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Zapata

miércoles, 26 de marzo de 2014

Neoconservadores (26 de Marzo 2014)

Parecía que después de las guerras de Irak y de Afganistán, con sus desastrosos resultados en materia de seguridad y estabilidad para el Medio Oriente, su altísimo costo humano y económico para la región y para los propios Estados Unidos, y el brutal impacto que tuvo en la violación de los derechos humanos y del Derecho Internacional Público, los individuos que propiciaron, alentaron y sacaron provecho político y económico de estas aventuras militares, estarían por un buen tiempo alejados de la toma de decisiones en la irresponsable y desquiciada superpotencia que hegemoniza al planeta.

Desgraciadamente, los intereses que apoyan a este grupo son demasiado poderosos: ahí está todo ese entramado de industrias, políticos y think tanks que viven de los estratosféricos presupuestos para la "defensa" de Estados Unidos; ahí están las 16 agencias de inteligencia y seguridad que consumen miles de millones de dólares; ahí está el lobby pro Israel (AIPAC) que pugna por la generosa ayuda militar y económica de Washington, para que el régimen derechista de Netanyahu mantenga su política de ocupación de los territorios y de ataque continuo a la población palestina; ahí están las grandes petroleras estadounidenses que requieren más mercados para su producción de hidrocarburos, así como nuevos territorios para apoderarse de las reservas probadas (México y esperan recuperar Venezuela); ahí están los grupos ideológicos más reaccionarios del espectro político estadounidense que sólo ven la "fortaleza" de su país, a través de la imposición militar en todo el planeta.

Desde que llegó Obama a la presidencia sabía perfectamente que tenía que seguir alimentando de alguna forma a este monstruo que está formado por todos esos intereses, pero a la vez debía moderar las barbaridades que habían estado haciendo los neoconservadores, a través del inepto y manipulable George Bush.

De ahí que Obama siguió dos cursos de acción que finalmente están chocando y generando una enorme tensión dentro del establecimiento de seguridad nacional de Estados Unidos. Por un lado, mantuvo una serie de programas dirigidos a ejercer presión sobre los llamados grupos terroristas y ciertos países que supuestamente los apoyan, con objeto de demostrar que "la guerra contra el terror" se mantenía (espionaje masivo, ataques con drones, presos en Guantánamo, etc.). Pero por otro lado, decidió que la presencia de tropas estadounidenses, especialmente en países del Medio Oriente, debía limitarse al máximo, no sólo por el alto costo humano y económico que generaban, sino porque su efectividad para estabilizar la región y para eliminar a los "enemigos" de Estados Unidos era muy cuestionable.

Finalmente, ambos cursos de acción llevaban el mismo objetivo: mantener la hegemonía de Estados Unidos en el mundo, pero haciéndolo con un costo humano y económico menor, y por lo tanto buscando que hubiera menos cuestionamientos por parte de la población estadounidense, que ya estaba hartándose de estas aventuras militares.

Sin embargo, para Washington el mantener su hegemonía significa que tiene el derecho de intervenir militar, política y económicamente donde le plazca, sin interferencia u oposición de nadie, a pesar de que ello detone riesgos a la estabilidad económica y política, y a la seguridad de otros países.

Así, el avance de Occidente sobre la que fue la zona de influencia de la desaparecida Unión Soviética en Europa Oriental, no sólo fue una violación de acuerdos establecidos entre George H.W. Bush y Mijail Gorbachov, sino un claro mensaje a Rusia de que Estados Unidos ya no la consideraba una potencia y podía establecer alianzas militares y pactos económicos a las puertas mismas de Moscú, sin que este país debiera inconformarse u oponerse.

Pero da la casualidad que con Vladimir Putin, las élites política y de seguridad de Rusia se reconfiguraron, y la gran riqueza en hidrocarburos del país le permitió recuperar algo de su anterior prestigio y presencia como potencia internacional (si bien, ya no disputándole la hegemonía mundial a Estados Unidos).

Pues bien, para los neoconservadores ni esto es aceptable. Ellos consideran que "ganaron la Guerra Fría" y por lo tanto tienen "derecho" de exigir sus "ganancias", esto es:  los países de Europa Oriental y las repúblicas centro asiáticas que antes pertenecían a la URSS.

Es como si Rusia estuviera estableciendo pactos económicos y alianzas militares con México, Canadá, Colombia y hasta con Puerto Rico (todos vasallos de Estados Unidos). ¿Se quedaría con los brazos cruzados Washington? Por supuesto que no.

Lo mismo China, al ver que Estados Unidos establece pactos económicos y militares con los países que la rodean (Japón, Corea del Sur, Filipinas, Taiwán y hasta Vietnam), lo que intenta es evitar que los estadounidenses la cerquen por completo y  amenacen su seguridad y su capacidad de proyectar su influencia, al menos regionalmente.

Ahora los neoconservadores (McCain, Graham, Elliot Abrams, David Kramer, Michel Auslin, etc), se han dado a la tarea de dar discursos y escribir artículos (desde sus think tanks, en sus revistas, en periódicos como el Washington Post o el Wall Street Journal), exigiendo "mano dura" contra Rusia por la anexión de Crimea, demandando que ahora sí se instalen misiles en Polonia y la República Checa, incluso que se manden tropas para apoyar a Ucrania, y por supuesto criticando sin parar la "debilidad" de Obama, comparando la situación actual con lo que sucedió cuando James Carter era presidente (revolución en Irán, revolución en Nicaragua, invasión soviética a Afganistán); o peor aún, comparando a Putin con Hitler (como lo hizo la oportunista y ambiciosa Hillary Clinton), cuando este último se anexionó la región de los Sudetes de la entonces Checoeslovaquia en 1938.

Así que una vez más estos proguerreristas, que han hecho enormes fortunas gracias a los presupuestos de "defensa", seguridad e inteligencia, y que viven del conflicto permanente (llámese Guerra Fría, Guerra contra el Narcotráfico, Guerra contra el Terror), están armando nuevamente el escenario para que el desinformado, ingenuo y manipulado pueblo de Estados Unidos se embarque otra vez en una serie de intervenciones armadas alrededor del mundo (Ucrania, Siria, Irán, Corea del Norte, Venezuela), con la mentira de que van a combatir "dictadores y tiranos", pero en realidad con el objetivo de dar nuevamente al complejo militar industrial cientos de miles de millones de dólares de contratos para que mantenga su maquinaria funcionando; miles de millones de dólares a cabilderos, think tanks y asesores para que engorden sus bolsillos con el pretexto de "las amenazas y los peligros que se ciernen sobre Estados Unidos"; más mercados (especialmente en Europa, si Rusia deja de suministrar hidrocarburos por la guerra de sanciones) a las grandes empresas petroleras; y más discrecionalidad para que gobiernos que violan sistemáticamente los derechos humanos (Israel, Bahrein, Arabia Saudita, Egipto, etc.), lo hagan con mayor impunidad, gracias a la protección que les dará Estados Unidos con la pedestre justificación de que estamos en una "nueva Guerra Fría". Vienen tiempos ominosos para el mundo con el resurgimiento de estos criminales, los neoconservadores. 



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