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Zapata

sábado, 1 de diciembre de 2018

TOMA POSESIÓN LÓPEZ OBRADOR

Largo discurso. Una hora y veinte minutos. Condena verídica y brutal del neoliberalismo y de los estragos que durante 36 años ha ocasionado al país. Reiteración de todas sus propuestas, políticas públicas y legislación que pretende aplicar durante sus 5 años y 10 meses que estará en el poder.
Tema principal, desterrar para siempre la corrupción; y con los recursos liberados así, transformar al país.
Tema polémico, establecer un “punto final” a la persecución de los corruptos neoliberales y de sus muchos crímenes de toda laya, para así no “empantanar” al país y a su gobierno en una disputa continua, que consumiría tiempo, esfuerzos y recursos indispensables para sacar al país adelante. Aún así, no se opondrá a que los ciudadanos busquen justicia en las instituciones encargadas de administrarla. Pero su gobierno no buscará proactivamente ello. Este asunto seguirá interpretándose como un posible pacto de impunidad. Pero no para él y para su gobierno, pues no habrá corrupción y quién busque beneficiarse de ella, irá a la cárcel.
Ofrece conciliación y enorme importancia a la relación con Estados Unidos y especialmente con Donald Trump. Deberá tener mucho cuidado. México es importante para Washington, pero no tanto como lo creemos nosotros. Son muy capaces de darle la espalda a López Obrador y a sus proyectos de cooperación internacional, de un momento a otro, si así conviene a sus intereses. No se puede ser confiado, ni ingenuo con los estadounidenses; y menos con un presidente como Trump.
Papa caliente el tema de Venezuela. Llegó Maduro, pero no a la toma de protesta. Al arribar a Palacio Nacional hubo vítores y aplausos para el presidente venezolano, de parte de la gente en el Zócalo. Habrá que ver cómo maneja López Obrador su buena relación con Trump, con el deseo de éste de derrocar a Maduro. Ojalá México no siga jugando el triste papel de “punta de lanza” del intervencionismo estadounidense en América Latina, como lo ha jugado los últimos 18 años, al menos.
Muchísimos proyectos sociales, obras de infraestructura y apoyo a los menos favorecidos, sin aumentar impuestos, sin endeudarse y al mismo tiempo, aplicando una política económica que sigue las recetas principales del neoliberalismo (libre comercio, equilibrio fiscal, autonomía del banco central, gasto corriente controlado y respeto a la inversión privada, es decir cero expropiaciones). Sólo con austeridad, sin corrupción, sin derroche, sin tráfico de influencias e impulsando la cooperación internacional para el desarrollo, se lograrán todas las metas, propuestas y proyectos. Ojalá alcance, porque con López Obrador ya ocupó la presidencia de la República, todo el espectro de fuerzas políticas que hay en el país. Así que, si esto no funciona, como lo afirmamos ayer en este blog, la deriva será inevitable hacia el autoritarismo y quizás la dictadura militar.
Muchas esperanzas del pueblo; mucho rencor y ganas de sabotear a este gobierno por parte de los grupos políticos beneficiados por la corrupción, durante décadas; por los oligarcas que se siguen sintiendo todo poderosos y por los grupos criminales, que no dejarán de manera fácil, ni pacíficamente, sus territorios y actividades ilegales.
Tema toral en el discurso, la separación tajante entre poder político y económico. Fundamental para recuperar la autonomía del Estado y que cumpla a cabalidad su función de equilibrador de intereses y demandas; y dejar así de representar sólo los intereses de los grupos de poder político y económico; y a los de la potencia hegemónica.
Habrá consulta sobre la revocación de mandato de López Obrador en 2 años y medio. Se comprometió a ello. Poco tiempo para que tantos proyectos y promesas se logren y se cumplan. Más vale que así sea, porque si no, la derecha (ahora otra vez aglutinada principalmente en el Partido Acción Nacional, cuyos legisladores fueron los que más vociferaron contra López Obrador durante su discurso de toma de protesta); los oligarcas y la potencia hegemónica, intentarán utilizar esa oportunidad para echarlo del poder.
Enorme reconocimiento a las fuerzas armadas y al papel que seguirán jugando en el combate a la inseguridad y a la violencia. Jugada estratégica del presidente, que sabe que, sin ellas, sus muchos enemigos lo tendrían en la mira para instrumentar un posible golpe de Estado. Por ello requiere de una gran cercanía con soldados y marinos, para que, en caso de alguna intentona en ese sentido, desde el interior de las mismas fuerzas armadas, se aborte.

Por el bien de México, ojalá que el proyecto del nuevo presidente se concrete y nuestro país pueda salir de la oscuridad en la que ha estado hundido durante más de tres décadas.

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