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Zapata

miércoles, 25 de febrero de 2015

MÉXICO DEJÓ DE SER UN PAÍS SOBERANO

La propuesta tramposa que Enrique Peña Nieto acaba de enviar al Congreso sobre una nueva Ley Federal de Armas de Fuego y Explosivos, en donde se permite que agentes extranjeros (léase estadounidenses), puedan realizar revisiones aduanales y migratorias en territorio mexicano, con sus armas de cargo, a toda persona o transporte que se dirija a ese país, representa el último eslabón de la rendición de la soberanía mexicana, en cuanto el Estado mexicano renuncia al uso de la fuerza en su propio territorio (de lo contrario ¿porqué permitirles a los agentes estadounidenses el portar sus armas?). De esa forma, el elemento esencial que define al Estado soberano, esto es la aplicación de la fuerza de manera exclusiva en su territorio, se cede,  aunque sea parcialmente, - sin que se establezca una medida recíproca, es decir que los estadounidenses permitan a agentes mexicanos armados realizar esas mismas revisiones en territorio estadounidense- a una potencia extranjera, tal como si se hubiera perdido una guerra (el establecimiento de una fuerza de ocupación en el país derrotado).

Y es que el corrupto, débil, ligado al crimen organizado e ineficaz gobierno peñista, ha sido doblado en toda la línea por el gobierno y las corporaciones de Estados Unidos, que si bien ya sabían que tenían a un subordinado en Peña, pues éste envió las "reformas estructurales" al Congreso mexicano (que aprobó prácticamente sin discusión), mediante las cuales todos los recursos minerales y energéticos del país han quedado a disposición de las empresas trasnacionales, aún faltaban ciertos elementos que eran necesarios para tener el control absoluto de este país de caricatura. Y uno de esos elementos que faltaba en el esquema de seguridad, que los estadounidenses ya prácticamente tenían manejado gracias a la rendición que hizo el fascista gobierno de Calderón de innumerables aspectos del tema de seguridad (tales como permitirles acceder a la información de seguridad nacional del gobierno y establecer "centros de fusión de información" manejados sólo por los estadounidenses, no obstante lo cual todavía se dan el lujo de espiar las comunicaciones del gobierno mexicano, sin respuesta alguna por parte de éste último), era la añeja demanda de que agentes estadounidenses de todo tipo puedan operar armados dentro del país (algo que ya venían haciendo clandestinamente, con el "visto bueno" del gobierno mexicano, desde la pasada administración, y que ahora se "legaliza"), aplicando así extraterritorialmente sus leyes, ya que si operan en México armados, seguramente aplicarán sus "rules of engagement", o reglas de enfrentamiento, cuando la oportunidad se presente.

¿Por qué Peña apresuradamente realiza esta nueva rendición de la soberanía? No sólo se debe a que le ordenaron en su visita de inicio de año a Washington, que acelerara la integración de la economía y la seguridad del país a la de Estados Unidos (desarrollando así el concepto "Norteamérica" ideado e impulsado por el Council of Foreign Relations), en vista de la seria competencia que en ambos aspectos enfrenta Washington de parte de China y Rusia, sino también porque los estadounidenses le han estado enviando mensajes muy claros a Peña de que van a seguir dando a conocer las casas, cuentas bancarias y lujos de él, de su familia, de los miembros de su gabinete y de los priístas, en caso de que no termine de concretar la desaparición, no sólo de facto, sino también de jure, de la soberanía nacional.

Para el gobierno y las corporaciones trasnacionales de Estados Unidos la corrupción en un país como México no es un problema, sino una "palanca" para lograr sus objetivos, pues contando con la información sobre la permanente actividad ilícita de los gobernantes y empresarios mexicanos (a quienes incluso se les alienta a esconder sus ganancias en el sistema financiero de Estados Unidos), les es mucho más fácil convencerlos u obligarlos a que cedan espacios cada vez mayores de poder económico y político a los vecinos del Norte, hasta el grado de que desde hace 30 años la subclase política mexicana y el pseudo empresariado de este país son unos mozos de establo de los hacendados gringos. La amenaza de dar a conocer todas sus fortunas obtenidas por medio de la corrupción, fraudes y vínculos con el crimen organizado, es suficiente para ablandar y doblar a los ya de por sí muy obsequiosos miembros del gobierno mexicano (en sus tres órdenes: federal, estatal y municipal) y a la ineficiente y fascista subclase empresarial de este país.

Ahí está también la propuesta de Peña de que el actual embajador en Estados Unidos, Eduardo Medina Mora llegue a la Suprema Corte de Justicia, con lo que Washington contaría así con su ministro en el máximo tribunal mexicano, ya que Medina Mora ha sido desde hace 25 años un agente, por cierto nada encubierto (junto con Luis Téllez, los hermanos Werner, José Córdoba, Pedro Aspe, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Carlos Salinas) de los intereses empresariales y de seguridad de Estados Unidos, a los que defiende con tal enjundia y decisión, que incluso en los propios Estados Unidos se sorprenden del grado de abyección al que han llegado estos servidores del imperio.

¿Y cuál será la respuesta de la subclase política mexicana, de los medios de comunicación, de la intelligentsia? Seguramente el apoyo a tal medida o el silencio cómplice. 

Pero eso sí, entre los políticos estadounidenses no existe la menor duda de que los mexicanos están invadiendo su país (incluyendo los demócratas), y por lo tanto hay que detener el flujo de indocumentados a como dé lugar, por lo que en la frontera entre ambos países, no sólo sigue la construcción del muro, sino que se han intensificado los vuelos de drones (¿cuándo comenzarán estos drones a disparar contra indocumentados y miembros del crimen organizado, sin distinción alguna?), y numerosas empresas israelíes y estadounidenses están "probando" nueva tecnología para detectar y apresar a los illegal aliens; tecnología que se usa en los criminales ataques de los israelíes contra los palestinos, en sus incursiones genocidas en Gaza.

La propuesta de Obama de detener las deportaciones fue sólo un anzuelo para la crédula población de origen mexicano de Estados Unidos, con fines electorales para los comicios del 2016 y con objeto de identificar más claramente a los indocumentados que hay en el país, pues ilusamente saldrían a la luz, con lo que sería fácil ubicarlos y en cuanto la medida temporal se agotara, serían deportados. De todas formas, los republicanos con sus jueces a modo, ya la detuvieron por el momento, e insistirán en aplicar medidas punitivas contra los indocumentados. Así que ¿cuál amor hacia México?

De ahí que el "proyecto Norteamérica" solo tenga que ver con la explotación brutal de la mano de obra mexicana, en territorio mexicano por parte de las trasnacionales estadounidenses y canadienses; la extracción de las riquezas naturales de México en beneficio de Estados Unidos; la venta de productos (ahora también de energéticos no procesados) a México, para beneficio de las corporaciones estadounidenses; el control de la seguridad mexicana por parte de Estados Unidos, pero sólo para evitar riesgos a su territorio, sin importar los costos altísimos en muertos, heridos, desplazados y en términos de recursos financieros y materiales que genera su "guerra" contra el crimen organizado en territorio mexicano; y la muy probable inclusión de México, en un futuro cercano, como aportador de soldados para las aventuras militares estadounidenses en Medio Oriente y Africa, así como el establecimiento de bases militares, navales y aéreas de Estados Unidos en México, convirtiendo así a nuestro país en potencial blanco de ataques terroristas por parte de los muchos enemigos que se ha ido creando el imperio estadounidense en todo el mundo.

¿Quién resultará perjudicado por esta rendición cobarde y traicionera de la soberanía? Como siempre, el pueblo de México. Los corruptos gobernantes y empresarios mexicanos que resulten beneficiados de esto se convertirán (ya lo son) en los capataces de los gringos, dispuestos a reprimir y masacrar a los mexicanos para mantener el orden (un estado de seguridad nacional permanente), a cambio de las migajas que les lanzarán sus amos en Washington y Nueva York. Además, el negocio del crimen organizado (narcotráfico, tráfico de personas, de armas, de órganos humanos, de especies en peligro de extinción, etc.), en vez de estar manejado por la subclase política mexicana y sus socios del crimen organizado, ahora será manejado desde el propio territorio mexicano por la DEA, el ICE. el FBI y la CIA. En Estados Unidos ellos lo manejan, si no cómo explicar que entre el 80 y 90% de las metanfetaminas y la cocaína que entran a ese país, lo hagan por su frontera sur; ¿qué acaso todas esas agencias están dormidas; para qué sirve tanta tecnología y miles de policías fronterizos, de los condados, estatales y federales, si no pueden detener ese flujo inmenso de droga ilegal? La única respuesta es que ese negocio lo manejan las propias autoridades y los políticos estadounidenses, y México y el resto de países productores o de tránsito de la droga, son los convenientes chivos expiatorios a quienes culpar.

Ante la caída libre en que se encuentra el gobierno peñista, Washington ha decidido que es necesario apresurar la rendición completa de la soberanía mexicana, por lo que están dispuestos a usar todas sus armas políticas, económicas, comunicacionales, de seguridad, de inteligencia, etc. para que México ya no pueda oponer resistencia alguna a su subordinación completa a los dictados del imperio; por lo que Peña y su gobierno se han convertido tan sólo en los sepultureros del país.

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