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Zapata

jueves, 26 de febrero de 2015

MEXICO SEGUIRÁ HUNDIDO

Las próximas elecciones para renovar la Cámara de Diputados, 9 gubernaturas[1], 17 congresos locales, 996 ayuntamientos y las 16 delegaciones políticas del D.F. confirmarán una vez más que la subclase política mexicana no va a sufrir ningún castigo de la ciudadanía por su desastrosa conducción del país, caracterizada por la corrupción, el abuso, la impunidad, la violación sistemática de los derechos más elementales de la mayoría de los mexicanos, la complicidad con el crimen organizado y su subordinación a los intereses empresariales de los oligarcas mexicanos y de las corporaciones trasnacionales.

Comencemos por establecer que en las elecciones intermedias el abstencionismo es mayor que en las elecciones presidenciales:

1991: 34.47%
1994: 22.84%
1997: 42.98%
2000: 36.03%
2003: 58.81%
2006: 41.45%
2009: 55.39%
2012: 36.97%
Fuente: Sistema de Consulta de las Estadísticas de las Elecciones Federales (www.ine.mx)
  
El porcentaje de abstención para la elección de diputados federales en 2009 fue de 55.39 %, cifra menor al porcentaje de la elección de 2003 que representó el 58.81 %.  Asimismo, fue mayor el porcentaje de abstención en la elección de 2006, 41.45 %, que en la elección de 2012, 36.97%.

Aún así, para esta elección intermedia es muy factible que el nivel de abstencionismo se eleve a los rangos que se observaron en 2003 y 2009. Esto es entre 55 y 60% de los votantes registrados, no acudirá a votar.

Esto permite que los aparatos clientelares de los partidos políticos, específicamente el de los principales (PRI, PAN y PRD) podrán movilizar a sus bases para asegurar una votación, al menos similar a la que obtuvieron en los últimos dos procesos electorales para elegir diputados federales:

PAN
2006: 33.9%           2009: 28.01%        2012: 25.9%
PRI-PVEM
2006: 28.21%        2009: 43.65%        2012: 38.00%
PRD-PT-Convergencia
2006: 28.99%        2009: 18.31%        2012: 27.00%

El problema para la izquierda es que ahora enfrenta dividida (más que nunca en los últimos 30 años) la elección federal, pues el ex candidato presidencial de las coaliciones de izquierda en 2006 y 2012, Andrés Manuel López Obrador, ha formado su propio partido político (el Movimiento de Regeneración Nacional), que bien podría obtener entre 10 y 12 puntos porcentuales, dejando al PRD con una magra votación de entre 12 y 15 puntos porcentuales (los otros dos partidos de la izquierda, PT y Movimiento Ciudadano lucharán por mantener su registro, intentando llegar a 3 puntos porcentuales cada uno).
  
Por lo que respecta al PRI es muy factible que pierda dos o hasta tres puntos porcentuales en su votación, pero los recuperará con creces gracias a su alianza con el PVEM, al que el Instituto Nacional Electoral ha permitido realizar una pre campaña enorme de propaganda, sin sancionarlo (y el propio gobierno le ayuda con políticas públicas que “avalan los logros” del PVEM), que le ha permitido elevar sus intenciones de voto entre la muy poco informada y manipulable ciudadanía, lo que muy posiblemente le dará entre 8 y 10 puntos porcentuales de votación; que sumados a los 30 ó 32 puntos que consiga el PRI, les podría redituar una votación conjunta cercana o incluso mayor a los 40 puntos porcentuales, asegurándoles así nuevamente la mayoría en la Cámara de Diputados.

El PAN por su parte intentará recuperarse algo después del desastroso sexenio del fascista Calderón, por lo que podría alcanzar una votación de entre 27 y 30 puntos porcentuales.

Aún no se sabe qué tan grande será el porcentaje de votos nulos, a pesar de que algunos académicos e intelectuales han iniciado una campaña para que la ciudadanía anule su voto y así enviar un mensaje de repudio a la subclase política mexicana; pero en todo caso el porcentaje no será superior a 3 ó 4 puntos porcentuales de la votación.

De confirmarse nuevamente la mayoría para el PRI-PVEM, se mantendrá la línea de aprobar toda legislación que profundice la dependencia económica de México respecto a Estados Unidos, así como su subordinación en materia de seguridad y ahora también de política exterior; se seguirá obstaculizando desde los tres poderes (Ejecutivo, Legislativo y Judicial), una mayor transparencia y rendición de cuentas de los gobernantes (ahí están las 80 enmiendas que quiere hacer el Presidente a la Ley de Transparencia para evitar que los ciudadanos tengan acceso a la información económica, hacendaria, de seguridad, etc.);  se mantendrá la prohibición tácita a una mayor participación ciudadana en la toma de decisiones (ahí está la legislación secundaria que en los hechos niega la posibilidad, establecida en la Constitución, de que los ciudadanos puedan ser consultados para avalar o no cambios constitucionales o legislativos, con la complacencia de la propia Suprema Corte, cerrando así, por ejemplo, la posibilidad de que se le preguntara al pueblo si estaba de acuerdo o no con la apertura en materia energética);  se continuará con el enorme déficit en materia de defensa de los derechos humanos (no se aplican ni por equivocación la gran cantidad de tratados y convenciones internacionales que el gobierno mexicano ha firmado en la materia, y que son letra muerta en este país); y por supuesto, se seguirá aplicando una política económica depredadora de los recursos naturales, explotadora de la mayoría de la población y subordinada al gran capital trasnacional.

En suma, después de las elecciones de este 2015, no va a cambiar nada en el país; seguirá hundido y gobernado por la cleptocracia y los oligarcas todopoderosos.




[1] Baja California Sur, Campeche, Colima, Guerrero, Michoacán, Nuevo León, Querétaro, San Luis Potosí y Sonora.

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