LUCHA POR LA HEGEMONÍA MUNDIAL EN LA
POST PANDEMIA
La pandemia
del coronavirus ha impactado de manera profunda la lucha por la hegemonía
mundial que se ha venido desarrollando con especial énfasis en la última
década, entre los países del bloque occidental (y sus aliados en los
continentes asiático, americano y africano), y el bloque de la resistencia,
lidereado por China y Rusia.
La pregunta
principal que debe contestarse es cuál de los bloques saldrá menos afectado de
la pandemia y de la crisis económica aparejada a ella.
Por ahora,
la batalla se ha centrado en el desarrollo de vacunas efectivas contra el
virus, que permitan detener los contagios y las muertes, y brindar cierta
seguridad de que en el futuro el virus y sus variantes podrán ser controladas.
Las vacunas
que, hasta el momento, han demostrado mayor efectividad[1] contra el virus son:
Con 95%
Bion-Tech Pfizer (Alemania – Estados Unidos)
Con 94.5%
Moderna (Estados Unidos)
Con 91.8%
Sputnik V (Rusia)
Con 90%
Johnson & Johnson (Estados Unidos)
Con 79%
Sinopharm (China)
Con 78%
Sinovac (China)
Con 70.4%
Astra Zeneca (Reino Unido)
Con 65.7%
Cansino (China)
Como se
puede apreciar está claro que las grandes potencias y específicamente, los dos
bloques de poder que se disputan la hegemonía mundial van a la vanguardia en el
desarrollo de las principales vacunas contra el Covid-19, por lo que los que
logren inmunizar antes a la mayoría de su población y asegurar que la
vacunación realmente controla la pandemia, tendrán una ventaja sobre sus
competidores.
El otro
ámbito en donde la competencia entre los bloques se ha intensificado es en la
cooperación con los países que no producen las vacunas o no tienen los recursos
para comprarlas, en donde han tomado ventaja China y Rusia que las están
proporcionando a precios más bajos a decenas de países, mientras que el G7[2] apenas hoy se comprometió
a aportar hasta 4 mil millones de dólares, para vacunas destinadas a los países
que carecen de ellas.
Respecto a
la recuperación económica, ello dependerá de que tan pronto se puedan reabrir
la mayoría de las actividades, con la certeza de que nuevos brotes del virus y
sus variantes, podrán ser contenidos con las vacunas desarrolladas.
Las últimas
proyecciones de crecimiento económico del Fondo Monetario Internacional para el
2021 sitúan así a los principales países del bloque occidental:
Estados
Unidos 5.1%
Alemania
3.5%
Francia 5.5%
Japón 3.1%
Reino Unido
4.5%
Canadá 3.6%
Por lo que
respecta a China se espera un crecimiento del 8.1% y Rusia del 3%.[3]
Como de
costumbre, el crecimiento chino supera a los de sus competidores del bloque
occidental y Japón; mientras que Rusia se queda muy rezagada.
Los otros
dos campos específicos en los que la competencia entre las grandes potencias se
está intensificando es el de la tecnología (inteligencia artificial, redes 5 y
6G, vehículos eléctricos, energías renovables, etc.) y el de los armamentos.
Para la
administración Biden la competencia con China y Rusia es de largo plazo,
multidimensional y en la misma, si bien prevalecerá el conflicto, no descarta
la cooperación en algunos temas como las pandemias, el cambio climático y en
alguna medida, el control de la carrera armamentista (firma del Nuevo START con
Rusia por 5 años más).
Así lo afirmó el presidente Biden en su intervención en la Conferencia de Seguridad de Múnich (19 de febrero), en
donde ratificó que Estados Unidos está comprometido a mantener el “liderazgo”
mundial, léase, la hegemonía, pero con el concurso importante de sus aliados
europeos y asiáticos, en una clara competencia con China y Rusia.
En resumidas
cuentas, para las élites estadounidenses no hay Plan B, su país es la máxima
potencia mundial y así debe permanecer, sin importar los costos humanos,
políticos, económicos, ambientales, etc. que tenga que sufrir el planeta y la
humanidad.
La
cooperación internacional y el multilateralismo quedan subordinados a este gran
objetivo; y si China y Rusia no están dispuestas a subordinarse al mismo,
Estados Unidos movilizará al mundo entero, incluso llegando a
una Tercera Guerra Mundial, para
mantenerse como la potencia hegemónica indiscutible.
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