Qué onda con el Presidente
La
virulencia que tiene contra ciertos medios y periodistas tiene correlación con
las informaciones que lo confrontan o que muestran sus contradicciones e
inconsistencias.
enero 27, 2022
https://www.elfinanciero.com.mx/opinion/raymundo-riva-palacio/2022/01/27/que-onda-con-el-presidente/
Las
actitudes del presidente Andrés Manuel López Obrador suelen ser disruptivas y
provocadoras. En ocasiones son intempestivas, improvisadas, inesperadas, donde
rompe lanzas y teje nuevas alianzas que, al día siguiente, puede dinamitar
también. Este zigzagueo lo hace ser un hombre de tempestades y consistente en
sus inconsistencias, como ayer, al dar un ejemplo mañanero de lo que es capaz
de hacer: dar un triple salto mortal sin red de protección que deja un sabor de
boca amargo, porque las decisiones presidenciales, cada vez es más claro, las
modula la prensa. Ese salto fue salir en defensa apasionada y firme de una
persona acusada de acoso sexual, y asegurar convencido que lo que dijo la
víspera no salió de su boca.
El
Presidente se refirió primero al cesado director de Fonatur, Rogelio Jiménez
Pons, por las demoras en la ejecución de la obra del Tren Maya. Nadie le
preguntó ayer por él, pero de la nada, molesto por la forma como Carmen
Aristegui, su vieja aliada, y Reforma, dijeron que lo había
responsabilizado por los retrasos, dijo que no era cierto. “Yo no dije eso, yo
no lo culpé, así lo interpretaron”, defendió. “(Fue) una distorsión completa”.
¿Lo fue? A la pregunta el martes del porqué había salido Jiménez Pons, López
Obrador respondió:
“Es que
necesitamos terminar estas obras y necesitamos responsables que estén
comprometidos por entero, que no se detengan ante nada y que se apliquen a
fondo. Es un poco el método de trabajo. Para poder llevar a cabo una obra se
requiere un mando y se requiere una supervisión permanente, constante, y si
hablamos de la obra de transformación, que es algo de mayores dimensiones, no
vamos a estar considerando que son nuestros amigos o nuestros familiares o
nuestros compañeros, pero resulta que no dan resultados. Lo lamentamos mucho, nos
da pena, pero por encima de todo está el interés superior, el interés del
pueblo y de la nación, y nosotros tenemos un compromiso con la transformación
del país”.
“Podemos
querer mucho a una persona, pero si esa persona no se aplica, no se entusiasma,
no tiene las convicciones suficientes, no internaliza de que estamos viviendo
un tiempo histórico, un momento estelar de la vida pública de México, un tiempo
interesante; si está pensando que es la misma vida rutinaria del gobierno, que
todo es ortodoxo, que todo es plano, que no importa que se pase el tiempo, pues
entonces no está entendiendo de que una transformación es un cambio profundo,
es una revolución de las conciencias”.
A López
Obrador no le gustó la manera como se leyeron sus declaraciones y se arrepintió.
Culpó, como siempre, a los medios, que lo colocan en el aparador donde no le
gusta verse, ni acepta como error la ligereza en la que incurre con algunas de
sus afirmaciones. La virulencia que tiene contra ciertos medios y periodistas
tiene correlación con las informaciones que lo confrontan todos los días o que
muestran sus contradicciones e inconsistencias. Reacciona impulsivamente,
mostrando una inteligencia emocional que a veces es inexplicable, como fue
ayer, cuando también, de la nada, se metió en un pantano, comenzó a patalear,
sacó la espada y metió las manos al fuego por quien carga en su equipaje la
infame acusación de acosador sexual, Pedro Salmerón, a quien anunció –sin haber
pedido el beneplácito– como embajador en Panamá.
No le debe
haber gustado que la canciller panameña anunciara el martes que ya habían
respondido a la Secretaría de Relaciones Exteriores su decisión sobre Salmerón,
y menos aún que tuviera una difusión amplia en los medios. “¿Y ya entonces van
a haber tribunales como los de la Inquisición, nada más porque hay denuncias de
sectores si no se actúa de conformidad con la ley?”, espetó el Presidente,
quien ha minimizado las varias acusaciones de acoso sexual porque no se han
presentado ante un Ministerio Público.
Las denuncias
contra Salmerón provocaron su salida del ITAM, una institución educativa a la
que detesta López Obrador –aunque varios morenistas connotados son egresados
del instituto–, pero no fueron las únicas. Hay registro en las redes sociales
que varias militantes que estuvieron en la campaña presidencial, denunciaron la
proclividad acosadora de Salmerón, uno de los protegidos de la esposa del
Presidente, Beatriz Gutiérrez Müller. De ahí, quizá, su reticencia a modificar
la decisión, que podría explicar, además, que cuando le preguntaron en la
mañanera si reconsideraría el nombramiento, lo rechazó, por ser capaz, dijo, y
por ser “uno de los mejores historiadores en el país”.
López
Obrador dijo que todo se trata de campañas mediáticas de los conservadores. Es
decir, más de lo mismo, pero en esta ocasión no fue más de lo mismo. La
negación irracional de sus palabras motiva a la reflexión si el caso de Jiménez
Pons fue algo excepcional, o si es parte de su comportamiento cotidiano en las
reuniones de gabinete o en los procesos de toma de decisión. Y perder todo el
decoro institucional para hacer una defensa de Salmerón, que tiene como
antecedente la que hizo de Félix Salgado Macedonio, por las mismas razones,
cuando aspiraba al gobierno de Guerrero, muestra una falta de empatía con las
mujeres, cuyos agravios está dispuesto a ignorar porque piensa que hay una
motivación política detrás que busca dañarlo.
El
Presidente está procesando todo con el mismo filtro reduccionista, y sus
fijaciones deben ser motivo de preocupación. Si está tan cerrado y tiene una
mirada tan obtusa de las cosas, ¿puede someter su toma de decisión a procesos
objetivos? Claro que no. Revisando sus mañaneras, es notorio que la agenda se
la imponen los medios, que gobierna para llevarle la contra a los medios, y que
la propia conversación está subordinada a lo que informen los medios. Así no se
gobierna. Así sólo se pelea y no llegará al puerto esperado si sigue gobernando
para los medios y no para los ciudadanos.
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