MEXICO SEGUIRÁ HUNDIDO
Las próximas elecciones para renovar la Cámara de Diputados,
9 gubernaturas[1],
17 congresos locales, 996 ayuntamientos y las 16 delegaciones políticas del
D.F. confirmarán una vez más que la subclase política mexicana no va a sufrir
ningún castigo de la ciudadanía por su desastrosa conducción del país,
caracterizada por la corrupción, el abuso, la impunidad, la violación
sistemática de los derechos más elementales de la mayoría de los mexicanos, la
complicidad con el crimen organizado y su subordinación a los intereses
empresariales de los oligarcas mexicanos y de las corporaciones trasnacionales.
Comencemos por establecer que en las elecciones intermedias
el abstencionismo es mayor que en las elecciones presidenciales:
1991: 34.47%
1994: 22.84%
1997: 42.98%
2000: 36.03%
2003: 58.81%
2006: 41.45%
2009: 55.39%
2012: 36.97%
El porcentaje de abstención para la elección de diputados
federales en 2009 fue de 55.39 %, cifra menor al porcentaje de la elección de
2003 que representó el 58.81 %. Asimismo,
fue mayor el porcentaje de abstención en la elección de 2006, 41.45 %, que en
la elección de 2012, 36.97%.
Aún así, para esta elección intermedia es muy factible que el
nivel de abstencionismo se eleve a los rangos que se observaron en 2003 y 2009.
Esto es entre 55 y 60% de los votantes registrados, no acudirá a votar.
Esto permite que los aparatos clientelares de los partidos
políticos, específicamente el de los principales (PRI, PAN y PRD) podrán
movilizar a sus bases para asegurar una votación, al menos similar a la que
obtuvieron en los últimos dos procesos electorales para elegir diputados federales:
PAN
2006: 33.9% 2009: 28.01% 2012: 25.9%
PRI-PVEM
2006: 28.21% 2009:
43.65% 2012: 38.00%
PRD-PT-Convergencia
2006: 28.99% 2009:
18.31% 2012: 27.00%
El problema para la izquierda es que ahora enfrenta dividida
(más que nunca en los últimos 30 años) la elección federal, pues el ex candidato
presidencial de las coaliciones de izquierda en 2006 y 2012, Andrés Manuel
López Obrador, ha formado su propio partido político (el Movimiento de
Regeneración Nacional), que bien podría obtener entre 10 y 12 puntos
porcentuales, dejando al PRD con una magra votación de entre 12 y 15 puntos
porcentuales (los otros dos partidos de la izquierda, PT y Movimiento Ciudadano
lucharán por mantener su registro, intentando llegar a 3 puntos porcentuales
cada uno).
Por lo que respecta al PRI es muy factible que pierda dos o
hasta tres puntos porcentuales en su votación, pero los recuperará con creces
gracias a su alianza con el PVEM, al que el Instituto Nacional Electoral ha
permitido realizar una pre campaña enorme de propaganda, sin sancionarlo (y el
propio gobierno le ayuda con políticas públicas que “avalan los logros” del
PVEM), que le ha permitido elevar sus intenciones de voto entre la muy poco
informada y manipulable ciudadanía, lo que muy posiblemente le dará entre 8 y
10 puntos porcentuales de votación; que sumados a los 30 ó 32 puntos que
consiga el PRI, les podría redituar una votación conjunta cercana o incluso
mayor a los 40 puntos porcentuales, asegurándoles así nuevamente la mayoría en
la Cámara de Diputados.
El PAN por su parte intentará recuperarse algo después del
desastroso sexenio del fascista Calderón, por lo que podría alcanzar una
votación de entre 27 y 30 puntos porcentuales.
Aún no se sabe qué tan grande será el porcentaje de votos
nulos, a pesar de que algunos académicos e intelectuales han iniciado una
campaña para que la ciudadanía anule su voto y así enviar un mensaje de repudio
a la subclase política mexicana; pero en todo caso el porcentaje no será
superior a 3 ó 4 puntos porcentuales de la votación.
De confirmarse nuevamente la mayoría para el PRI-PVEM, se
mantendrá la línea de aprobar toda legislación que profundice la dependencia
económica de México respecto a Estados Unidos, así como su subordinación en
materia de seguridad y ahora también de política exterior; se seguirá
obstaculizando desde los tres poderes (Ejecutivo, Legislativo y Judicial), una
mayor transparencia y rendición de cuentas de los gobernantes (ahí están las 80
enmiendas que quiere hacer el Presidente a la Ley de Transparencia para evitar
que los ciudadanos tengan acceso a la información económica, hacendaria, de
seguridad, etc.); se mantendrá la
prohibición tácita a una mayor participación ciudadana en la toma de decisiones
(ahí está la legislación secundaria que en los hechos niega la posibilidad,
establecida en la Constitución, de que los ciudadanos puedan ser consultados
para avalar o no cambios constitucionales o legislativos, con la complacencia
de la propia Suprema Corte, cerrando así, por ejemplo, la posibilidad de que se
le preguntara al pueblo si estaba de acuerdo o no con la apertura en materia
energética); se continuará con el enorme
déficit en materia de defensa de los derechos humanos (no se aplican ni por
equivocación la gran cantidad de tratados y convenciones internacionales que el
gobierno mexicano ha firmado en la materia, y que son letra muerta en este
país); y por supuesto, se seguirá aplicando una política económica depredadora
de los recursos naturales, explotadora de la mayoría de la población y
subordinada al gran capital trasnacional.
En suma, después de las elecciones de este 2015, no va a
cambiar nada en el país; seguirá hundido y gobernado por la cleptocracia y los
oligarcas todopoderosos.
[1]
Baja California Sur, Campeche, Colima, Guerrero, Michoacán, Nuevo León,
Querétaro, San Luis Potosí y Sonora.
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