Devastación por decreto
Silvia
Ribeiro*
https://www.jornada.com.mx/2022/01/15/opinion/015a1eco
El pasado 10
de enero, el Congreso Nacional Indígena (CNI) y el Concejo Indígena de Gobierno
(CIG) dieron a conocer que un juez federal del estado de Puebla otorgó una
suspensión provisional al acuerdo presidencial emitido el 22 de noviembre 2021,
que declara los proyectos del gobierno federal de interés público y seguridad
nacional.
Este
acuerdo-decreto presidencial que objetan los pueblos y comunidades indígenas
del CNI, así como también organizaciones ambientales y sociales, es
profundamente preocupante. Además de declarar los proyectos y obras del
gobierno de interés público y seguridad nacional, instruye a las dependencias
oficiales a contestar la solicitud de licencias para obras en cinco días y si
no hay autorización provisional expresa, se entenderá en sentido positivo. Esa
autorización sería válida por un año hasta obtener la definitiva. Es evidente
que en cinco días no se pueden realizar las consultas ni estudios de evaluación
ambiental establecidos en las leyes, por lo que el acuerdo presidencial se
erige como legislador por arriba de éstas y viola las leyes existentes.
Una de las
consecuencias más graves es que el despojo y ocupación de tierras por obras y
los impactos sobre la tierra, agua y bosques que se hagan en ese año –aun
cuando hipotéticamente la autorización fuera negada– serán irreversibles.
Declarar los proyectos como seguridad nacional, allana además el camino para la
represión por parte de instancias policiales y militares contra la defensa de
quienes han estado en sus territorios desde muchos años y siglos antes que este
gobierno y anteriores.
La
suspensión provisional ahora otorgada por un juez en Puebla fue en respuesta a
uno de 17 amparos que han presentado pueblos y comunidades participantes en el
CNI, en los estados de Jalisco, Querétaro, Puebla, Morelos, Veracruz, Oaxaca,
Campeche, Quintana Roo, Yucatán y Ciudad de México (https://tinyurl.com/465yt4ek).
Pese a la
enorme trascendencia e impactos potenciales del acuerdo y pese a que significa
una flagrante violación de derechos indígenas y leyes ambientales –el CNI lo
define como una profunda aberración jurídica– en la mayoría de los otros
casos los jueces se declararon incompetentes o directamente desecharon las
solicitudes, mientras algunos han pedido aclaraciones interminables. A los
impactos del propio acuerdo, se suma así la obstrucción de acceso a la
justicia.
En su
conferencia de prensa, el CNI remarcó que el proceso es similar a lo que han
sufrido con los amparos presentados contra los megaproyectos que se propone
blindar este acuerdo, como el mal llamado Tren Maya y el Proyecto Integral
Morelos. La construcción de esos y otros megaproyectos insignias del gobierno,
como el Corredor Transístmico, se han instalado sin procesos de consulta
legítimos, lo cual además de la violación al derecho de consulta y consentimiento
previo, libre e informado al que tienen derecho los pueblos y comunidades tanto
en la legislación nacional como internacional, se agrega la construcción de
conflictos y división dentro de las comunidades por las farsas de consulta y la
promesa de supuestos beneficios que el gobierno alega, pero no permite que los
pueblos discutan en sus propios términos.
Si bien
algunos empresarios y oposición partidaria al gobierno también han criticado
este acuerdo-decreto por motivos políticos y de lucro, es absurdo que se
pretenda meter en la misma bolsa a quienes defienden sus territorios y sus
derechos.
En realidad,
para los empresarios y gobiernos estatales, este acuerdo es un regalo que
sienta precedente de cómo evitar respetar las (de por sí ya débiles) leyes
ambientales, los derechos indígenas y derechos humanos, así como el derecho a
la información. Algunos ahora cuestionan este decreto del gobierno –quienes aún
no se han posicionado para lucrar con los megaproyectos–, pero sin duda se
preparan para usar este mismo recurso o exigir que no sólo se aplique a algunos
empresarios o solo a proyectos públicos, o –de parte de gobiernos estatales,
como alguno ya manifestó– para aplicar decretos similares en los estados.
El acuerdo
no se refiere solamente a los megaproyectos insignia, sino que la gran amplitud
de proyectos incluidos en él (comunicaciones, telecomunicaciones, aduanero,
fronterizo, hidráulico, hídrico, medio ambiente, turístico, salud, vías
férreas, ferrocarriles en todas sus modalidades, energético, puertos,
aeropuertos, y otros sectores prioritarios y/o estratégicos) significa una
debacle sin confines. Señala Ramón Vera Herrera en Ojarasca 296,
se trata de una declaración de guerra a los pueblos originarios y las
comunidades campesinas y urbanas de este país que defienden sus territorios
contra los embates de mineras, de empresas que los roban o contaminan el agua,
que deforestan sus entornos, que acaparan la tierra y los expulsan con
violencia y han denunciado repetidamente que este gobierno ha permitido estos
agravios (https://tinyurl.com/mbs2vtvj).
Defensa que
también sostenían contra anteriores gobiernos, que promovían varios de los
mismos megaproyectos. Por las gravísimas consecuencias que conlleva, es urgente
detener este acuerdo.
* Investigadora
del Grupo ETC
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