El ornitorrinco y los libros de (pre)texto
Agustín
Basave
Ciudad de
México / 07.08.2023
Los nuevos
libros de la Secretaría de Educación Pública reflejan el perenne atolladero de
la 4T. No son comunistas, como dicen por ahí: son un revoltijo pedagógico
disfuncional que en vano trata de armonizar la alfabetización liberadora de
Freire y el decolonialismo de Quijano —bajo la mirada de Mariátegui en
lontananza— con el “humanismo mexicano” de López Obrador. Es decir, son un
ejemplo nítido del eclecticismo incoherente que campea en este gobierno, un
fárrago que despega de premisas marxistas para hacer un aterrizaje forzoso en
el capitalismo de Estado.
La receta
del marxismo, con su posdata leninista, prescribía un desenlace deleznable pero
lógico. Había que inculcar conciencia de clase, agudizar contradicciones y
allanar el terreno para la revolución violenta porque así se destruiría el
sistema capitalista. El problema es que cuando se remueve la meta de la
violencia, como en buena hora hizo AMLO, los primeros pasos se vuelven
erráticos y contraproducentes. ¿Para qué polarizar e instigar rencores si a
final de cuentas los pobres no habrán de tomar las armas contra los ricos y
ambos habrán de coexistir? ¿Para qué cultivar esos odios si ni burgueses ni
proletarios desaparecerán y su convivencia se hará más difícil? El remedio de
Marx era peor que la enfermedad, pero su plan tenía sentido. El de AMLO es una
aberración. Si su propósito es el de Morelos, si como ha dicho mil veces su
objetivo es moderar la opulencia y la miseria, lo que hace al echar a andar la
incubadora de la lucha de clases es sembrar vientos que cosecharán tempestades
de ingobernabilidad contra su propio movimiento.
AMLO no
quiere abolir la propiedad privada de los medios de producción. Entonces, ¿para
qué exacerba la polarización? Para ganar elecciones. Sí, para llegar al poder y
conservarlo por interpósitas personas. Un electorado enojado lo llevó a Palacio
Nacional, y todos los días lo azuza para que mantenga vivo su enojo contra “los
conservadores”, para que se movilice y triunfe en 2024. ¿Y después, si la 4T
sigue gobernando, cómo contendrá la ira que ha atizado?; ¿cómo desactivará el
encono para alcanzar la paz social que requiere cualquier gobierno? Yo creo que
no se lo ha planteado. Piensa en las próximas elecciones y no las próximas
generaciones, diría Churchill: es político, no estadista.
La diatriba
nuestra de cada día desde el púlpito mañanero es, ya lo he dicho, producto de
su temperamento y de un cálculo electoral. Lo que AMLO está haciendo con los
libros de texto gratuitos es caminar un poco más lejos en la misma dirección:
indoctrinar a los niños para que cuando sean grandes voten por su partido. Más
allá de eso solo lo mueve un vago anhelo de construir una sociedad
comunitarista, bucólica, de reminiscencias prehispánicas. Sus asesores, que sí
quieren destruir el capitalismo, aprovecharon para meter sus nociones
revolucionarias; él, que no quiere separar ni anular el poder económico sino
subordinarlo al poder político, busca aleccionar al pueblo de que debe
minimizar sus aspiraciones para ser feliz. No se percata de que el champurrado
resultante engendra infelicidad.
Los nuevos
libros de (pre)texto son un amasijo de ideologías anacrónicas para hacer
proselitismo. La nueva escuela mexicana es una cría más del ornitorrinco de la
4T.
No hay comentarios:
Publicar un comentario