TRIUNFO DE ISRAEL
Y el triunfo no es precisamente porque Netanyahu se reeligió
como Primer Ministro diciendo la verdad, que normalmente los primeros ministros
israelís ocultaban. Esto es que los gobiernos de dicho país, sin excepción,
nunca han aceptado, ni aceptarán la creación de un Estado Palestino viable; que
consideran a los israelís de origen árabe que viven en su territorio, como
ciudadanos de segunda; que van a seguir construyendo viviendas en los
territorios ocupados y que nunca les ha interesado un pepino lo que diga o
piense la comunidad internacional sobre eso y sobre el trato inhumano que
aplican a los palestinos en Cisjordania, en Gaza y en el mismo Israel.
No, el verdadero triunfo de Israel es que una vez más ha
conseguido que otros se encarguen de hacerle el trabajo “sucio”, sin que ellos
se manchen las manos.
Resulta que una vez que entre Estados Unidos, Gran Bretaña,
Francia y algunos países más, se encargaron de destruir a ciertos países que
Tel Aviv consideraba como sus enemigos (Irak, Libia; está en proceso Siria);
ahora toca el turno de Irán (bueno ha estado en la lista desde hace 35 años).
Israel ve a Irán como su principal competidor estratégico en
la región por su extensión geográfica, cantidad de población (además de que
está mejor educada y entrenada que la de los otros países); recursos naturales
(gran cantidad de petróleo y gas principalmente); ejército y dirigencia
política con objetivos claros, a diferencia de otros países que tienen serios
problemas internos (Egipto y Turquía por ejemplo), y el resto que se debate entre
guerras civiles y caos político.
Para Israel el que Irán logre un acuerdo con los miembros
permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU (más Alemania), que le permita
mantener su programa nuclear civil y a la vez se inicie el levantamiento de las
sanciones económicas a Teherán, significa un respiro para los iraníes, y por lo
tanto la posibilidad de que su economía se fortalezca y su influencia política,
religiosa y militar en la región se pueda expandir, afectando así la hegemonía
israelí.
Por ello está utilizando todos los medios a su alcance para
descarrilar ese acuerdo (especialmente su dominio sobre buena parte del
Congreso de Estados Unidos, que responde a los intereses del lobby pro Israel,
donador mayoritario de los políticos estadounidenses e influencia decisiva en
los medios de comunicación de dicho país); excepción hecha de la intervención
militar, que espera pueda realizarse a través de Estados Unidos, sin que Israel
tenga que intervenir (como ha sucedido en Irak, Siria, Libia).
Pues bien, ahora a esta presión que Israel está
intensificando sobre Irán, se han sumado los países árabes y sunnitas de la
región, como Arabia Saudita, las petromonarquías del Golfo Pérsico y Egipto.
La Liga Arabe, reunida en Sharm el Sheikh (Egipto), ha
decidido conformar una fuerza militar (hasta 40 mil soldados de élite) para
intervenir en conflictos que “amenacen” la estabilidad regional, o lo que es lo
mismo, que amenacen el poder de la familia Saud en Arabia, de los reyes y jeques
de Bahrein, Emiratos Arabes Unidos, Qatar, Omán o Kuwait, y del golpista títere
de Estados Unidos que mal gobierna Egipto, el general Al Sisi.
La verdadera preocupación de estos dictadores es que grupos
chiítas se están haciendo con el poder o están ganando terreno en distintas
zonas, como es el caso de las milicias chiítas (con apoyo iraní) que están
combatiendo en Irak a ese engendro propiciado por Occidente, llamado Estado
Islámico (y lo están derrotando); o los Houthis en Yemen que han expulsado al
presidente subordinado de Estados Unidos y de Arabia Saudita, Mansur Hadi, lo
que ha provocado la intervención armada de Arabia , con bombardeos sobre la
capital yemení de Sanaa, preparándose ya una intervención militar junto con Egipto
(recordemos que Arabia ya intervino militarmente en Bahrein, cuando la familia
real de ese país se vio acorralada por las protestas de la mayoría chiíta, que
reclamaba mejores condiciones de vida y más derechos ciudadanos); y la
sobrevivencia del gobierno de Bashar el Assad en Siria (con apoyo iraní y
ruso), ante los embates tanto de los radicales del Estado Islámico, como del
grupo vinculado a Al Qaeda, llamado Al Nusra (éste claramente apoyado por
Israel en la zona de las alturas del Golán), y de los supuestos “moderados”
financiados y entrenados por Estados Unidos y sus aliados europeos.
Así que Israel va a tener ahora a una fuerza militar formada
por países árabes-sunnitas, que combatirán a los chiítas, en donde se
encuentren, con lo que Tel Aviv, sin necesidad (por ahora) de que Estados
Unidos comprometa “tropas en el terreno” (algo que el declinante Obama se niega
a hacer, al menos en tanto termina su mandato), enfrentará a los aliados
(verdaderos o supuestos) de Irán, sin que los israelíes gasten un sólo dólar, o
comprometan la vida de uno sólo de sus soldados en la empresa.
Eso sí se llama verles la cara de tontos a todos, salirse con
la suya y reírse a carcajadas de ese grupo de países que alguna vez conformaron
frentes (no muy unidos por cierto) para enfrentar a la “amenaza sionista”.
Ahora han terminado siendo los “guardaespaldas” regionales de Tel Aviv. Ver
para creer.
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