Uno de los
temas más importantes en la actualidad (además de los riesgos a la salud, por
nuevos tipos de virus y otras enfermedades), es la desaparición de puestos de
trabajos formales debido a la automatización; aunado al crecimiento, en países
como México, del llamado trabajo informal, que no cuenta con prestaciones, no
está reglamentado, ni supervisado por las autoridades y tiene una baja
productividad.
Si bien la
tasa de desempleo en México en 2019 fue baja, el 3.5% de acuerdo a cifras del
Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), el empleo informal
abarca a casi 6 de cada diez personas ocupadas en el país, lo que impacta en
los ingresos para los trabajadores (son menores), y en la productividad de la
economía en general (es más baja).
A lo
anterior hay que sumar que según la Organización para la Cooperación y el
Desarrollo Económico (OCDE)[1] en los próximos 15 años
desaparecerán, por causa de la automatización, hasta el 25% de los puestos de
trabajo en México (mientras que en el resto de América Latina serán uno de cada
siete), lo que seguramente llevará a los desplazados a desempeñar puestos con
menores sueldos y/o prestaciones, ya sea formales o informales, y con ello se
afectará la demanda agregada de la economía, su productividad y el crecimiento
de la misma.
Si
consideramos que en la actualidad sólo 4 de cada 100 trabajadores en México
gana más de $15,429 pesos al mes (el equivalente a 776 dólares)[2], nos podremos dar cuenta que
la gran mayoría de los trabajadores están condenados a permanecer en una
situación precaria, no sólo por los bajos ingresos que perciben, sino por el
muy próximo riesgo a quedar en el subempleo y el desempleo, lo que aumentará
sin duda el número de pobres en el país.
De acuerdo a
la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares del INEGI[3], el monto promedio que
necesitan las familias para el mantenimiento de su hogar es de $13,529 pesos al
mes (680 dólares); por lo tanto, el 96% de los trabajadores del país no gana lo
suficiente para mantener dignamente a su familia.
Para los
grandes empresarios y las corporaciones nacionales e internacionales, esta
situación no les preocupa pues buscan la mayor rentabilidad para sus capitales,
ya sea en el país o fuera de él. De ahí que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador
tiene un reto mayúsculo para enfrentar la precarización del trabajo e incluso
la desaparición del mismo por el avance de la automatización, antes de que la
crisis del trabajo en al país haga polvo cualquier proyecto de desarrollo de
este o de futuros gobiernos.
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