Hoy la
esposa de Felipe Calderón, Margarita Zavala, ha dado a conocer que retira su
candidatura “independiente” a la presidencia, con lo que la posibilidad de que
los escasos votantes que aún la apoyaban (4 ó 5 %) direccionen ahora su voto
hacia Ricardo Anaya, crece.
La realidad
es que los patrocinadores de la campaña de la dupla Zavala-Calderón -principalmente
el oligarca dueño del Grupo Bal, y tercer hombre más rico de México, Alberto
Bailleres (furibundo anti lopez obradorista)- sencillamente les dijeron que ya
no los iban a seguir financiando, pues su apuesta ahora iba a ir en favor de Anaya,
en vista de que es el único candidato que aún tiene una posibilidad de derrotar
a López Obrador.
Ante eso, y con
las claras señales que Anaya ha enviado a la dupla Zavala-Calderón, en el
sentido de que una declinación de Zavala podría abrir oportunidades futuras al
grupo calderonista en una administración de Anaya, acabaron por convencer al ex
presidente y su esposa que seguir en la campaña era totalmente inviable; y
aceptaron la presión de sus verdaderos jefes (los oligarcas del país) y la “generosa”
oferta de quien antes los había echado a patadas del PAN, Ricardo Anaya, para
hacerse a un lado; dejando que sus cada vez más escasos electores terminen por
apoyar al candidato de “Por México al Frente”, esperando un triunfo de Anaya, y
que no los traicione una vez más, cumpliéndoles la promesa de que integrara a
Margarita y a su grupo en su futuro gobierno.
Ahora la
presión se concentrará en el impresentable gobernador con licencia de Nuevo León,
Jaime Rodríguez Calderón, para que también decline su candidatura “independiente”,
y de esa forma su raquítico 2% de preferencias también acabe yéndose en favor
de Anaya.
El último
eslabón será quitarle apoyos y recursos a Meade, para que sin que tenga que
obligársele al ridículo de declinar, en los hechos, una parte de las
preferencias a su favor, terminen redireccionándose hacia Anaya. Es decir, se
va a promover un “voto útil”, sin necesidad de humillar todavía más al
tecnócrata que pusieron como candidato presidencial del PRI.
Así también,
después del segundo debate presidencial el próximo domingo, comenzará la
operación para “inflar” a Anaya en las encuestas, y al menos dejar estancado a
López Obrador, con objeto de que a finales del mes de junio ambos estén prácticamente
empatados, y el día de la elección, considerando que la coalición que apoya a
López Obrador no podrá cubrir el 100% de las casillas (a lo mucho quizás llegue
al 75%), la operación territorial del PRI en los distritos rurales y más
apartados, en donde tiene absoluto control; más los “algoritmos” favorables que
se pondrán en juego en los conteos electrónicos en el Instituto Nacional
Electoral (INE), podrán generar uno de dos escenarios; el triunfo por muy poco
de Anaya; o el de López Obrador, pero que sería impugnado y llevado al Tribunal,
en donde los magistrados “peñistas” darían la victoria a Anaya.
¿Pura
especulación? Ya veremos.
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