¿Cómo pasó a
ser Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en unos meses el candidato del sistema?
¿No era el “peligro para México”; el nuevo Chávez y Maduro que convertirá a
México en la Venezuela actual? ¿Dónde quedó el “populista” trasnochado que
llevará a México a los tiempos de Echeverría y López Portillo?
Pues
sucedieron dos eventos fundamentales que cambiaron la ecuación. Primero, la
propia subclase política corrupta (PRI, PAN, PRD, PVEM y PANAL) se dividió en
dos grupos para enfrentar a López Obrador. Ya había sucedido en las dos
elecciones presidenciales anteriores (en 2006 con Calderón y Madrazo; en 2012
con Peña y Vázquez Mota); pero en ambas, el presidente en turno “operó” para
que en los hechos (pues no hay segunda vuelta electoral), quedara al final de
la contienda sólo una candidatura para enfrentar a AMLO.
Así, Fox y
el equipo de Calderón (encabezado por Espino y Martínez Cázares, ahora aliados
de AMLO), lograron un acuerdo con la maestra Elba Esther Gordillo (otra aliada actual
de AMLO) para que convenciera a 5 ó 6 gobernadores priístas para que
traicionaran a Madrazo, y los votos del PRI se fueran con Calderón. Aún así,
apenas con un escandaloso fraude electoral, se pudo “derrotar” a AMLO con el
0.56% de ventaja en la votación (“haiga sido como haiga sido”, Calderón dixit).
En el 2012,
ante la incapacidad de Calderón para dejar como su sucesor a su favorito
Ernesto Cordero[1]
(como en su momento Fox no pudo dejar de sucesor a Creel), la candidatura de
Josefina Vázquez Mota nunca despegó, por lo que para Calderón fue relativamente
fácil negociar la derrota de ésta en favor de Peña, a cambio de una hipotética
futura candidatura presidencial de su esposa Margarita Zavala, que sería
apoyada por Peña en el 2018.
Y aquí entra
el primer factor decisivo que ha permitido a AMLO convertirse en el candidato
del sistema. Peña Nieto hubiera tenido que operar en favor de una candidatura,
ya fuera de su partido o en su defecto del PAN (supuestamente Margarita), para
así hacer nuevamente un frente PRIAN, que esta vez se vería fortalecido por el
PRD, puesto que AMLO lo había abandonado para formar su propio partido, Morena.
Pero todo se
descompuso cuando dentro del PAN, la cantada candidatura de Margarita fue hecha
pedazos por un trepador, implacable y ambicioso joven de nombre Ricardo Anaya,
que primero se hizo de la presidencia del partido; después conformó una
inverosímil alianza con PRD y Movimiento Ciudadano y finalmente echó a patadas
del partido a Calderón y a su esposa (el impresentable Fox hacía tiempo que ya
era un peón del PRI),
Todo ello
desbarató los planes de Peña y de Calderón, pero aún así el impopular
presidente mexicano intentó llegar a acuerdos con Anaya, cuando fue presidente
del PAN, pero ambos se jugaron las traiciones propias del sistema político mexicano
(elecciones en Coahuila y Estado de México; nombramientos del próximo Fiscal
General; del Fiscal Anticorrupción; de próximos ministros de la Suprema Corte);
y la relación se pudrió.
Ante la
evidencia irrefutable de que al menos desde el principio de la campaña habría
dos candidatos del sistema (Anaya y Meade), Peña esperó su oportunidad para
darle un golpe de knock out a Anaya
(como en su momento se lo dieron a su tío Arturo Montiel en la lucha por la
candidatura presidencial del PRI en el 2005), exponiendo sus corruptelas para
hacerse de propiedades en el estado de Querétaro por un valor de casi 400
millones de pesos, utilizando a su familia política como prestanombres.
Con ello
Peña calculó que dejaría fuera de la contienda al joven irreverente, y así su
candidato se convertiría en el del sistema, aglutinando los votos del PRIAN, y
sumando sin dificultad los del corrupto PRD.
Pero Anaya
se mantuvo en la contienda a pesar del golpe, y eso evitó la formación del
frente “anti López Obrador” por meses, con lo que AMLO, manteniendo su discurso
tradicional y al mismo tiempo aliándose con una parte de la oligarquía y de la subclase
política corrupta (lo que no había hecho antes), logró mantener a su núcleo
duro de apoyo y ampliarlo a otros segmentos sociales, con lo que su ventaja en
las encuestas siguió creciendo.
Fue entonces
que entraron en juego los oligarcas del país, los del Consejo Mexicano de
Negocios, para intentar crear esa candidatura única prosistema, que enfrentara
a AMLO, y para ello presionaron para que el tercer lugar de las encuestas, esto
es Meade, declinara en favor de Anaya.
Pero esta
vez el presidente no quiso operar en favor de una candidatura, en especial si el
candidato tenía que ser Anaya, debido a que ya no confiaba en él y en todo caso
prefería que Meade quedara como la opción del sistema.
Los
oligarcas no pudieron convencer a Peña de abandonar a su candidato y de ponerse
de acuerdo con Anaya (pesaron mucho las amenazas de Anaya de que metería a la
cárcel a Peña por corrupción).
Ante ello,
los oligarcas no tuvieron otro remedio que entenderse con el puntero en las
encuestas, esto es López Obrador (el abrazo de “Acatempan” de AMLO con su
némesis, Claudio X. González así lo atestigua).
Así que, el
primer factor que ha jugado para que AMLO sea considerado ahora también el
candidato de la oligarquía, es que Peña no pudo ni supo conformar un frente “anti
López Obrador” como lo hicieron sus antecesores; y ninguno de los dos candidatos
pro sistema se resignó a retirarse (ni Anaya, ni Meade) y eso mantuvo la
división del bloque “anti AMLO”.
El otro
factor decisivo para que AMLO sea ya el candidato del sistema, es que él
decidió retraer sus ambiciosos planes de modificar la política económica,
derrotar a la subclase política corrupta y recuperar la perdida soberanía
nacional ante Estados Unidos.
A sus 64
años de edad y después de estar peleando contra el sistema 35 años, ya se cansó
y prefirió moderarse. Y al moderarse, desechó cambiar la política neoliberal y
sólo le limará algunas de sus aristas más agudas. Se dio cuenta que es
imposible eliminar del sistema a los políticos corruptos y ahora prefirió
entrar en pactos con ellos, para qué a cambio de no perseguirlos, no obstaculicen
algunas de las políticas redistributivas que está prometiendo.
Y ante el
poder de los oligarcas y las trasnacionales, que pueden generar boicots y crisis
económicas como las que han propiciado en Venezuela; así como golpes de Estado “blandos”
para deshacerse de los políticos que los incomodan, como en Brasil con Dilma
Rousseff; mejor decidió ponerse de acuerdo con ellos, a cambio de que le permitan
redireccionar algo del presupuesto hacia sus bases electorales, en los estados
más pobres del país.
Con Estados
Unidos, ante la agresividad de Trump, es factible que AMLO se tope con pared y
no logre ningún acuerdo para recuperar parte de la soberanía perdida; pero eso
ya lo irá experimentando una vez que tome posesión de la presidencia.
Así, AMLO es
el candidato del sistema, porque no les quedó de otra a oligarcas, tecnócratas
(que ya están viendo la forma de rodearlo en las áreas financieras y económicas
del gobierno), subclase política corrupta y presidente saliente (Peña); y
también porque no le quedó de otra a AMLO, si quería llegar a la presidencia.
El problema
con un arreglo forzado como este, es qué a la primera oportunidad, cuando
alguna de las dos partes se sienta lo suficientemente fuerte como para romperlo,
lo hará (así lo hicieron los oligarcas brasileños con Rousseff, y no pararon
hasta echarla de la presidencia y encarcelar a su mentor, el ex presidente Lula
Da Silva). Y en ese momento, todo el “amor y paz” que se respira entre ambos “socios”
se irá a la basura.
Por ahora,
Peña intenta salvar lo que pueda del PRI y de los grupos corruptos que lo
conforman, y para ello ha reiniciado los ataques a Anaya, con los videos sobre
los tratos sucios que los empresarios Barreiro han hecho y siguen haciendo para
financiar a Anaya (tanto personalmente, como en su campaña), con lo que espera
lograr que Meade quede en segundo lugar y con ello negociar en una mejor
posición, un nuevo “pacto de impunidad” con el siguiente presidente, en este
caso AMLO.
[1]
Y recordemos que antes (desde el interior del mismo sistema político) ya le habían
asesinado a su delfìn original, Juan
Camilo Mouriño, muerto en un extraño accidente de aviación.
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