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Zapata

viernes, 8 de junio de 2018

LÓPEZ OBRADOR EL CANDIDATO DEL SISTEMA

¿Cómo pasó a ser Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en unos meses el candidato del sistema? ¿No era el “peligro para México”; el nuevo Chávez y Maduro que convertirá a México en la Venezuela actual? ¿Dónde quedó el “populista” trasnochado que llevará a México a los tiempos de Echeverría y López Portillo?
Pues sucedieron dos eventos fundamentales que cambiaron la ecuación. Primero, la propia subclase política corrupta (PRI, PAN, PRD, PVEM y PANAL) se dividió en dos grupos para enfrentar a López Obrador. Ya había sucedido en las dos elecciones presidenciales anteriores (en 2006 con Calderón y Madrazo; en 2012 con Peña y Vázquez Mota); pero en ambas, el presidente en turno “operó” para que en los hechos (pues no hay segunda vuelta electoral), quedara al final de la contienda sólo una candidatura para enfrentar a AMLO.
Así, Fox y el equipo de Calderón (encabezado por Espino y Martínez Cázares, ahora aliados de AMLO), lograron un acuerdo con la maestra Elba Esther Gordillo (otra aliada actual de AMLO) para que convenciera a 5 ó 6 gobernadores priístas para que traicionaran a Madrazo, y los votos del PRI se fueran con Calderón. Aún así, apenas con un escandaloso fraude electoral, se pudo “derrotar” a AMLO con el 0.56% de ventaja en la votación (“haiga sido como haiga sido”, Calderón dixit).
En el 2012, ante la incapacidad de Calderón para dejar como su sucesor a su favorito Ernesto Cordero[1] (como en su momento Fox no pudo dejar de sucesor a Creel), la candidatura de Josefina Vázquez Mota nunca despegó, por lo que para Calderón fue relativamente fácil negociar la derrota de ésta en favor de Peña, a cambio de una hipotética futura candidatura presidencial de su esposa Margarita Zavala, que sería apoyada por Peña en el 2018.
Y aquí entra el primer factor decisivo que ha permitido a AMLO convertirse en el candidato del sistema. Peña Nieto hubiera tenido que operar en favor de una candidatura, ya fuera de su partido o en su defecto del PAN (supuestamente Margarita), para así hacer nuevamente un frente PRIAN, que esta vez se vería fortalecido por el PRD, puesto que AMLO lo había abandonado para formar su propio partido, Morena.
Pero todo se descompuso cuando dentro del PAN, la cantada candidatura de Margarita fue hecha pedazos por un trepador, implacable y ambicioso joven de nombre Ricardo Anaya, que primero se hizo de la presidencia del partido; después conformó una inverosímil alianza con PRD y Movimiento Ciudadano y finalmente echó a patadas del partido a Calderón y a su esposa (el impresentable Fox hacía tiempo que ya era un peón del PRI),
Todo ello desbarató los planes de Peña y de Calderón, pero aún así el impopular presidente mexicano intentó llegar a acuerdos con Anaya, cuando fue presidente del PAN, pero ambos se jugaron las traiciones propias del sistema político mexicano (elecciones en Coahuila y Estado de México; nombramientos del próximo Fiscal General; del Fiscal Anticorrupción; de próximos ministros de la Suprema Corte); y la relación se pudrió.
Ante la evidencia irrefutable de que al menos desde el principio de la campaña habría dos candidatos del sistema (Anaya y Meade), Peña esperó su oportunidad para darle un golpe de knock out a Anaya (como en su momento se lo dieron a su tío Arturo Montiel en la lucha por la candidatura presidencial del PRI en el 2005), exponiendo sus corruptelas para hacerse de propiedades en el estado de Querétaro por un valor de casi 400 millones de pesos, utilizando a su familia política como prestanombres.
Con ello Peña calculó que dejaría fuera de la contienda al joven irreverente, y así su candidato se convertiría en el del sistema, aglutinando los votos del PRIAN, y sumando sin dificultad los del corrupto PRD.
Pero Anaya se mantuvo en la contienda a pesar del golpe, y eso evitó la formación del frente “anti López Obrador” por meses, con lo que AMLO, manteniendo su discurso tradicional y al mismo tiempo aliándose con una parte de la oligarquía y de la subclase política corrupta (lo que no había hecho antes), logró mantener a su núcleo duro de apoyo y ampliarlo a otros segmentos sociales, con lo que su ventaja en las encuestas siguió creciendo.
Fue entonces que entraron en juego los oligarcas del país, los del Consejo Mexicano de Negocios, para intentar crear esa candidatura única prosistema, que enfrentara a AMLO, y para ello presionaron para que el tercer lugar de las encuestas, esto es Meade, declinara en favor de Anaya.
Pero esta vez el presidente no quiso operar en favor de una candidatura, en especial si el candidato tenía que ser Anaya, debido a que ya no confiaba en él y en todo caso prefería que Meade quedara como la opción del sistema.
Los oligarcas no pudieron convencer a Peña de abandonar a su candidato y de ponerse de acuerdo con Anaya (pesaron mucho las amenazas de Anaya de que metería a la cárcel a Peña por corrupción).
Ante ello, los oligarcas no tuvieron otro remedio que entenderse con el puntero en las encuestas, esto es López Obrador (el abrazo de “Acatempan” de AMLO con su némesis, Claudio X. González así lo atestigua).
Así que, el primer factor que ha jugado para que AMLO sea considerado ahora también el candidato de la oligarquía, es que Peña no pudo ni supo conformar un frente “anti López Obrador” como lo hicieron sus antecesores; y ninguno de los dos candidatos pro sistema se resignó a retirarse (ni Anaya, ni Meade) y eso mantuvo la división del bloque “anti AMLO”.
El otro factor decisivo para que AMLO sea ya el candidato del sistema, es que él decidió retraer sus ambiciosos planes de modificar la política económica, derrotar a la subclase política corrupta y recuperar la perdida soberanía nacional ante Estados Unidos.
A sus 64 años de edad y después de estar peleando contra el sistema 35 años, ya se cansó y prefirió moderarse. Y al moderarse, desechó cambiar la política neoliberal y sólo le limará algunas de sus aristas más agudas. Se dio cuenta que es imposible eliminar del sistema a los políticos corruptos y ahora prefirió entrar en pactos con ellos, para qué a cambio de no perseguirlos, no obstaculicen algunas de las políticas redistributivas que está prometiendo.
Y ante el poder de los oligarcas y las trasnacionales, que pueden generar boicots y crisis económicas como las que han propiciado en Venezuela; así como golpes de Estado “blandos” para deshacerse de los políticos que los incomodan, como en Brasil con Dilma Rousseff; mejor decidió ponerse de acuerdo con ellos, a cambio de que le permitan redireccionar algo del presupuesto hacia sus bases electorales, en los estados más pobres del país.
Con Estados Unidos, ante la agresividad de Trump, es factible que AMLO se tope con pared y no logre ningún acuerdo para recuperar parte de la soberanía perdida; pero eso ya lo irá experimentando una vez que tome posesión de la presidencia.
Así, AMLO es el candidato del sistema, porque no les quedó de otra a oligarcas, tecnócratas (que ya están viendo la forma de rodearlo en las áreas financieras y económicas del gobierno), subclase política corrupta y presidente saliente (Peña); y también porque no le quedó de otra a AMLO, si quería llegar a la presidencia.
El problema con un arreglo forzado como este, es qué a la primera oportunidad, cuando alguna de las dos partes se sienta lo suficientemente fuerte como para romperlo, lo hará (así lo hicieron los oligarcas brasileños con Rousseff, y no pararon hasta echarla de la presidencia y encarcelar a su mentor, el ex presidente Lula Da Silva). Y en ese momento, todo el “amor y paz” que se respira entre ambos “socios” se irá a la basura.
Por ahora, Peña intenta salvar lo que pueda del PRI y de los grupos corruptos que lo conforman, y para ello ha reiniciado los ataques a Anaya, con los videos sobre los tratos sucios que los empresarios Barreiro han hecho y siguen haciendo para financiar a Anaya (tanto personalmente, como en su campaña), con lo que espera lograr que Meade quede en segundo lugar y con ello negociar en una mejor posición, un nuevo “pacto de impunidad” con el siguiente presidente, en este caso AMLO.



[1] Y recordemos que antes (desde el interior del mismo sistema político) ya le habían asesinado a su delfìn original, Juan Camilo Mouriño, muerto en un extraño accidente de aviación.

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