
de Brasil (CBF ).
También forma parte de
la investigación el pago de sobornos y comisiones ilegales para el patrocinio
de la selección brasileña de fútbol por una importante compañía de ropa
deportiva de los Estados Unidos. Brasil fue anfitrión del Mundial de 2014, de
la Copa Confederaciones y sede de elecciones de autoridades de la FIFA.
La investigación que
apunta a máximas autoridades de la FIFA comenzó a desentrañarse luego de que
algunos dirigentes y dos empresas admitieran su culpabilidad en diferentes
hechos. Los "arrepentidos" son el ex secretario general de Concacaf Charles
Blazer, un ex representante de los EEUU en el comité ejecutivo de FIFA; Daryan
Warner (hijo de Jack Warner, uno de los acusados), y José Hawilla, propietario
y fundador de Traffic, una multinacional de marketing deportivo.
El 25 de noviembre de
2013, el acusado Charles Blazer, ex secretario general de la CONCACAF y ex
miembro del comité ejecutivo de la FIFA, se declaró culpable de 10 cargos entre
los que destacan los delitos de asociación ilícita, fraude electrónico, lavado
de dinero, evasión de impuestos y la falta de presentación de un informe del
Banco Exterior y Cuentas Financieras (FBAR). Por esta razón pagó 1.900.000
dólares en el momento de su declaración y ha aceptado pagar una segunda
cantidad que se determinará en el momento de la sentencia.
Así que el “soplón” resultó ser Chuck Blazer, el
estadounidense que dirigió a la CONCACAF desde 1990 hasta 2011 y que se
benefició enormemente de los sobornos por más de 21 años. Por lo visto él no
irá a la cárcel, y en cambio del propio dinero que recibió en los sobornos,
pagó una módica suma de 1.9 millones de dólares para seguir libre y ahora va a
ser testigo protegido de los fiscales. En suma, el estadounidense que estuvo
metido en la corrupción sale libre a cambio de hacer el trabajo sucio a las
autoridades de su país.
¿Acaso no es posible que se le haya otorgado la sede del
mundial a Estados Unidos en 1994 a base de sobornos? Pero claro, sólo se ve la
paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio.
La realidad es que todo este tinglado, que efectivamente
tiene bases muy probables de verdad, esto es la corrupción dentro de la FIFA,
tiene otros objetivos mayores.
El principal es acorralar a Blatter y a su grupo para
obligarlos a retirarle la sede del mundial a Rusia en 2018. ¿Cómo se relaciona
una cosa con la otra? Bueno pues en Estados Unidos y también en Europa se ha
manejado insistentemente que la obtención de las sedes del mundial en Rusia
2018 y en Qatar en 2022 las obtuvieron estos países mediante sobornos.
Incluso en varios medios de Estados Unidos se han estado
haciendo propuestas para boicotear el mundial de Rusia e incluso organizar un
mundial “paralelo” al mismo (propuestas aparecidas en la revista Foreign
Policy).
Todo esto sigue siendo parte de la nueva guerra fría lanzada
por Washington contra Rusia, debido al desafío de este país, y en especial el
del gobierno de Vladimir Putin, a la hegemonía estadounidense (casos de Ucrania
y Siria específicamente).
Para Washington es imperativo mantener el aislamiento del
régimen de Putin (a pesar de acercamientos tácticos, como la reciente visita de
Kerry a Rusia), y un aspecto fundamental es evitar que Rusia pueda demostrar ante
el mundo que es un país que desea relaciones pacíficas, para lo que el mundial
de futbol se convierte en una ventana inmejorable, que los estadounidenses no
quieren facilitarle a los rusos.
Por el otro lado, las grandes empresas de comunicación y
dedicadas a la publicidad y el deporte en Estados Unidos ambicionan desde hace
muchos años con dominar a la FIFA, y para ello requieren deshacerse del grupo
que ha manejado este organismo desde hace 40 años, esto es la alianza entre las
federaciones sudamericanas, las de Concacaf y el grupo Havelange-Blatter, que
desplazó a los europeos, a la salida de la presidencia de la FIFA del inglés
Stanley Rous, después del mundial de Alemania en 1974.
Así que para Estados Unidos era imperativo enviar un mensaje
doble: a Rusia de que no esté tan segura de que organizará el mundial de 2018,
pues es factible que inicien nuevas investigaciones sobre los sobornos para la
adjudicación de esa sede y con ello exponer públicamente a más dirigentes del
futbol mundial; y a Blatter, a quien por ahora no han acusado, pero le envían
un mensaje claro de que él sigue (a sólo dos días de que se lleve a cabo la
Asamblea para reelegir al suizo como dirigente máximo de la FIFA), si no cumple
las órdenes de Washington, específicamente la de retirarle la sede a Rusia ( y
de paso a Qatar, a quien el lobby pro Israel detesta por su apoyo al grupo
palestino Hamas en Gaza), y seguramente la orden de abrirle muchos más espacios
a los empresarios estadounidenses en la toma de decisiones de la FIFA.
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